Vuelvo al tema de la "libertad" y "autonomía" en las propias decisiones, con la
-¿inevitable?- consecuencia de que nos clasifiquen de determinadas maneras, como "progresistas" o "tradicionales", como de "izquierdas" o de "derechas".
En la práctica, más allá de cualquier razonamiento teórico, el que dice que no es, ni quiere ser, de "izquierdas" ni de "derechas, se sitúa en el campo operativo de la derecha, pues el de izquierdas tiene muy claro que no es, ni quiere ser, de derechas. El afirmar esto así fastidia mucho a los de derechas, pero suele resultar evidente para los de izquierdas.
Soy consciente de que, con las afirmaciones anteriores, caigo además inevitablemente en la discusión de "qué es ser de derechas" y "qué es ser de izquierdas", pues sobre todo los de la derecha no aceptan que les clasifiquen de esta forma y están convencidos de que los otros lo hacen así por partir de preconceptos totalmente arbitrarios e ingenuamente politizados.
Avanzo estas -¿discutibles?- constataciones por seguir reflexionando sobre el tema, consciente de entrar con ello en terrenos enormemente polémicos.
Comentando mi "entrada" anterior, un amigo me escribía que "ni somos absolutamente libres, ni neutrales, ni independientes", pues somos calificados de izquierdas o de derechas desde fuera, en contra de nuestra propia voluntad. Pero otro amigo, con largo recorrido político por la izquierda y con arraigada militancia en el PSOE, formulaba un largo comentario en sentido contrario, que no sé si todos asumirán como acertado: "La redacción de la Constitución de 1978 se
hizo para que pudieran gobernar España mayorías políticas de uno u otro signo,
primando la generación de mayorías y haciendo que se respetasen las
minorías. En nuestro país las sanas alternancias en el poder han sido
posibles entre otras razones porque muchos ciudadanos modifican su voto en
función de una serie de factores que inclinan el voto a las "derechas" o a las
"izquierdas". Todos los partidos en España saben que "las elecciones se ganan en
el centro". Ahora bien, ¿se es de "derechas" o de "izquierdas" a lo largo de
toda la vida? Esa adscripción, ¿nos obliga a votar de una misma manera siempre?
¿No será que votamos de acuerdo con nuestros principios por aquel partido
político que lleva en su programa electoral un contenido más de acuerdo con
nuestros valores? Digamos que los valores individuales son bastante inmutables y
el voto es cambiante. En "Tras tu vidriera" se plantea si se puede "ser
políticamente libre", y modestamente entiendo que sí y, aunque el legislador
sabiamente propicie mayorías, esto es, personas que comparten intereses,
proyectos y valores parecidos, esas personas no son "etiquetables". Se puede tener
un talante en el que predominen rasgos conservadores, y votar al PSOE; o siendo
mas bien progresista, votar al PP. Y se es libre para hacerlo. Y si viviéramos en
un país con una democracia mas consolidada y menos pasional, estas conductas
serían la práctica habitual, porque hablamos de ciudadanía y no de militancia.
Soy y voto lo que mis valores, principios e intereses me permiten en cada
momento porque el voto es mudable y las circunstancias y lo que una sociedad
necesite en cada momento también".
El tema es arduo, propicio para seguir pensando y hablando sobre él. Aunque no sé si es el más indicado para el mes de agosto... El tiempo de vacaciones puede ser el que más invite a una sosegada reflexión.