martes, 12 de marzo de 2013

EMPECINAMIENTO Y FALTA DE SERENIDAD

          Nunca he entendido bien por qué se declara con tanta facilidad que uno no tiene fe o que es ateo, y por qué cuesta tanto trabajo y es tan infrecuente que alguien se confiese creyente o prácticante de una religión. Estos dos interrogantes aún son más agudos si se refieren a la religión católica, a la que resulta tan frecuente en España tratar con despecho o con ironía y tan infrecuente declararse miembro y alabarla públicamente.
          En estos días, de renovación del Obispo de Roma y Papa de la Iglesia Católica, esta reflexión se vuelve más frecuente. En la auténtica avalancha de informaciones "religiosas" que invade a la prensa, abunda más la intencionalidad malévola que la aproximación serena e imparcial a los hechos y los temas noticiables.
          Un par de muestras intrascendentes. En un número de La Opinión de Málaga, periódico pertenenciente a una editorial no precisamente sectaria, encuentro dos muestras llamativas: en una sección fija, "Málaga en la Pagina Dos", el autor arranca su columna afirmando: "Llevamos días sin Papa y tengo la misma fe que antes, poca o ninguna", para después bromear diciendo que "el cónclave se encierra en San Pedro (en la basílica, no de Alcantara)". En otra columna fija, "Maldeojos"; el autor se muestra aún más irónico: "La que está organizando el jefe de estado Vaticano... Vi al dimisionario jefe de ese pequeño estado sobrevolar su reino en helicóptero -casi un calco de lo que Federico Fellini nos enseñó en el mítico comienzo de La dolce vita-... A las 8 de la tarde de ese día, zas, por obra del Espíritu Santo Benedicto XVI volvía a ser Josep Ratzinger. Milagros de ese estado en cuya curia hay que tener mucho cuidado para que el Espíritu Santo no te corte el gaznate si te sales del guión". 
          Este tratamiento irónico contrasta con el interés por el nombramiento del nuevo Papa. Hasta 8.000 periodistas he oído que cubrían la noticia estos días en Roma. El despliegue en medios y en países menos católicos resulta hasta difícil de explicar. El empecinamiento contra lo religioso, y mas contra lo católico, resulta difícil de compaginar con el abiertamente desmedido interés por esta noticia. Del anticlericalismo tan español se pasa fácilmente a la curiosidad exacervada. No hay serenidad y objetividad en el tratamiento de la información religiosa.

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