Dios es la realidad más inmediata y más distante para el
hombre. El "eternamente Otro", aventuraron los teólogos
medievales. "Cercano, y difícil de
captar", dijo Höldernin. Sólo lo conocemos por "analogía",
iluminó Santo Tomás y la Escolástica. Hablar de Dios resulta muy problemático.
Muchas veces, incluso entre personas religiosas, se proyectan sobre Él imágenes
inadecuadas.
¿DE DÓNDE VIENE LA IDEA DE DIOS?
Abundan los estudios serios sobre Dios. No sólo de los
teólogos y de los filósofos. Casi todas las ciencias tienen algún punto de
convergencia con Dios, que es el aprovechado para la elaboración de estudios
sobre Dios desde múltiples ángulos de mira. Particularmente, la antropología
histórica investiga sobre cómo apareció la idea de la divinidad en las
civilizaciones más antiguas.
Una información de la prensa diaria sobre Cómo llegaron los
hombres a Dios (El País, 21 Marzo 2019, página 28), firmada por Miguel Ángel
Criado, ha despertado mi atención y he confirmado posteriormente por
internet que se trata de un buen informe
sobre un amplio trabajo publicado el día anterior en la revista Nature por
varios prestigiosos investigadores de Oxford y de otras Universidades inglesas
y americanas. La seriedad de esta investigación la manifiesta la selecta bibliografía
que la acompaña, con 54 referencias de
libros y artículos muy específicos sobre cómo apareció la idea de Dios en la
primitiva historia de la humanidad.
La investigación reseñada ha estudiado 414 entidades
culturales y políticas surgidas desde el Neolítico, aplicando 55 variables
diferentes para el estudio de cada una de ellas. Según la información ahora
facilitada la principal conclusión a la que llega esta investigación es que la
relación a dioses moralizantes no aparece en las más primitivas civilizaciones,
cuando el control de las conductas amorales es realizado por la mutua
interrelación entre los miembros de la tribu, sino cuando ya la colectividad
aumenta y no resulta eficaz el mutuo intercontrol. Sólo cuando las sociedades
aumentan -se concreta incluso la cifra de un millón de personas para ello-
comienza a aparecer la idea de la divinidad moral. El principal Editor de la investigación, Harvey
Whithhouse, lo expresa así: "Los dioses moralizantes podrían ofrecer una
vía para que las sociedades siguieran prosperando a pesar de las tensiones
internas (las creadas por la aparición de inmoralidades), haciendo que todos
cooperasen para evitar ofender a un
poder superior atento a nuestro comportamiento hacia los demás y del que se
pensaba que castigaba a los transgresores". El párrafo resulta algo
farragoso, pero la idea está suficientemente clara: cuando las sociedades crecen, la aceptación
por todos de un "poder
superior", que castigue a los
transgresores, facilita el que la sociedad siga su camino de desarrollo.
No aduzco más que la presentada como idea principal de este
estudio, no entrando para nada en la
interesante exposición sobre las civilizaciones en las que va sucesivamente
apareciendo la relación a una divinidad moral,
ni en los matices con los que esta imagen de la divinidad se va
desarrollando.
RESPETUOSA VISIÓN COMPLEMENTARIA
La teología bíblica católica
actual es totalmente respetuosa con todos los estudios que pueda llevar
a cabo la historia en general y la antropología histórica en particular. La
interpretación actual del relato de la creación del Génesis y del género
narrativo tan usado en el Antiguo
Testamento no entra en colisión con los estudios y las investigaciones
actuales sobre el origen del mundo y sobre la aparición y evolución del hombre.
Las claves de interpretación de la Biblia van en otro sentido, no pretenden
hacer historia, y no resultan irreconciliables con las conclusiones a las que
puedan ir llegando las diversas ciencias actuales.
Con todo, la información científica sobre cómo llegaron los
hombres a una idea sobre Dios, o sobre cómo va apareciendo la idea de Dios
entre los humanos, permite que se le añada un apunte complementario desde la teología y desde la interpretación
actual de la Biblia.
El Dios cristiano, el Dios del que nos habló Jesús, no es
sólo una instancia moral, un producto de la reflexión humana, un dios que
castiga a los transgresores de la moralidad. Es sobre todo, como quedó claro en
la escena del bautizo de Jesús en el Jordán, un Padre que nos ama, porque Dios
es amor. La principal enseñanza sobre este Dios fue hecha por Jesús, y ni
siquiera fue entendida por los jefes religiosos de su tiempo, que sólo se
atenían a la incompleta y progresiva idea sobre el Dios justiciero que se había
ido revelando a lo largo del Antiguo Testamento. Las palabras y la práctica de
oración de Jesús manifiestan un Dios cercano a los hombres, un Abba, con un
tipo de amor que tanto se puede identificar con el de un padre o con el de una
madre.
Por todo esto, por un camino diferente al que puedan llegar
las averiguaciones de los científicos, la idea y la imagen de Dios no la ha ido
elaborando el hombre a través de su dilatada historia, sino que ha sido
progresivamente revelada a los hombres desde las primeras aproximaciones del
Antiguo Testamento hasta la revelación más completa hecha por Jesús de Nazaret.
El hombre no ha creado a los dioses, es Dios el que se ha manifestado a los
hombres. Las ciencias históricas pueden investigar cómo el hombre ha ido
sintiendo en su interior la referencia a lo trascendente. Aceptando sus
conclusiones, el creyente percibe graciosamente -sobre todo, a través de Jesús-
la progresiva imagen de Dios a la humanidad. La luz de la fe, por la que el
creyente recibe la conciencia de Dios no debe enfrentarse nunca con las las
intuiciones o las averiguaciones a las que los científicos puedan llegar.
Respetándola siempre, la fe llega territorios en los que la ciencia no puede
penetrar. Son caminos y conclusiones diferentes. Complementariedad, y no
enfrentamiento.