domingo, 31 de marzo de 2013

EXCUSAS POR LA INFORMACIÓN SOBRE EL PAPA

         El interés desencadenado sobre la renuncia y el nombramiento del Papa fue el tema de un comentario que hice hace pocos días, solicitando entonces que alguien indicase las posibles causas de ese interés masivo. "La causa, el por qué, de todo este desmesurado interés es lo que no queda nada claro", dije entonces. Ya he visto algunos comentarios sobre el tema.
     Juan José MILLÁS, en su columna de la contraportada de EL PAÍS, echaba la culpa de la atención prestada al mero "papanatismo" , aprovechando la ocasión para hacer un ataque vitriólico contra la Iglesia, "una  institución antidemocrática, misógina, patriarcal, homófoba y colaboradora esencial de algunas de las dictadoras más sangrientas del siglo XX, la española entre ellas. Veía uno el telediario o escuchaba la radio, y no daba crédito...". La sorpresa, se puede entender; pero el ataque sin venir a cuento, sólo es explicable por el sectarismo antieclesial del autor.
           Por las quejas llegadas al periódico sobre la atención prestada, el Defensor del Lector de EL PAÍS ha dedicado al tema su habitual artículo dominical. El tono del comentario -éste, ciertamente moderado y respetuoso- ha sido de intentar justificar "la amplia cobertura" prestada a "los últimos acontecimientos en el Vaticano", exponiendo las quejas de algunos lectores ("me choca la atención dedicada..., algo que interesa a una parte de los lectores, parte que quizá ni siquiera sea mayoritaria entre los lectores de EL PAÍS", ocupación un día "monográfica" de toda la sección de internacional del periódico: "¿no pasó nada más en el mundo?")  y pidiendo la opinión del responsable del hecho en el periódico. El que hayan sido "acontecimientos excepcionales" en la vida de la Iglesia -explicaba el Director Adjunto afectado- exigía una "cobertura intensa, extensa y lo suficientemente compleja como para que cualquier lector, interesado o no, católico o no, pudiera tener suficientes elementos de reflexión", añadiendo que "la información sobre el hecho religioso que representa la Iglesia católica no son fáciles de abordar, suelen ser objeto de debate y requieren un esfuerzo añadido de rigor, seriedad, profundidad y pluralidad".
          No sería escaso fruto el que un periódico de tanto alcance reconsidere en el sentido apuntado el tono y el enfoque de sus informaciones sobre la Iglesia católica, en otras ocasiones exentas de objetividad y muy cargadas de pasión. El que el Defensor del Lector se haya sentido obligado a elaborar este comentario -excusa también por qué se ha escrito Iglesia con mayúscula, y no iglesia con minúscula- indica que la atención desmesurada prestada por el periódico ha sorprendido a muchos, pero no profundiza suficientemente en el por qué se ha levantado tal interés, ni en el  por qué los medios han respondido tan extensamene a esta demanda.
          Las noticias a veces se desbocan, sin que ni siquiera los mismos periodistas sepan muy bien por qué. Ya sugerí en mi comentario anterior que este tema merecería un recuento de datos exhaustivo y una reflexión mucho más profunda. Este trabajo está aún por hacer.  
         

jueves, 28 de marzo de 2013

Séptimo día: APUESTO POR LA VIDA

         La lluvia escampa, tras la noche viene el día y, para los creyentes, la
muerte conduce a la  resurrección.
         Hay quien se empeña en permanecer en lo negativo. Quien durante la noche no
concibe que pueda aclarar en algún momento el día, los que estiman que la lluvia va a 
continuar para siempre. Concebir una situación mejor que la actual constituye para
algunos una utopía, algo realmente imposible.
          Pero estos cambios son posibles. El paso de lo malo a lo bueno no es una ilusión,
ni una utopía inabarcable. Sucede en realidad en muchas ocasiones, y hay que estar
dispuestos a desear una situación mejor y a recibirla con agradecimiento cuando se
presenta.
          La Semana Santa es la instalación en la muerte, en el dolor y en la pasión
sufrientes. La imaginería de la Semana Santa es toda de muerte, de caídas, de azotes,
de sufrimiento y de cruces. Este recorrido por el dolor resulta del todo explicable
porque el sufrimiento existe, fue una realidad en la vida de Cristo y sigue existiendo
en la vida de muchas personas. Destacar el sufrimiento no es desaconsejable, cuando
el dolor es una realidad que se impone tan drásticamente. Este año, la crisis económica
es causa de más sufrimientos de los que el no la está pasando no se atrevería ni siquiera
a imaginar. La pasión y la muerte son momentos innegables en la persona de Jesucristo,
y es de justicia representarlas así en los pasos y en los tronos,con respeto y con
agradecimiento
      Pero la muerte para el creyente conduce la resurrección, y esto no queda
suficientemente resaltado en los desfiles de Semana Santa. Después de la
muerte no viene el final, sino la vida. Una vida distinta, que sobrepasa a la
anterior, que supera los propios límites de lo humano, pero que no deja de ser
vida, proyección hacia la plenitud de lo que antes era sólo comienzo limitado.
          Es momento de apostar por la vida, de creer que el cambio a mejor es
posible, que el dolor -¡tan cierto!- no es lo último, que resulta posible el tránsito
a una situación mejor, que conduzca a plenitud lo deficientemente iniciado en
la etapa anterior. Apuesto por la vida.
 
      
 
         

martes, 19 de marzo de 2013

¿POR QUÉ TANTO INTERÉS POR LO DEL PAPA?

          Me gustaría mucho que alguien me explicase por qué se ha levantado tanto interés por la renuncia de Benedicto XVI y, sobre todo, por el nombramiento del Papa Francisco.
          La conmoción que se ha provocado no entra dentro de lo normal, desborda los límites más extremos de una noticia. El día del nombramiento de Papa, los periódicos incluían un titular en primera página a cinco columnas, algún artículo editorial, varias comentarios firmados y hasta alguna viñeta humorística, además de un desarrollo informativo inusitado de 30 páginas (ABC), 14 páginas (EL PAÍS), 12 páginas (EL MUNDO), 10-12 páginas los periódicos provinciales (SUR, LA OPINIÓN DE MÁLAGA); los canales de televisión han hecho sus informativos directamente desde Roma; las radios abrían sus informativos hablando del humo negro o blanco... y luego del nuevo Papa. Un comentario he leído comparando el interés de la noticia con el nombramiento de Obama, pero diciendo que en el caso del nuevo Papa ha sido mayor. Creo que no he visto nunca antes semejante interés por una noticia.
            La causa, el por qué, de todo este desmesurado interés es lo que no queda nada claro. Un comentario malévolo he visto, adjudicando el fenómeno a la habilidad de la Iglesia en el dominio de la comunicación, con sentido crítico respecto a cierta manipulación implícita. Lo contrario he visto en otro comentario benévolo, poniendo la raíz de todo esto en el interés que sigue despertando la Iglesia. Personalmente, lo que más me llama la atención no es que los medios confesionalmente católicos dediquen números extraordinarios al tema (ALFA Y OMEGA, VIDA NUEVA), sino el que medios distantes o aún contrarios a la Iglesia hayan tratado la noticia con interés  y extensión semejantes.
          Para mayor inri, hasta que se supo el nombre del nuevo Papa, la materia noticiable era muy escasa, casi inexistente, porque lo que se podía informar sobre el tema era sólo sobre las Congregaciones no abiertas de los Cardenales y sobre los preparativos en la Capilla Sixtina. Tal vez esta carencia de materia informativa era lo que provocaba el aluvión de suposiciones sobre los papables y sobre lo que el nuevo Papa debería hacer en la Iglesia, con alusiones más o menos veladas a pretendidas y ocultas fuentes, habiendo demostrado los hechos posteriores que todo el anterior aluvión había sido más fruto de la imaginación o de las visiones interesadas que de lo que auténticamente iba a ocurrir en el Cónclave.  
          Sólo desde el punto de vista informativo, el comportamiento de los medios en estos días merecería algún estudio serio, tal vez alguna tesis doctoral con recuento exhaustivo de los datos y con aportación de alguna hipótesis interpretativa. Desde el punto de vista religioso, el tema merecería también atención ponderada, analizando y sacando conclusiones sobre las causas -intra y extra eclesiales-  del interés que se ha desplegado sobre toda esta materia. 
           Por todo esto me gustaría recibir más opiniones al respecto, conociendo las posibles claves de interpretación del auténtico vendaval informativo que ha circulado durante el último mes en el interior de la Iglesia católica.        

sábado, 16 de marzo de 2013

Séptimo día: SABER PERDONAR

          Perdonar no resulta nada fácil. Dicen que es lo que más cuesta a una persona, sobre todo cuando ésta se siente ofendida, maltratada o vejada. Cuando se encuentra personalmente implicada, el perdón -aunque se quiera- se vuelve muy a contrapelo para el que lo quiere conceder.
          El perdón provoca distinta dificultad de acuerdo con el grado de implicación personal que tenga el que tiene que perdonar. "Lo que me ha hecho no puede ser perdonado ni olvidado", confiesa la persona a la que le han matado un familiar directo, un marido o un hijo. "No descansaré hasta que caiga sobre él todo el peso de la ley", sentencia el que considera indignante la acción realizada. En el círculo más reducido de la familia, los enfados y las tensiones tardan muy diverso tiempo en diluirse según el grado de ofensa que cada uno percibe en la acción o en el momento que ha sido el origen del conflicto. El perdón siempre cuesta, pero resulta casi imposible de otorgar en algunos casos 
          Por todo esto provoca tanta sorpresa la escena de Jesús perdonando a la mujer adultera sobre la que tenía derecho a lanzar piedras. El caso estaba siendo usado por sus enemigos como test para detectar el "respeto a la ley" que tenía Jesús, en buscar motivos para su condena. Con "el que esté limpio que lance la primera piedra" se desprende Jesús de los pretendidos agresores, y luego -al quedar sólo con la mujer- declina el derecho que tiene para lanzar su piedra, le recomienda no volver a las andadas y la perdona con ojos benevolentes.
          Para perdonar hace falta grandeza de ánimo, no hurgar en el "hay que ver lo que me han hecho" o en el "¡qué horrible el ataque a mis intereses!"; resulta además necesario estar convencido de que el acto de venganza no soluciona nada, sino tan sólo da consuelo al que recibió la ofensa; también hay que desimplicarse personalmente, no pensar en que el desagravio al ofendido es indispensable, sino sobre todo en qué comportamiento resulta mejor para el que ha cometido la ofensa.
          El tema aún se vuelve más complejo si se quiere meter a Dios por medio. Del "¡Castigo de Dios!" se ha abusado mucho históricamente. Dios ni quiere ni necesita nunca el castigo, pues cualquier mala acción humana no alcanza nunca a ofenderle, ya que "no ofende quien quiere sino quien puede". Hay mucho antropomorfismo en la supuesta necesidad de castigar por parte de Dios. Hay que pensar, por el contrario, que Dios siempre está más dispuesto al perdón que al castigo, como quedó patente en el hecho de que decidiese el enviar a su Hijo al mundo para salvarle y dignificarle a pesar de los malos comportamientos de los humanos.
          Una revisión de las actuaciones de perdón que resultan posibles para cada cual indicará las dificultades objetivas existentes para entrar en el terreno espinoso del ejercicios del perdón. No es un tema fácil, pero sí puede resultar iluminador comprobar  si existen por delante ocasiones para el perdón y qué dificultades se encuentran para ponerlas en práctica. Qué, cómo y por qué hay que saber perdonar, unas posibles reflexiones para el descanso dominical.




PRIMERAS REACCIÓNES ANTE EL PAPA JESUITA

         La noticia del nuevo Papa Francisco ha conmocionado a todo el mundo. Es notable la reacción que ha provocado en todos los ambientes, tanto creyentes como -sorprendentemente- incluso entre los no creyentes. Diré algo también sobre tres principales reacciones que me ha provocado la noticia.
          1. Sorpresa. La impresión causada por esta noticia no es menor entre los jesuitas que entre el resto de la población, diría incluso que es mayor. Los jesuitas tradicionalmente han excluido casi por completo la posibilidad de ser Obispo y, más aún, de ser Papa. Al hacer la Profesión Religiosa, el jesuita promete "que nunca buscaré cargo alguno de gobierno o dignidad fuera de la Compañía", y esto excluye no sólo la apetencia sino que merma incluso hasta el extremo la posibilidad de ser Obispo o Papa. Las excepciones a esta regla existen, pero son normalmente en países de misión o en situaciones muy raras en las que el Papa ha querido distinguir con el cardenalato a jesuitas en casos muy excepcionales. Sobre todo en el Primer Mundo, consecuentemente, la posibilidad de dignidades eclesiales casi ni se contempla. Por esto, la sorpresa ha sido mayúscula al conocer la noticia del nombramiento como Papa del conocido en la Compañía de Jesús como "P. Bergoglio".
           2. Acatamiento y comprensión. La sorpresa no es contradictoria con el acatamiento y hasta la comprensión con que se ha recibido esta noticia. Los Profesos de la Compañía de Jesús hacen un cuarto voto de "especial obediencia al Sumo Pontífice para cualquier misión a que se me envíe". Este voto característico de la Compañía exige una disponibilidad especial para recibir cualquier "misión" que el Papa o la Iglesia puedan demandar, y no hay misión más perentoria que la formalmente demandada por el Cónclave de todo los Cardenales. Por esto resulta del todo explicable que el "P. Berdoglio" haya tenido que aceptar el mandato conferido por el voto mayoritario de los Cardenales de la Iglesia católica.
          3. Expectativas e ilusiones. Una vez "encajada" la noticia, se abre la espita para formular todas las expectativas e ilusiones que cada cual es capaz de concebir. Existen rasgos en el elegido que permiten soñar buenas consecuencias para el gobierno de la Iglesia: son "las letras y otros dones naturales y humanos" que, según las Constituciones jesuíticas, son menos eficaces que "los medios que unen al instrumento con Dios", pero que tanto ayudan también "para cooperar a la divina gracia". El perfil del nuevo Papa, en uno y en otro sentido, alimenta esperanzas y permite augurar un periodo fecundo para la Iglesia de Dios. Además, continuando con la cita de las Constituciones, lo fundamental ahora es esperar que Dios "haya de conservar y llevar adelante lo que se dignó comenzar".
           Tres sencillas reacciones ante el hecho que tanto ha sorprendido a toda la Iglesia.

martes, 12 de marzo de 2013

EMPECINAMIENTO Y FALTA DE SERENIDAD

          Nunca he entendido bien por qué se declara con tanta facilidad que uno no tiene fe o que es ateo, y por qué cuesta tanto trabajo y es tan infrecuente que alguien se confiese creyente o prácticante de una religión. Estos dos interrogantes aún son más agudos si se refieren a la religión católica, a la que resulta tan frecuente en España tratar con despecho o con ironía y tan infrecuente declararse miembro y alabarla públicamente.
          En estos días, de renovación del Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Católica, esta reflexión se vuelve más frecuente. En la auténtica avalancha de informaciones "religiosas" que invade a la prensa, abunda más la intencionalidad malévola que la aproximación serena e imparcial a los hechos y los temas noticiables.
          Un par de muestras intrascendentes. En un número de La Opinión de Málaga, periódico pertenenciente a una editorial no precisamente sectaria, encuentro dos muestras llamativas: en una sección fija, "Málaga en la Pagina Dos", el autor arranca su columna afirmando: "Llevamos días sin Papa y tengo la misma fe que antes, poca o ninguna", para después bromear diciendo que "el cónclave se encierra en San Pedro (en la basílica, no de Alcantara)". En otra columna fija, "Maldeojos"; el autor se muestra aún más irónico: "La que está organizando el jefe de estado Vaticano... Vi al dimisionario jefe de ese pequeño estado sobrevolar su reino en helicóptero -casi un calco de lo que Federico Fellini nos enseñó en el mítico comienzo de La dolce vita-... A las 8 de la tarde de ese día, zas, por obra del Espíritu Santo Benedicto XVI volvía a ser Josep Ratzinger. Milagros de ese estado en cuya curia hay que tener mucho cuidado para que el Espíritu Santo no te corte el gaznate si te sales del guión". 
          Este tratamiento irónico contrasta con el interés por el nombramiento del nuevo Papa. Hasta 8.000 periodistas he oído que cubrían la noticia estos días en Roma. El despliegue en medios y en países menos católicos resulta hasta difícil de explicar. El empecinamiento contra lo religioso, y mas contra lo católico, resulta difícil de compaginar con el abiertamente desmedido interés por esta noticia. Del anticlericalismo tan español se pasa fácilmente a la curiosidad exacervada. No hay serenidad y objetividad en el tratamiento de la información religiosa.

viernes, 8 de marzo de 2013

Séptimo día: ACEPTAR LAS DIFERENCIAS

 


 


 

            Aceptar una realidad cuando es como a nosotros nos gusta, resulta muy fácil. Lo difícil es aceptar lo que a uno no le gusta, lo que resulta contrario a las propias apetencias o a los personales puntos de vista.

Cuando se trata de personas, aún resulta más evidente este elemental principio. Hasta agradable se convierte la aceptación de las personas que coinciden con las propias características, que no ofrecen aristas que choquen con los gustos más personales. La dificultan se presenta cuando hay que aceptar a personas que a uno no le gustan, que tienen características chocantes o desagradables. Entonces, se produce el rechazo. O el querer que la otra persona cambie, hasta acercarse a los gustos propios o a los planteamientos  de vida que uno considera más agradables.

La convivencia, con todo, requiere la aceptación de los contarios, de los que son de otra raza, de otro color, de otro país o región; de diferente religión o concepciones de la vida; de equipo distinto o de culturas distantes. La necesaria convivencia no se puede mantener cuando sólo está uno dispuesto a aceptar los que están ajustados a las propias medidas.

El padre acepta al “hijo pródigo” sabiendo que se ha comportado mal, habiendo experimentado en su propio carne los resultados de su apetencia de dinero, de su decisión de dejar la casa; habiendo tenido noticias del desastre que ha sido su vida fuera del hogar, cuando ha tenido que construir su vida por su cuenta. A pesar de todo esto, el padre acepta al hijo y, sin reñirle siquiera, lo acepta de nuevo en su casa. Actitud que no comparte el “hijo bueno”, el que protesta porque su padre sea tan magnánimo, el que le echa en cada a su hermano todos sus errores y malos comportamientos.

La aceptación de las personas resulta difícil cuando implica aceptar diferencias y comportamientos no estimados como válidos. En lo personal, la familia y las comunidades reducidas resultarían más vivibles cuando la aceptación de los otros no exigiese cambios personales imposibles, cuando incluyese la aceptación de lo imperfecto o menos agradable. En los social, cuando la convivencia se alarga a comunidades más amplias, a regiones o países distantes, todavía resultaría más necesario, más revolucionarios incluso, la aceptación de las diferencias sin desorbitadas exigencias o compensaciones, la aceptación si más del otro tal como él es.

¿Un sueño? ¿Algo del todo imposible? Los comportamientos evangélicos apuntan en ocasiones a lo difícil y utópico. Apuntar alto para que el tiro llegue más allá de las visiones egoístas y rastreras. Soñar tiene sentido para acercarse a la utopía.

sábado, 2 de marzo de 2013

Séptimo día: CRÍTICA A LA ESTERILIDAD

          La actual crisis tiene efectos colaterales a la misma economía. No sólo se nota la crisis en la falta de recursos económicos, sino en otros aspectos de la vida humana muy alejados de todo lo relacionado con el dinero.
          La crisis económica vuelve a la gente más precavida, más cuidadosa de sus propios bienes, más atenta a cualquier síntoma que se relacione con sus intereses personales y familiares. Hasta aquí, todo bien. Pero lo malo es que la crisis engolfa también a las personas en sus propios intereses, les hace perder perspectivas respecto a los problemas de los demás, cierra la mirada a todo lo que no es propio y hace brotar una capa de egoísmo que lo cubre todo.
          Hay quien ha dicho que la peor no es la económica, sino la crisis de valores, que es origen o consecuencia de la misma crisis económica. La falta de recursos económicos es un toque de arrebato, que origina otros muchos problemas personales, sociales y de relación mutua.
          La actual crisis provoca también, como consecuencia, la enfermedad de la esterilidad. La fecundidad, los brotes de nueva vida, se contienen. El cuidar con angustia de los propios intereses conduce a no ser sensibles a los intereses ajenos; a mantener la vida sólo atenta a sí misma, sin ambición ni potencia para crear nuevas vidas, para desarrollar actividad y vitalidad vayan más allá de los propios intereses. La crisis cierra las entrañas, la imaginación y los recursos humanos, cayendo en una seca y yerma esterilidad.
         Por todo esto es resulta ahora tan oportuna la crítica de la esterilidad, contenida en el texto evangélico dominical. La higuera que no da fruto merece ser arrancada, para que no consuma inútilmente la savia de la viña en la que está plantada. La persona, la institución, el país, que se vuelven estériles, se hacen acreedores de severas sanciones, de recibir el mismo trato que una higuera estéril. El no producir nueva vida, la esterilidad, lleva consigo un germen de empobrecimiento,que amenaza la vida misma de la entidad estéril.
          Cave, con todo, un recurso a la esperanza. A la higuera estéril se le da, en la parábola evangélica, una última oportunidad, con nuevos cuidados del agricultor que la cuida, para esperar que el nuevo año produzca ya los esperados higos. La conducta errada, antes que la condena o la eliminación definitiva, puede recibir un novo voto de confianza. Si continúa la esterilidad, la eliminación no podrá ser evitada; pero antes, hay que confiar en que, con nuevos cuidados, la higuera mejore su comportamiento y traiga nuevos frutos.
          Una metáfora llena de sentido y rabiosamente actual. El encerrarse dentro de los límites de los propios intereses debe ser sustituido por la apertura a los problemas de todos, por una fecundidad que produzca nueva vida y haga explotar los propios encerramientos.