miércoles, 31 de octubre de 2018

P. Arnaiz, Beato































La declaración formal del P. Arnaiz como Beato ha tenido lugar el 20 de octubre en la Catedral de Málaga, como muestra la foto. Una palabra, unos rasgos sueltos, unos recuerdos personales, sobre este personaje, que fuera de Málaga es mucho menos conocido.

Castellano, traspasado a Málaga. No nació en Andalucía, sino en Valladolid. La costumbre de la antigua Castilla de poner al recién nacido el nombre del santo del día, movió a sus buenos católicos padres a darle el nombre tan poco común de Tiburcio, un signo de identidad muy característico de este personaje. Él emplazamiento, con todo, que le ha dado carácter al P. Arnaiz es Málaga, ciudad en la que permaneció los últimos 24 años de su vida, donde murió y donde yacen desde entonces sus restos mortales. Su vinculación tan estrecha, ha conseguido que desde siempre que sea llamado el “apóstol de Málaga”.

Sacerdote secular, antes de ser jesuita. Antes de entrar en la Compañía de Jesús, Arnaiz desarrolló bastante actividad. Tras sus estudios iniciales, hizo la carrera sacerdotal completa en el Seminario de Valladolid, se ordenó como sacerdote diocesano, y ocupó diversos puestos de responsabilidad en las Diócesis de Valladolid y Avila. Tenía pasados los 40 años, cuando ultima su decisión de entrar en la Compañía de Jesús. Su decisión se había demorado porque se sentía obligado a acompañar a su madre anciana y enferma. Sólo cuando muere su madre, se siente suficientemente libre para hacerse jesuita. Hace entonces un comentario, que denota el carácter ya radical de su espiritualidad: “Ya no se me vuelve a morir a mí nadie, porque voy a morir yo a todo lo que no sea Dios". Un rasgo bien definido de su carácter.

Máxima popularidad en Málaga.

Lo que más me sorprende en la figura del P. Arnaiz es la inconcebible popularidad que tenía en Málaga. La hermosa Iglesia neogótica de los jesuitas de Málaga permanecía casi toda la jornada abierta, sobre todo para acoger a la gente que acudía a visitar su tumba. Era una fila ininterrumpida, también a las horas más insospechadas, de personas que acudían a rezarle un rato, a traerle unas flores o -siguiendo las indicaciones que desde esta Iglesia se hacían- a traer algún paquete alternativo de alimentos para los pobres que él tanto trató. Eran personas sencillas, mayoritariamente de clases humildes, mujeres y también hombres, todas con recogimiento y respeto. Algunas entraban y salían, con escándalo de algunos, incluso durante la celebración de las Eucaristías que se estaban celebrando en el altar mayor de la Iglesia. Llamaba mucho la atención que la fila de visitantes casi no se interrumpía. En grupos grandes, también, la misa que mensualmente se celebraba en su honor, en los días 18 que conmemora su muerte, se convertía en toda una manifestación, porque había que añadir muchas sillas a los bancos de la amplia Iglesia, y siempre había gente de pie. Todo esto, además, cuando el P. Arnaiz no era ni Beato, ni siquiera todavía Venerable. Esta presencia masiva en su tumba, siempre lo consideré el mayor testimonio de su santidad, más que la ejecución de un milagro por su intercesión (también lo hizo, cumpliendo el requisito que aún mantiene la Iglesia para los procesos de beatificación y canonización). La popularidad en Málaga saltó además fuera de la Iglesia, pues se colocó una escultura suya de cuerpo entero, en una céntrica rotonda de la ciudad, inmediata al visitadísimo edificio de El Corte Inglés. Ciertamente, era un personaje muy popular en Málaga.

Sus preferencias, en el pueblo sencillo. Se podría decir que el pueblo pagaba a Arnaiz, después de muerto, la preferencia que él siempre tuvo por las clases más populares. Su largo apostolado en Málaga se centró siempre en los más pobres, en los pequeños pueblos de la provincia (los que recorría recurrentemente con sus Misiones Populares) y en los barrios de la ciudad, en los "corralones" (casas muy grandotas, con varios pisos de muy pequeñas viviendas en derredor y un gran patio común en el centro),zonas ambas a las que consagró la mejor parte de su actividad apostólica. Es notable como en su tiempo ya lejano, la primera parte del siglo XX, siempre unió dos aspectos en su apostolado, el directamente religioso y el cultural-social, simultaneando la construcción de capillas con la implantación de nuevas escuelas. Murió el 18 de julio de 1926 y su entierro fue una auténtica manifestación popular, porque ya en vida había adquirido una gran fama de santidad. En la oración fúnebre que entonces se le dedicó, el entonces obispo de Málaga y que ya ha sido también declarado santo -don Manuel González-, dijo estas enfáticas frases definitorias sobre el difunto: "¿Qué haces, Jesús mío(…)? ¿Cómo quieres que lleve la carga que has impuesto sobre mis hombros, si me privas de los mejores operarios de esta viña?". En su muerte, ya recogió lo que había sembrado durante su vida.

Con el título de doctor. Al ver ahora las informaciones sobre su beatificación, me ha sorprendido la fotografía del P. Arnaiz revestido con su birrete y su toga de doctor universitario. Y es que este hombre había sido revestido en 1896, antes de su ingreso en la Compañía de Jesús, como doctor en Teología en Toledo. Es claro que viró una posible vocación intelectual anterior por una posterior dedicación a los más pobres y humildes.

 


Elogio del P. General de los jesuitas. Para comunicar la noticia de la beatificación del P. Arnaiz, el ahora P. General jesuita, Arturo Sosa, ha escrito una carta a toda la Compañía de Jesús resumiendo lo principal de su vida. Cierra esta carta con una enumeración de "las ricas cualidades" que podrían ahora ser recogidas del P. Arnaiz, lo que, "en modos adaptados a los contextos actuales", podría ahora ser de él imitado: "su prontitud para detectar y atender urgencias estructurales, su enérgica determinación para emprender nuevas obras y perseverar en ellas, su hábil capacidad de atraer y juntar a personas de distinto origen social para socorrer a los pobres, su admirable fortaleza a la hora de afrontar las contrariedades, su valiente afán evangelizador incluso en épocas y circunstancias difíciles, su convencida confianza en la providencia, su firme amor personal d Jesucristo, o su amistad, generosidad y afabilidad con toda clase de gente". Una lectura moderna de la ya lejana vida de este gran apóstol de Málaga. Como termina la carta de Arturo Sosa: "demos gracias a Dios por el regalo de este nuevo beato para la Iglesia". Amén, así sea.









viernes, 19 de octubre de 2018

DOMUND: De verdad, ¿no hay dinero?

 



Una campaña benéfica, como el día del DOMUND, plantea el interrogante de si hay dinero para sufragarla. Con tantas demandas de dinero por todas partes, con el fantasma de la crisis todavía presente, con los apuros de fin de mes para tantos, con los datos de que la pobreza rigurosa azota a poblaciones crecientes, surge la duda de si resulta posible recoger dinero para las causas altruistas que se quieren también sacar adelante.

DATOS IMPRESIONANTES
Los interrogantes sobre la posibilidad de llevar adelante las causas altruistas se vuelven hirientes al conocer ciertos datos sobre los lujos que todavía se dan también nuestra sociedad.

Los expertos de la FAO solicitan 30.000 millones de Euros anuales para la solución del hambre urgente en el mundo, y esta cifra se vuelve irrisoria al conocer que llega a 90.000 millones el gasto que se produce cada año para alimentar los 190 millones de mascotas (perros y gatos) que hay repartidos por los hogares del mundo.

Todavía impresiona más conocer que las grandes firmas del mundo del lujo están empeñadas en luchar contra el "anti-descuento", en conseguir que no se vendan nunca sus productos más baratos en las rebajas, para evitar así que se degrade el prestigio de sus marcas. Apabullante resulta así el dato de que la firma de ropas Burberry, en 2017, incineró ropa nueva por valor de 32 millones de Euros (diez más que el año anterior). Sólo la tienda de H&M en Estocolmo, en un sólo año, carbonizó 15 toneladas de ropa para evitar sus posteriores rebajas más baratas, aunque esto lo disimulase bajo la expresión más digna de "convertir en energía". En el sector de los relojes de lujo, más de 400 millones de Euros de las marcas Cartier y Jaeger-Le Coultre fueron convertidos en chatarra para impedir sus segundas venta abaratadas.

Estos datos los he encontrado en un periódico (El País Semanal, 7/10/2018) y no figuran allí con mucha precisión las fuentes de donde están tomados, pero lo que en esto importa no es tanto el rigor de las cifras sino la clara tendencia a desperdiciar sumas enormes de posible dinero para luchar contra las segundas ventas y los descuentos, para evitar el supuesto desprestigio de sus marcas, sin contemplar los desajustes éticos que sus drásticas medidas producen. Consideran que están en su derecho al destruir unas mercancías que son sólo suyas, y prefieren descaradamente quemar antes que malvender

ESFUERZOS DESORBITADOS
Frente a las anteriores cifras, el desorbitado esfuerzo altruista realizado en España por la Obra de Propagación de la Fe al reunir 14.487.710,07 € en el Día del DOMUND de 2017, resulta casi meramente simbólico.

Que en atender a las mascotas domésticas se gaste infinitamente más que en ayudar a las personas y a las obras de las personas esforzadas que abandonan su propio país para convertirse en misioneros y misioneras en países distantes, es un dato que literalmente clama al cielo. Que determinadas marcas renuncien por mantener su prestigio a cantidades que superan y hasta doblan el enorme esfuerzo español por la finalidad altruista del DOMUND provoca también un gran sentimiento de pesar.
No es que, por la situación económica actual, no haya dinero para las causas altruistas. Las anteriores cifras económicas, más allá de la rigurosa precisión de sus datos, muestran claramente que los objetivos y las metas se han descolocado, que interesa más el bienestar que proporcionan las mascotas o el prestigio de las propias marcas que la ayuda a los demás. Dinero hay mucho más que suficiente para las acciones altruistas. Lo que falta es sensibilidad y convencimiento para detectar que la ayuda a los demás merece también -o más- la pena.

Aportar estos datos no es caer en la demagogia. Es ayudar a la reflexión de dónde se ponen los intereses, hacer pensar sobre si la ayuda desinteresada a las causas nobles puede, en cada uno y en la sociedad, competir con los intereses más personales y egoístas. Ayudar a los otros debe poder competir, en el ranking de los propios intereses, con otras satisfacciones y deseos. La ayuda a los demás, en la medida de las propias fuerzas, siempre debe valer la pena.

viernes, 12 de octubre de 2018

Más de lo mismo, y la "exasperación" como postura vital

 

 


Ocurre con cierta frecuencia que el descubrimiento de algo, al instante se ve confirmado por la repetición de la percepción recién experimentada. Puede ser la primera noticia de una moda en el vestir, de un comportamiento social o el vislumbre de una idea particularmente sugerente: cuando alguien cae en la cuenta de uno de estos hechos, comienza inmediatamente después a ver repeticiones de lo mismo, a experimentar que lo descubierto era enormemente cierto.

Hace pocos días incluí en este blog una reflexión sobre la "extensión del mal", el fenómenos por el que, al disminuir las manifestaciones de un problema, aumenta el empecinamiento con los restos del problema que aún perduran. Durante los días siguientes, múltiples impresiones y lecturas han venido a confirmar este planteamiento.


Steven Pinker, un "posibilista serio"

 De este renombrado profesor de Harvard, me ha llegado estos días un ponderado ataque contra "los profesionales del apocalipsis". Con una actitud serena y equilibrada, expone las tendencias enemigas del "progreso", una actitud que se mantiene en lugar de captar las mejoras que en la sociedad también se vienen produciendo.

Aporta el dato sorpresivo, tomado del economista Max Roser, de que, "desde hace 25 años, cada día, 137.000 personas han escapado de la pobreza extremasabe, porque los periódicos no recogen este tipo de noticias. El nudo de la cuestión está ante la postura ante el capitalismo (lo considera derivado de la Ilustración) y el mercado, en si pueden ser controlados por las medidas coercitivas y las instituciones (la postura que el entrevistado mantiene), o en si sus desmanes conducen inevitablemente al más negro derrotismo.

Frente a los que "reconocen el valor del progreso", condena severamente el "hábito muy extendido entre intelectuales y periodistas" de "destacar sólo lo negativo, en describir el mundo como si estuviera siempre al borde la catástrofes son calificadas con la misma severidad: "Cuando los países abandonan el mercado, como Venezuela, se hunden en la miseria. Ocurrió con la Unión Soviética, la China de Mao, la Alemania del Este anterior a la caída del Muro...".

Con estas opiniones no se considera un optimista ingenuo, se denomina un "posibilista serio", pero sí condena a los pesimistas radicales, que sucumben ante el "riesgo del fatalismo". Mantiene un cierto equilibrio pues, frente a "falacia muy común" que valora "el progreso como una fuerza mística que destina a los humanos a ir a lo mejor", sólo mantiene "una esperanza razonable de progreso, si las instituciones humanas sacan lo mejor de nosotros, si nos permiten adquirir nuevos conocimientos y resolver problemas".

Los entrecomillados los he sacado de una entrevista que le hizo a Steven Pinker el periodista Jan Martínez Aherens (El País Semanal, 17 Junio 2018, pp 550 ), con ocasión de la publicación en castellano de su libre En defensa de la Ilustración (Editorial Paidós, páginas 56-61). El "más de lo mismo" respecto a la "extensión del mal", resulta muy patente en toda la entrevista, que no resumo completa.


La "exasperación", como postura vital 

 Exasperación es una palabra extrema, para indicar la demasía en la manifestación de un estado de ánimo. La utiliza Javier Marías, en uno de sus habituales artículos en la última página de El País Semanal (precisamente en el mismo número veraniego de la entrevista con Pinker).
Aunque arranca afirmando que "la situación de nuestro país no invita al optimismo ni a la tranquilidad", al instante afirma que "desde hace por lo menos un lustro percibo en la gente un estado de exasperación al que personalmente no veo mucha justificación". Se refiero a "los sulfurosos que saltan por cualquier causa, y a la primera". Lo mismo sucede con las masas: "en seguida se encolerizan, no vacilan en echarse a la calle para protestar o maldecir, una veces con razón y otras con exageración. Están de moda -triste y desagradable moda- la ira, la indignación, el furor. Todo es 'intolerable' e 'histórico' y 'cataclísmico', cualquier abuso es calificado como genocidio" (aquí se refiere al uso de este término el 1 octubre en Cataluña). El asunto más baladí se convierte en cuestión de Estado o por lo menos de referendum…". Parece que le cuesta a Marías hacer estas afirmaciones, pero las hace.

Reflexiona sobre las posibles causas del fenómeno, la redes sociales y los medios de comunicación ("disparan sus decibelios para tratar cualquier tontada"), para concluir: "Los sucesos que hasta hace unos años eran noticias secundarias, se han adueñado de los informativos, trasladándole al espectador una sensación de que se delinque sin parar, de que estamos amenazados por mafias internacionales sin cuento, de que millares de ciudadanos son asaltados o violados, de que vivimos acogotados (…) Este alarmismo perpetuo, esta exageración deliberada, esta alerta inducida va minando nuestro ánimo y nuestra templanza. La gente vive en vilo e innecesariamente sobresaltada, va de susto en susto y de irritación en irritación". De nuevo se incide en el mal que provoca la anteriormente comentada "extensión del mal".


Perplejidades

 La entrevista con Steven Pinker arranca con la afirmación de que hace mucho tiempo que "mató a Dios", que desde la adolescencia descubrió que no lo necesitaba: "Cuando empecé a pensar en el mundo, no le encontré sitio y me di cuenta de que no me servía ni siquiera como hipótesis". Esta parece ser como la excusa del medio que quiere presentarse siempre como progresista para ofrecer luego sus opiniones más bien conservadoras.

Perplejidad, con todo, levanta el pensar si el contar seriamente con Dios provocaría sentimientos igualmente tranquilizadores sobre la situación actual del mundo y de la sociedad. Un sentido radical del amor que hay en Dios -que debe ser la norma de vida del creyente- conduce a la crítica de la sociedad actual española a la que nos tiene frecuentemente acostumbrados CARITAS. El cristiano no debe ser un conformista ante el mal, aunque casi todo lo dicho en esta ocasión se refiere a las exageraciones que trae a la consideración humana la extensión inmisericorde del mal cuando éste tiende a desaparecer. Ni conservadurismo ni angustia constante, es la sana máxima para el creyente responsable.

Perplejidad también despierta el que sobre el populismo, la manifestación más clara de los extremismos condenados, afirme paladinamente Pinker que "nadie sabe con certeza" por qué el populismo tiene el desarrollo que ha conseguido en el mundo actual. El populismo está muy cercano a las "fake news", a la confusión intencionada de la mentira con la verdad. En este sentido, la condición de creyente no favorece el populismo, porque Dios es la Verdad e induce a los creyentes a vivir y desenvolverse -también en lo político- en el ámbito de la verdad.
Las verdades muy tajantes suelen conducir a los fundamentalismos. Más en los temas sociales y políticos, conviene introducir un margen de perplejidad a las opiniones extremas, sin que esto suponga desvirtuar el valor de las expresiones más arriba expuestas. El relativismo es también un mal del que conviene precaverse.


martes, 9 de octubre de 2018

Ni "expansión de los problemas" ni conservadurismo



La botella medio llena o medio vacía es una sencilla imagen que refleja bien el tema de hoy. El diagnóstico de una situación no resulta fácil cuando existen datos contradictorios, a favor y en contra de una determinada valoración. La tensión está a punto de estallar cuando se contraponen las valoraciones opuestas sobre una misma situación.

Sea cual sea el posicionamiento que se adopte, surge el temor de ser calificado de partidista: de retrógrado o de progresista, de pesimista o de optimista, de izquierdas o de derechas. Sin uno mudarse de sitio, se encuentra a veces calificado por los demás desde posturas contradictorias.

CONTRADICCIONES APARENTES
La situación social es de los temas más inabordables. Teniendo memoria de bastantes años ya pasados, siempre me ha chirriado escuchar que "los ricos cada ves son más ricos, mientras que los pobres son cada vez más pobres", que la situación social va progresivamente degradándose, que el mundo empeora a pasos agigantados. Posturas pesimistas extremas.

La consecuencia de estas extremas valoraciones sociales es también la postura política que se adopta: hay que arramblar con la situación nefasta actual (postura de las izquierdas), o conviene mantener lo bueno actual para corregir lo malo también existente (posicionamiento de las derechas); el liberalismo/capitalismo es el demonio con patas, o es algo menos malo cuyos defectos hay que corregir; hay que cambiar todo o hay que conservar lo bueno. Las posturas se vuelven antitéticas.
Y no es extraño, por ello, que, sin cambiar la propia postura, sea ésta sucesivamente descalificada desde extremos opuestos.

LUMINOSA INTERPRETACIÓN
Por lo hasta ahora dicho, resulta luminoso un lejano artículo, Vivimos en Matrix , publicado precisamente en El País (9 Septiembre 2018, p11), firmado por Victor Lapuente, un profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Gotemburgo, colaborador frecuente pero no miembro de la redacción de este medio. Dada la orientación que se da al escrito, contrasta que sea precisamente en este periódico -con tanta voluntad siempre de mostrar progresismo- en el que este artículo se publique.

La imagen de Matrix se usa porque se trata de entrar en una fantasía virtual, de percibir que no es real el mundo que muchas veces percibimos. Citando estudios del psicólogo Daniel Gilbert mantiene que, cuando un problema se reduce, los humanos ampliamos su extensión: a medida que un problema se vuelve menos frecuente, incluimos en él más elementos; esto es, ampliamos la extensión del problema: cuando las propuestas poco éticas se tornan más esporádicas, rechazamos también iniciativas que antes habríamos calificado como éticamente correctas. Así, mediante esta forma de proceder, el estrés social se ha ampliado, nos preocupamos y protestamos por problemas y situaciones que antes no considerábamos como criticables.

Consecuencia de este fenómeno es la inhabilidad para reconocer el progreso. Vivimos actualmente en el mejor de los mundos, y lo criticamos como si fuese el peor de todos los tiempos. Los ejemplos son muy sencillos: hace treinta años, uno de cada tres ciudadanos vivía en extrema pobreza, mientras que ahora sólo uno de cada diez vive en la pobreza extrema; antes la esperanza de vida era de 30 años, mientras que ahora vivimos hasta los 70 y hasta los 80 años, como media. La gran paradoja está en que, mientras que los datos nos indican que vivimos en la era de mayor prosperidad y paz de la historia, la percepción que percibimos de los medios de comunicación es que atravesamos la época más "crítica" y "convulsa". La ley psicológica que determina este fenómeno es que, porque justamente todo mejora, vemos problemas por todas partes . Esta es la impresión que produce la "extensión o ampliación del problema".

El autor de este buen artículo se extiende aplicando esta teoría al problema catalán o al problema de la discriminación femenina: la situación es ahora mejor que antes, y la sensación y las protestas la perciben como progresivamente empeorando. Los humanos tendemos a expandir los problemas, a medida que los solucionamosada conclusión de esta ensayística pequeña teoría.

TAMBIÉN EN EL ÁMBITO ECLESIAL
La ambivalencia de la situación actual es particularmente aplicable al ámbito eclesial: medio llena y medio vacía. Y también aquí se puede aplicar la teoría de la extensión del mal: cuando la situaciones mejoran, los diagnósticos que se formulan claramente los presentan como empeorando. La pederastia será probablemente en la actualidad menor que en otras épocas, y la percepción del problema no puede ser más catastrofista. Más claro aún resulta el tema en la valoración del papado: cuando mejor resulta para casi todos la situación actual, peor la estiman algunas opiniones, llegando al caso absolutamente insólito de que un Cardenal haya solicitado la renuncia de Francisco. Cuanto mejor, peor.

DIFICIL EQUILIBRIO
No es para tranquilizarse ingenuamente, ni es tampoco para caer en una postura cómodamente conservadora ante todos los problemas. Pero ante la casi innata tendencia a la "extensión de los problemas", conviene mantenerse alertas para no caer en una constante intranquilidad o a una actitud de protesta ante todo lo que se presente por delante. Aunque resulte difícil, cierto equilibrio resulta siempre necesario entre el pesimismo radical y el optimismo ingenuo. Los dos extremos son perniciosos.