jueves, 31 de diciembre de 2015

La más importante noticia del año

          Buscar la noticia más importante es una ocupación típica de los periódicos al final de cada año. La tarea no es fácil, pues cada medio mira con unos ojos diferentes, con las perspectivas mas acomodadas a su ideología, y los resultados pueden diferir enormemente. La noticia más importante del año, también, depende del cristal con que se mira.

          He leído estos días que la búsqueda de la noticia más mala tiene un trasfondo teológico, pues se relaciona de algún modo con el bien supremo. Lo absolutamente malo hace relación inevitable con lo absolutamente bueno. Pero nada es del todo malo, pues tanto detrás de lo bueno como de lo malo está siempre la libertad humana salvando siempre de alguna manera de la absoluta malicia. En torno a estas ideas hacía equilibrios en El País (27 Diciembre 2015) el para mí desconocido filósofo José Luis Pardo.

          La búsqueda de la noticia más importante del año tiene también que sectorizarse, pues resulta prácticamente imposible comparar una noticia política con una deportiva, o una del mundo del glamour con otra de temas económicos. Es muy difícil un hecho noticiable que trascienda todas las diferencias provenientes de los distintos sectores de la sociedad. La selección de las noticias importantes, además, puede estar contaminada con el deseo de dar prevalencia a hechos o tendencias que el que hace la selección quiere sobredimensionar, y por ello se diferencian tanto unos de otros los números de los periódicos dedicados en los días finales del año a compendiar lo más importante del año.

         A pesar de todas estas dificultades, hay ciertos acuerdos comunes. En distintos medios he encontrado la información de que una Fundación -cuyo nombre no recuerdo- ha acordado al final del año que termina que la palabra del 2015 es concretamente REFUGIADOS. Sin duda este término alude a uno de los grandes temas del año. La foto del pequeño Aylán, muerto y acariciado por las olas en una playa de Turquía (y la del soldado con el niño en brazos, sacándolo de la playa), están en todos los resúmenes gráficos del 2015. Y las fotografías de autenticas masas de emigrantes entrando por las fronteras de los países del Oriente Europeo han estado también siempre presentes, impresionando a los que las contemplan. Al ver estas fotografías, se recuerda con razón el dicho tan repetido de que una imagen vale más que mil palabras.

         Más lejanas están también las imágenes del Papa Francisco en Lampedusa, intentando concienciar al mundo de la globalización de la indiferencia ante el tema de la emigración. Intentando superar la indiferencia, la atención por lo cercano e inmediato olvidándonos de lo lejano y más importante, dirijamos la mirada en este final del año y el comienzo del siguiente a esos millones ya de emigrantes, que han tenido que abandonar sus hogares en búsqueda un porvenir todavìa muy incierto para ellos. Frente a otros temas también importantes, coloquemos la emigración como la noticia más importante de año.



lunes, 21 de diciembre de 2015

Cumbres Mayores, en el imperio del jamón

         
           Doscientos mil es una cifra de jamones que impresiona nada más que de oírla. Pero ver esta cantidad de jamones en una sola fábrica de Cumbres Mayores, sobrecoge en lo personal y merece un comentario general. He pasado esta última semana en Cumbres Mayores, para la realización de un trabajo pastoral que no viene ahora al caso, y lo que he podido constatar personalmente durante esta corta estancia merece ser resaltado.

        Cumbres Mayores es un municipio situado en lo más alto de la provincia de Huelva, en el borde mismo de la provincia de Badajoz. Llegar a Cumbres Mayores desde Huelva requiere bastante más de hora y media de automóvil, pues, aunque los kilómetros de distancia entre ambas ciudades no llegan a los 150, la carretera por la que hay que viajar está muy llena de curvas y no permite transitarla de forma rápida. El viaje con todo merece la pena, pues el paso más lento permite disfrutar de la vegetación de la sierra alta de Huelva, pasando a través de dehesas que se quedan bien marcadas en la mente. La carretera pasa por las inmediaciones de Jabugo, la emblemática ciudad del jamón de más prestigio mundial, cuyo clima privilegiado para la cura natural de la carne de cerdo se extiende por toda la zona circundante.

          Cumbres Mayores tiene un patrimonio artístico nada común en un pueblo que sólo se sitúa actualmente alrededor de los dos mil habitantes. Además de contar con lejanos antecedentes celtas y romanos, lo principal ahora es el gran Castillo Amurallado, iniciado por Sancho IV el Bravo en el siglo XIII y que desde entonces da fuerte carácter a la ciudad. Las extensas murallas, muy bien conservadas o restauradas aunque todavía no lucen exentas por tener muchas viviendas adosadas, rodean un espacio muy amplio vacío, que hasta hace no muchos años sirvió de campo de fútbol del pueblo y que actualmente acoge un pretencioso Centro de Interpretación. La Parroquia de San Miguel es también un edificio de siglos, con un solemne retablo pre-barroco recientemente muy bien restaurado, buena imaginería, ricos elementos de plata provenientes de un nativo que hizo las Indias y envío mucha platería a su población de origen y una esbelta torre que se divisa desde todos los contornos. Desde hace sólo dos años, se ha incorporado a su patrimonio cultural un amplio monasterio construido enfrente mismo de la más que centenaria ermita de la patrona del pueblo, Nuestra Señora de la Esperanza, que ha sido ocupado por once religiosas peruanas y jóvenes pertenecientes al Carmelo de la Madre Maravillas.

          Lo que quizás da más fama, con todo, a Cumbres Mayores es la industria del jamón. Además de la impresionante fábrica de los doscientos mil jamones almacenados, Tartessos, el pueblo alberga hasta 24 fábricas más de menos dimensión, pero que entre todas constituyen un complejo industrial exageradamente grande en una población de tan pocos habitantes. Enclavada dentro de la zona y de la Denominación de Origen de Jabugo, casi empareja en desarrollo e iguala  en calidad a la capital mundial del jamón. Con precedentes desde el siglo XIII, la cura natural del jamón requiere un proceso largo de tres y hasta cuatro años, que explica el número tan alto de jamones que se almacenan en las bodegas de las fábricas. Tienen creados unos artefactos especiales para que cuelgue de cada uno ristra de jamones, sin rozarse con el que está al lado para que le entre el aire por todos sus costados. La cría de los cochinos, la alimentación de bellotas en la montanera de las dehesas, la matanza, el acabado de los diversos productos del guarro y la misma venta del jamón ya curado, tienen un calendario bien estructurado que prácticamente da trabajo a los obreros de esta industria durante todo el año. La Denominación de Origen precisa tres calidades bien definidas: sólo bellota, bellota y cebo (alimentación por piensos muy bien elaborados) y sólo cebo. El olor de los jamones curándose, mas en verano pero incluso en esta época invernal, es el recuerdo más característico que se encuentra el que acude a Cumbres Mayores.

          Un pueblo que merece el largo camino que hay que recorrer para encontrarlo.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Ha muerto Emilio Castillo, un jesuita ejemplar


De mi larga convivencia con él, recuerdo una escena singular. En el singular Colegio ECOS que la Compañía de Jesús tuvo hace años en las zonas altas de Elviria, en Marbella, Emilio Castillo usaba una furgoneta larga y dura, marca JEEP. Un personaje muy sofisticado y cursi de la zona, le preguntó:
- Hermano Castillo, el coche ¿le derrapa?
Con estilo desenfadado, para deshacer la cursilería, respondió:
- Yo no sé si derrapa o no; lo que sé es que se me va de culo…
La anécdota retrata a la persona. Para conocer como era este personaje recién muerto, no es más útil recordar todo lo que hizo en las ciudades en las que vivió como jesuita: El Puerto de Santa María, Córdoba, Marbella, Málaga, Granada, Sevilla. Mejor para conocerlo es recorrer algunas características bien definidas en su rica personalidad. Puedo ahora recordarlas.

Prudente. A pesar de la anécdota jocosa que he mencionado, fue durante su larga vida –ha muerto con 88 años- un hombre muy prudente, que no decía una palabra de más, que sabía callarse para no deslumbrar o para no herir a los otros, que siempre estaba en su sitio. Sin esta cualidad no se explicaría que haya sido –en terminología jesuítica- consultor de las Casas en las que vivió y –más insólito, siendo Hermano- consultor de Provincia, además del puesto de gran confianza que ocupó como Administrador de la antigua Provincia Bética, que cubría el territorio de Andalucía y Canarias.

Generoso. Como ecónomo de las Casas en las que vivió, como Administrador de la Provincia jesuítica, fue siempre –en contra de lo que muchas veces son los administradores económicos- un hombre generoso. Era bastante austero para sí, pero para los demás siempre compraba lo mejor, siempre daba más de lo que se le pedía, sin regateos.

Delicado. Tal vez su rasgo más acentuado, la finura en el trato. No hería y sabía agradar. Era servicial con todos. Naturalmente muy inteligente, en todo su comportamiento, sabía estar, era siempre un hombre educado.

Humilde. No de pacotilla, sino de verdad. No se pavoneaba nunca por los cargos importantes que ocupó. Gustaba acogerse a su condición de lego para no sobresalir, para no aparentar, para no presumir. Para el observador, aquí radicaba la mejor riqueza de su personalidad.

Gusto por la vida. Fue portero del Recreativo Granada en su juventud –entró en la Compañía de Jesús con 20 años- y siempre le gustó el futbol. Saboreaba una buena mesa. Constante lector de buena literatura. Le gustaba pintar, y no lo hacía mal como dibujante. Huyendo de falsos misticismos, no le hacía ascos a la vida.

Centrado en Dios. Sin duda, lo más hondo de su persona, lo que explica muchas de sus restantes características. Sacrificado, hacía oración, no dejaba la Eucaristía, era buen lector de la buena teología. El centro de su vida no estaba en las actividades que ejerció, sino en Dios.

Muchos años, durante el tiempo que estuvo en el Noviciado jesuita, fue manoductor, el arcaico término empleado para el que acompañaba e instruía a los entonces numerosos novicios coadjutores, una especie de ayudante del Maestro de Novicios. Fue realmente un ejemplo de buen Hermano Jesuita. No porque no tuviese cultura u oficios. Como los grandes Hermanos de la historia de la Compañía (pintores, arquitectos, gestores de lo temporal…), fue Hermano porque ésta era su vocación y porque quiso servir a Dios de esta forma peculiar. Un jesuita ejemplar. Su ejemplo merece ser reconocido incluso fuera de la Compañía de Jesús.