Necesidad imperiosa de las vacaciones. Hace muchos años, las
vacaciones eran un lujo de pocos. Ahora, son un derecho de todo el que trabaja,
una necesidad de salir de la rutina y del estrés de cada día.
Conforta constatar que Jesús sintió necesidad de tomar un tiempo
de descanso. Cuando los apóstoles vuelven de la misión de predicar que les
había confiado, Jesús les propone la interrupción de la tarea: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a
descansar un poco. La intención era –en términos actuales- tomarse unas
vacaciones.
Pero el globo de las vacaciones se pinchó pronto. La gente, de la
que querían distanciarse, les vio tomar la barca y lograron llegar caminando
antes que ellos al lugar tranquilo escogido. Jesús se compadece de nuevo de la
gente -le dio lástima de ellos- y corta en seco el proyecto de las
vacaciones. La compasión de Jesús no aguanta ver a la gente como ovejas sin pastor. La interrupción
del trabajo se queda para otra ocasión. Ahora hay de nuevo que atender a las
personas, se puso a enseñarles con calma.
Las vacaciones no son un bien absoluto. Está
antes el amor y el servicio a los miembros de la familia y a todos los que
pueden exigir una interrupción ocasional de las vacaciones. La referencia a
este texto evangélico puede ayudar para disfrutar gozosamente de las
vacaciones, pero puede recordar también la necesidad ocasional de
interrumpirlas cuando resulte necesario.
Añadido.
Como
una postdata añado que por
circunstancias personales tengo más ocupación en estos días veraniegos, y tengo
por ello interrumpidas no sólo las vacaciones sino las entregas periódicas a Tras mi vidriera. Espero recuperar
la periodicidad cuando se normalice el nuevo curso.
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