domingo, 26 de febrero de 2012

ANDALUCÍA, ¿proseguir o evolucionar?

          Cuando era estudiante, hace muchos años, aún sin Autonomías y sin "Día de Andalucía", dediqué un largo estudio -aunque el tema todavía no estaba de moda- a la identidad andaluza.
          La hipótesis entonces ya era que Andalucía ha sabido mantener su carácter a pesar de que por ella han pasado todas las culturas históricas. Con presencias humanas constatadas desde el primer Paleolítico, desde los cartagineses a los fenicios, con sello propio durante las épocas tan diversas romana y árabe, en el barroco, en el romanticismo,... Andalucía ha conseguido mantener su propio sello, cambiando obviamente con las distintas culturas invasoras, pero manteniendo muy clara siempre su propia identidad. Son las teorías de la "eternamente vencedora, de Pemán, o del "colchón, de Ortega y Gasset. Y todo esto, además,de forma eminente, pues en todas esas diversas culturas históricas ha florecido señeramente, ha sobresalido de forma importante.
          Al hacer aquel lejano estudio, ya señalaba entonces que, desde el Romanticismo, Andalucía había mantenido abierto un grave problema: no había avanzado, seguía con toros/gitanas/claveles/    /caballos/flamencos, sin evolucionar de forma personal hacia la modernidad.
          Ahora, con ocasión del "Día de Andalucía", quiero añadir que el problema entonces insinuado se ha agrandado enormemente, se ha sobredimensionado. El socialismo,vigente durante los últimos treinta años andaluces, ha intentado marcar unos hitos de lo "políticamente correcto", que estoy muy convencido no casan armónicamente con las esencias del andalucismo histórico. No mantengo que haya que volver a la "pandereta", pues ya he dicho que el problemas está abierto desde el Romanticismo. Pero sin tener que ejemplarizar detalles bien patentes para el que vive en Andalucía, la cultura ancestral andaluza no se encierra en los muy simples tópicos modernistas tantas veces en boga, casi impuestos.
          Andalucía tiene que evolucionar, seguir produciendo moldes culturales fieles a su tradición histórica, dentro de la más estricta modernidad. El reto está abierto para la acreditadamente renovadora esencia andaluza.

jueves, 23 de febrero de 2012

ATACAR O DEFENDER, NO INFORMAR

          Estamos volviendo de nuevo a los enfrentamientos políticos y sociales, que dificultan mucho conocer la verdad de lo que está ocurriendo en España.
          La actualidad de domingo, 19 de febrero, ofrece un caso práctico de esta dificultad creciente. En la misma mañana del domingo, tiene Mariano Rajoy el discurso de clausura en el Congreso en el que ha sido elegido Secretario General del PP. A las mismas horas de la mañana, se celebran movilizaciones en las calles, organizadas por los Sindicatos UGT Y CC OO -con el apoyo del PSOE- contra los ajustes salariales y económicos planteados por el Gobierno.
          Conocer en la mañana del lunes 20 de febrero lo que de verdad había ocurrido el día anterior en las manifestaciones de los Sindicatos contra el PP, no resultaba tarea fácil. En los diarios "informativos" de la mañana, las emisoras comentaban lo bien o lo mal que que habían salido las manifestaciones, explicaban las razones que había habido para convocarlas o lo improcedente que habían resultado estas convocatorias. Conocer el número exacto de ciudades en las que había habido manifestación -¿47?¿50?¿57?- o hacerse una idea cabal de los resultados obtenidos en cada una de ellas, resultaba prácticamente imposible. Cada medio iba a "defender a los suyos", no a informar de personalizadamente sobre lo ocurrido. RNE, en estos momentos con dificultad para definirse, prefirió hablar de los Goyas entregados la noche anterior, y en ello estuvo todos los primeros minutos del Informativo matinal.
          La prensa escrita aún ofrecía más contrastes. Por fijarme sólo en dos de los medios, en EL PAÍS, las manifestaciones ocupaban una fotografía a cinco columnas y la mitad del espacio de la primera página del periódico, más tres páginas interiores completas (de la 8 a la 10), con su gran formato y sin publicidad, más un extenso comentario editorial, La calle habla. En el ABC, no había alusión alguna a las manifestaciones en la primera página, y toda la información de los hechos estaba recluida en las páginas de Economía (tres páginas también, de la 59 a la 61), con un comentario firmado, Carnaval Sindical, y un breve suelto editorial, Hipocresía Sindical. Los contenidos de las informaciones, obviamente, estaban en consonancia con tan descarada desigualdad en el tratamiento informativo.
          Pocos días después, con la represión a las manifestaciones juveniles que se han producido en Valencia, ha habido otro caso similar de alejamientos conscientes de la verdad. La "información" se sustituía por las argumentaciones a favor o en contra de los policías y de los estudiantes.
          Es lamentable que esta situación se produzca en el panorama informativo y, sobre todo, en el momento actual de la vida española. El enfrentamiento frente a "los otros" se está exacerbando de nuevo y, cada vez más lejos de dar a conocer la verdad, se está produciendo un alejamiento progresivo de la objetividad, un ocultamiento de la verdad que al propio grupo no le conviene, y un enfrentamiento sólo pasional con los temas. Más serenidad, más información, más respeto a la verdad, están resultando de nuevo cada vez más deseables.

miércoles, 15 de febrero de 2012

AVENTURA EN EL MONTE SAN ANTÓN

      Hace algo más de un mes, desde el 14 de enero, no he escrito aquí nada, no he introducido ninguna "entrada" en el blog "Tras mi vidriera". La razón por la que no he podido escribir es la "Aventura en el Monte San Antón", que brevemente paso ahora a narrar.
      El lunes 23 de enero, siguiendo la costumbre de dedicar parte de la mañana de los lunes al senderismo, me dispuse a subir al Monte San Antón. En mi infancia, desde el Colegio San Estanislao, en El Palo, había subido allí muchas veces, y sentía gusto y nostalgia por recordar los parajes silvestres y las insuperables vistas que desde árriba se disfrutan. Al subir, me sorprendió mucho la cantidad de viviendas y chalets que se han ido construyendo en las laderas del monte. Una hora justa tardé, caminando, desde la Avenida Juan Sebastián Elcano, hasta la última de las viviendas construidas, creo que en la calle Sauces. Otra hora completa me requirió llegar -por la senda bien trazada existente- hasta la cima más alta del Monte, donde hay ahora instalada una hermosa y esbelta cruz, que ha venido a sustituir a una pequeña capillita de la Virgen que subimos y colocamos en el mismo lugar cuando yo era niño.
      Al contemplar el paisaje desde arriba, observé que a mi izquierda, bastante por debajo de la senda que había empleado para la subida, había otros dos caminos, al parecer más amplios y cómodos que el que había empleado para llegar a la cima. No me parecieron muy distantes, pensé que habría algunas sendas de menor entidad para llegar a ellos, y cometí entonces el grave error de decidir e iniciar el regreso "a campo traves", para salir al encuentro de los caminos que divisaba claros, creyendo entonces que estaban a corta distancia. Antes de comenzar el descenso, a la 13,30, llamé por el teléfono móvil a mi casa para avisar que llegaría un poco más tarde al almuerzo, pensando que tardaría más o menos el mismo tiempo -una hora- que había consumido para la subida. Error pequeño pero de graves consecuencias fue que no cerré la cremallera del bolsillo del shandall donde guardaba el móvil, con lo cual lo perdí al iniciar el descenso y quedé incomunicado, tanto para enviar como para recibir mensajes. La llamada que hice, con todo, sirvió mucho para concretar donde estaba y para alertar a los que esperaban mi llegada y preocuparles al constatar que no aparecía, ni por la tarde ni por la noche...
      Ahí comenzó la aventura, que pudo acabar en tragedia. La falda de la montaña por la que debía caminar era mucho más empinada, abrupta y llena de malezas, de lo que yo había supuesto. Pronto tuve que deslizarme casi todo el tiempo sentado, arrastrándome por el suelo, sufriendo los innumerables efectos de las púas, de las zarzas y los abrojos. Tuve algunos traspiés, sin consecuencias en lesiones graves, pero que cada vez me dejaban más indefenso, también por la debilidad y por la sed progresivas, antes de poder volver a ponerme en pie y reiniciar el camino. El itineranrio cada vez se hacía más difícil, más abrupto y salvaje, perdiendo además absolutamente de vista las caminos que erroneamente había considerado como muy cercanos, y convirtiendo en totalmente desaconsejale o imposible la vuelta a atrás. Había elevados saltos formados por la rocas del monte, que me obligaron varias veces a retroceder y a tomar caminos alternativos.
      La tarde iba avanzando y mi ilusión de volver pronto a terrenos abiertos se iba diluyendo. Vi que se ponía el sol, que aparecían las luces del caserio de las laderas del monte -caserio cercano, pero no tan inminente como yo había supuesto- que se hacía noche cerrada; tuve un nuevo traspié debajo de unos pinos muy bajos, me costaba mucho levantarme, me tendí y me quedé dormido. Con las primeras luces y tiritando algo por la hipotermía, proseguí el camino, tan difícil como el que había recorrido la tarde y la noche anteriores. Al fin, sobre las 10 de la mañana, salí de los últimos matorrales casi impenatrables, y apareció el campo abierto. El camino y las casas estaban ya, según creo, a pocas decenas de metros. Me tendí en el suelo, muy cansado, para intentar recobrar fuerzas.
      Desde la tarde anterior, al comprobar que yo no volvía y que el móvil no respondía a las llamadas que se me hacían, se produjo gran alerta y surgió obviamente el miedo por lo que puediese haber ocurrido. El Equipo de Bomberos y Policñia Local se pusieron en movimiento, rastreando los terrenos por los que pensaba que podría andar, con la ayuda de perros especializados. El propio Alcalde de Málaga se interesó por el caso y se puso al frente de las operaciones de rescate. No se obtuvo ningún resultado postivo por la tarde y a las primeras horas de la noche. A la mañana siguiente, salió ya a buscarme el helicóptero del Grupo de Emergencias de Andalucía, Emergencias 112 Andalucía, que me descubrió desde el aire, primero "inerme" y luego "en movimiento" (al ver el helicóptero parado en el aire frente a mí, comencé a moverme, para demostrar que no estaba inconsciente).
      Luego vino toda la parafernalía de la toma de tierra de los socorristas, la comprobación de que no estaba tan mal como se había podidio sospechar, el traslado en camilla al helicóptero y el transporte final al Hospital Clínico. Toda la prensa local y hasta nacional dio cuenta del suceso, que había resultado ciertamente alarmante y noticioso. He permanecido después casi diez días en el Hospital, reponiendo una deshidratación muy severa y con alguna complicacioón también de riñón, pero ya me encuentro en casa recuperando los músculos muy deshechos por la hiperactividad primero y luego por la pasividad hospitalaria.
      Una "aventura" que, gracias a Dios, puedo ahora contar. Una grave imprudencia, de meterme solo por un trayecto totalmente desconocido y mucho peor de lo que yo había sospechado. Una ocasión para agradecer los muchos gestos de solidaridad que este hecho insólito ha logrado despertar.