jueves, 12 de julio de 2018

Descanse en paz el obispo Setien

 

 

La foto, junto a la ikuriña, ya expresa la parcialidad con la que se ha solido mirar siempre la figura del obispo José Mª Setién. La noticia ahora de su muerte ha seguido dividiendo la opinión.

ABC ha titulado: "Ha muerto el obispo que desamparó a las víctimas de ETA", y el miembro del PP, Borja Sémper, se ha atrevido a formular:"Ha fallecido quien demostró que se puede ser obispo sin creer en Dios". Frente a estos testimonios tan negativos, en el día mismo de su muerte, el presidente vasco Urkullu afirmó que fue "un hombre que sembró la convivencia", "seguiremos fortaleciendo esa semilla", y lo presentó como ejemplo "en la Iglesia y en Euskadi". La disparidad de opiniones perdura tras su muerte. "Controvertido" es el adjetivo que más se ha repetido al informar sobre su muerte.

Para confirmar que su pontificado fue realmente controvertido, no hace falta acudir a las hemerotecas para recoger las opiniones vertidas por el obispo Setién a lo largo de sus más de veinte años como responsable de la diócesis de San Sebastián. Sin referencias minuciosas y sólo con el recuerdo de una actividad que siempre seguí con interés, me parece justo destacar ahora algunos aspectos positivos de este obispo, que tal vez ahora resulten incluso más claros y positivos que lo fueron durante toda su vida:

1.- Aun los menos comprensivos con su figura, todos reconocen que Setién siempre se mostró absolutamente crítico con la violencia armada de ETA. Su supuesta simpatía hacia los independentistas nunca le conduzco a condescender con el terrorismo violento. Reiteradamente solicitó públicamente a los miembros de ETA que abandonasen el uso de las armas.

2.- Es cierto que su condena de la violencia de ETA estuvo normalmente mezclada con la condena también de la supuesta violencia de los perseguidores de la ETA. Esta equidistante ambivalencia siempre molestó mucho a lo enemigos de Setién. Igualmente se le tacha mucho de poca cercanía con las víctimas del terrorismo, una condena que actualmente también se repite contra las medidas políticas que algunos ven conveniente implantar ahora en Cataluña.

3.- El reconocimiento de Setién de que, junto al problema del terrorismo estaba también el problema político, molestaba mucho escucharlo de sus labios o de su pluma en aquellos momentos tan violentos, pero en estos días tal vez resultaría más comprensible cuando se está repitiendo hasta la saciedad que el problema catalán encierra un problema penal pero reviste también un aspecto político, que hasta hace muy poco no había disposición para contemplar.

4.- Incluso en este momento de su muerte, se ha recordado que su jubilación como obispo de San Sebastián resultó un poco precipitada. No se puede dejar de tener en cuenta, con todo, que no hubo condenación expresa oficial alguna a su actuación y que los aires que entonces se respiraban en el Vaticano no eran desde luego los mismos que allí dominan ahora, aunque resulte imposible retrotraer el pontificado de Francisco hasta aquella época para imaginar cuál hubiese sido su valoración de la figura y el talante de Setién.

5.- Que recuerde, nunca hubo en el país vasco de aquellos años una ruptura de la postura oficial de los obispos y de la Iglesia en general, como sí ha ocurrido sin embargo recientemente en Cataluña.

6.- La Iglesia vasco navarra manifestó en aquellos años un signo importante de unidad con unas anuales pastorales cuaresmales, que, más allá de lo estrictamente coyuntural, penetraban con mucha seriedad en temas profundos de teología y pastoral, constituyéndose en instrumentos muy útiles para todo el resto de la iglesia y de la sociedad españolas. Se publicaron cada año estas pastorales conjuntas en pequeños volúmenes, que todavía resultan de gran utilidad fuera incluso de aquellos territorios.

7.- En aquella actividad conjunta de los obispos vasco-navarros de aquellos años tuvo un participación muy importante el obispo Setién, un hombre muy bien formado previamente -en el famoso entonces Seminario de Vitoria y en la Universidad Gregoriana de Roma- y que antes de ser obispo ejerció además importante magisterio en la Universidad Pontificia de Salamanca. De mis lejanos estudios de filosofía, todavía recuerdo que a Setién se le citaba como importante autoridad ética en aquellos años.


Tras estos pocos recuerdos, superando las confrontaciones que todavía se están manejando, sólo cave esperar y desear que don José María Setién descanse ya definitivamente en la paz del Señor.


lunes, 2 de julio de 2018

EL FUTBOL, UNA RELIGIÓN. Diez semejanzas.

Hace más de una docena de años, en los días veraniegos próximos al comienzo de la Liga británica, me llamó mucho la atención -en Inglaterra- una gran valla anunciando el Futbol como una Religión, creo recordar que con el fin publicitario de reclutar socios para el equipo de Liverpool.

Ahora, en los días de máximo paroxismo del futbol, al hilo del aluvión de partidos metidos en todos los hogares desde el campeonato del mundo de Rusia, se está aprovechando la ocasión para destacar también las dimensiones más transcendentes del futbol, relacionándolo "con la filosofía, con la antropología y hasta con la religión". La línea argumental de todas estas reflexiones es que el futbol se asemeja a la religión y que "ser hincha, fan o seguidor de un club o de una selección es un compromiso religioso". Es ésta una buena ocasión para reflexionar brevemente sobre el tema, para aportar algunas semejanzas (y desemejanzas) existentes entre el futbol y la religión*.

1. ASISTENTES, POR MILLONES. La más gruesa semejanza entre el futbol y la religión es que ambos fenómenos reclutan semanalmente los asistentes por millones. De forma aproximada, se dice que 14 millones de españoles acuden semanalmente a los campos de futbol. Con mayor precisión, la última estadística del CIE calcula que, del 72 % de españoles que se afirman como católicos, el 14,3 % asiste a la misa dominical, cifra en sí baja pero que eleva de hecho a 7 millones los asistentes reales a las iglesias cada semana. Ninguna otra realidad en España se aproxima siquiera a la participación que la religión y el futbol convocan (a éstas hay que añadir, además, las cifran también millonarias de los seguidores a distancia de estos fenómenos por las televisiones y las radios). Los presupuestos económicos anuales de más de 1.000 y 2.000 millones de euros, para la Iglesia católica y para el futbol español respectivamente, visualizan también las dimensiones millonarias de estas dos macro-instituciones. Sólo la Iglesia y el futbol miden sus fuerzas en España con semejantes dimensiones millonarias


2. LOS RITOS, COMO NORMA DE FUNCIONAMIENTO.
Las ceremonia religiosas son rituales, están sometidas a normas  muy precisas de palabras y de gestos para las diversas actuaciones eclesiales, para cada uno de los sacramentos que  se ofician.
Pero en el futbol existen también exigentes ritos para las actuaciones: en los templos o catedrales que son los estadios (no solo en Bilbao), las tribunas recogen a los feligreses; sobre el césped ofician los sacerdotes (algunos jugadores se consideran y son considerados como dioses); los hinchas, son los creyentes; los goles, auténticos milagros; todo está además marcado por precisos ritos de procesiones iniciales, banderas, cantos e himnos, respuestas entusiastas de los asistentes... Los ritos están tan marcados en los estadios de futbol como en las ceremonias religiosas.


3.  CULTO. Las ceremonias religiosas son actos de culto, en ellas se rinde culto a Dios. Las novenas, quinarios y triduos organizados por las Hermandades son familiarmente denominados por los "semanasanteros" como los "cultos". El futbol es también un acto de culto al deporte, al balón, a los goles, a la suntuosidad de los estadios. El que va al futbol se sumerge en un acto masivo de alabanza a la mágica de los enfrentamientos, que pueden o no acabar en el éxito de los goles.

5. VALORES COMPARTIDOS. Los que se acercan a un acto religioso comparten con los demás el valor supremo de la fe. La práctica del deporte comparte y fomenta también una serie de valores importantes: la igualdad de los miembros del equipo, la superación personal, la ilusión, la competencia, la solidaridad... Para un escéptico de los valores tradicionales, "perdida la confianza en la política y la religión, sólo queda el partido de la jornada para construir la identidad y construir la arcadia sintética de las multitudes" (Manuel Mandianes, miembro del CSIC).

6. PECADOS CAPITALES. No sólo hace participar en valores, también introduce el futbol en una serie de antivalores, los que serían los también siete pecados capitales de este deporte: "capitalismo, mercantilización, colonialismo, nacionalismo, psicología de masas, patriarcado, codificación legal de la violencia". El futbol no es blanco, no está exento de defectos, pero "abstrae a un reino más elevado y sacro de experiencias ritualizadas".

7. ACEPTACIÓN DE LA CRUZ. En el futbol hay que aceptar la derrota, como en la religión hay que encajar la cruz, "La fe en unos colores resulta idéntica al fenómeno religioso sólo funciona correctamente cuando se conjuga con un fracaso monumental, inapelable, la derrota; incluso, la derrota en una final. Sólo quienes padecen ese vacío se acercan al futbol de una manera realmente religiosa". Los aficionados hablan mucho del "sufrimiento" por el que inevitablemente hay que pasar, para ganar un partido cuando domina mucho el balón el equipo contrario, o, lo que es todavía mucho peor, para perderlo irremisiblemente.

8. TRANSMISIÓN DE IDENTIDAD. El futbol es un auténtico "constructor de identidad, funciona mejor que la política para trasmitir a la gente una sensación de comunidad". La grada iguala, y hace a todos participantes de un mismo sentir. Para los que desconfían de la política e incluso de la religión, "sólo queda el partido de la jornada para construir identidad y establecer la arcadia sintética de las multitudes". La asistencia a los partidos "organiza el caos individual, social, político y religioso, que muchos llevan dentro y -en lenguaje aún más solemne- llena el vacío existencial de las referencias perdidas y de la complejidad de la vida". Los gritos que llenan los campos de futbol -se ha llegado a decir- son "intentos de vomitar dramas cotidianos... La horas dedicadas al futbol son horas raptadas al diván del psiquiatra". La identidad, que el futbol transfigura, se trasmite también de padres a hijos. Es otro argentino el que comenta: "El futbol no es ni más que menos que eso. Eso que me dio mi viejo, y que yo le paso a mi hijo. Ese amor gratuito, esa esperanza desbocada. Ese dolor, esa rabia, esa fe rotunda". Es el mismo lenguaje que se usa para la transmisión de la fe de padres a hijos, en las comunidades cristianas.

9. INCLUSO TRANSCENDENCIA. Para el que va al futbol, el estadio lleno es su paraíso. El auténtico aficionado encuentra su felicidad más completa en sumergirse en el espectáculo de masas del estadio. Se espera incluso el milagro de los goles, aunque el cielo y el infierno, la satisfacción y el dolor, se concentren en el espacio reducido de los 90 minutos. Aún es más transcendente la participación del individuo en el juego del equipo, que suma más que las aportaciones aisladas de cada uno de los miembros: como ha filosofado el francés Sartre, "la acción del jugador individual se subordina al equipo, se integra en él a la vez que lo trasciende, de modo que la acción colectiva del grupo ampara el funcionamiento de la acción individual". Una cierta trascendencia hacia universos no individuales es participado por los que viven intensamente el futbol.

10. NO ES LO MISMO. Aunque el escritor uruguayo Galeano haya dicho que "el futbol se parece a Dios en la devoción que le tienen muchos creyentes (y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales)" y que "el futbol es la única religión que no tiene ateos", sin embargo, el futbol se puede decir que es una religión, pero no la religion. Las semejanzas referidas en este comentario destacan puntos ciertos de coincidencia, pero, a pesar del uso del lenguaje religioso expreso para expresar las coincidencias, el futbol no llegará nunca a sustituir a la religión, porque el futbol es una realidad sólo terrena e inmanente y sería incluso irrespetuoso compararlo con la religión que se centra en el Dios enteramente trascendente.
       


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* Un Pliego del periodista Juan Carlos RODRÍGUEZ, en el semanario Vida Nueva, resume bien toda la literatura que se ha publicado recientemente sobre las relaciones entre el futbol y la religión: Hermenéutica" del futbol como `religión del siglo XXI´ (nº 3.087, 16-22 junio 2018, páginas 23-30). En este amplio artículo, se aporta la referencia precisa y detallada de hasta diez libros sobres esta materia. De este extenso artículo están sacadas muchas referencias y las citas entrecomilladas de este breve comentario.