miércoles, 23 de mayo de 2018

Rocío de las Hermandades

 


Hablar del Rocío al que no lo conoce resulta muy difícil. Es casi imposible dar a entender: el marco externo de la aldea (un habitat del todo insólito, con un perímetro de muchos kilómetros y muchos miles de segundas viviendas en inmensas calles enarenadas); población de más de un millón de personas en los cuatro días de la Romería y pocos centenares de residentes estables todo el año; amplias terrazas en todas la viviendas; peculiares actos religiosos oficiales (presentación de Hermandades, Misa en el Real, concentración inmensa para un Rosario larguísimo, procesión inimaginable); ermita a todas horas repleta de gente, durante la romería... Al intentar contar el Rocío a personas distantes de lo andaluz, el que lo intenta se da cuenta de que el otro no se está enterando. Un fenómeno muy peculiar, muy difícil de explicar a los extraños.

Este año he conocido una vertiente distinta del Rocío, la de las Hermandades filiales. Son actualmente 121 Hermandades distintas, aglutinadas desde Almonte por la entidad organizadora, la denominada la Hermandad Matriz. La experiencia desde las 121 Hermandades es muy distinta de la de la Hermandad Matriz.

Vuelta a la naturaleza
El primer elemento diferenciador es que las 121 Hermandades hacen el camino desde sus localidades de origen hasta la aldea del Rocio, en casi todos los casos haciendo una o varias noches durante el recorrido según la distancias desde la que se desplazan. El camino se hace acompañando al simpecado, el estandarte con la imagen de la Virgen del Rocio que durante el año recibe el culto de sus devotos en las respectivas ciudades de origen. En la Hermandad Emigrantes de Huelva, la experiencia que he vivido personalmente este año, acompañaban a la carreta del simpecado unas 2.000 personas: a caballo, en carros bellamente adornados, en inmensos trailers tirados por tractores, en charrets, y varios centenares caminando a pie, un conjunto de una larga comitiva con alrededor de un kilómetro de larga. Hay Hermandades más numerosas, de hasta 10.000 personas, y otras más reducidas, de decenas o centenares de personas.

El camino encierra el encanto de una profunda vuelta a la naturaleza, pues se realiza casi todo lejos del asfalto, sobre pistas de barro o sobre caminos de blandas arenas. Un contacto directo con la naturaleza (pinares espléndidos de Doñana, en este caso), realizado por personas que ya viven todo el año en ambientes urbanos. Caminar por el campo, dormir malamente, comer y beber de las viandas autotransportadas -el costo- vivir constantemente rodeados por otros peregrinos, es entrar en un régimen que seduce enormemente a los participantes. Es zambullirse transitoriamente en un sistema de vida que ya ha desparecido casi por completo. Y todo esto casi siempre con los trajes de gitana o de flamenco, con cantes o bailes de sevillanas muy frecuentes, con reiteración de la sarta de ¡Vivas a la Virgen del Rocío! muy frecuente.

Desbordamiento de lo religioso
El que hace el camino es muy consciente de que está acompañando al simpecado, de que camina con la Virgen. Pero la vivencia de lo religioso en el camino -en realidad, en todo el Rocío- es muy diversa de la religiosidad tradicional de las Iglesias. Es como si la religión rompiese aquí sus propios moldes y se desbordase, adquiriendo formas de expresión muy diferentes. Participan de estas formas ampliadas de religiosidad personas no frecuentadoras de las Iglesias, hombres y mujeres de aspectos estrictamente seculares, con atuendos y expresiones a los que no están acostumbrados los muros de los templos.

Por la mañanita del día de camino, se dice una misa de romeros, bajo los pinos, en el seno de la inigualable catedral que es la naturaliza. La gente participa y hasta se emociona, muchos comulgan, viviendo de forma poco común la liturgia estricta de la Iglesia.

Pero hay que reconocer que la vivencia de casi todos es mucho más fuerte en otro peculiar acto religioso que se realiza a otra hora y de forma muy distinta, casi al final de la jornada del segundo día del itinerario. Hay una charca por la que el camino tiene que cruzar, rodeado de un amplio anfiteatro de vallados sobre el que se acomoda toda la comitiva. La carreta con el simpecado se introduce en el agua no profunda de la charca, y entonces empieza la ceremonia. Desde lo alto de un caballo, un hombre saca una guitarra y arranca cantar. Cantos hondos flamencos, con letras alusivas a la Virgen y a la Hermandad y a los sentimientos más profundos de la gente, que electrizan por completo a los asistentes. Todos se siente muy cómodos y participan con los olés y rubrican con los aplausos. Siguen cantos por sevillanas e intervención de otras varias voces, todas muy conectadas con el sentir de los asistentes. Un auténtico happening en el que todos se implican.

Ya en la aldea, las Hermandades depositan su simpecado en la sencilla capilla de su Casa, desde la que lo conducen en procesión a la Presentación ante la Virgen y a los distintos actos oficiales de la Romería. El simpecado es el lazo de unión de la Hermandad con la imagen de la Virgen del Rocío, que en la Procesión devuelve la visita a todos los simpecados que han venido hasta la aldea a rendirle culto durante la romería.

Es otra forma de vivir los sentimientos religiosos, mucho menos exigente desde luego pero no menos honda y sentida. Es el fenómeno amplio de la religiosidad popular, del que el Papa Francisco ha hablado con gran respeto, ha recomendado cuidar con esmero. Todo el conjunto de las manifestaciones religiosas del Rocío, los oficiales y los individuales que el pueblo experimenta en sus cantes y en sus contactos personales con la Virgen, desbordan los moldes estrictos de la religiosidad tradicional, acogen a personas menos ortodoxas y ocasionalmente situadas también al margen de la severa moral católica. Es un fenómeno mucho más amplio, que se presta a interpretaciones diversas.

Para colmo, esta vivencia profunda y tan heterogénea de la religiosidad popular se encuentra envuelta en el contexto todavía muchísimo más amplio de las restantes manifestaciones del Rocío: el cante y el baile, la comida y la bebida, el lujo de los trajes típicos andaluces, la naturaleza exuberante de Doñana y de la marisma, la convivencia y la amistad en sus grados mal altos... Un universo muy heterogéneo, en el que hasta el vocabulario es diferente, términos que hay que transcribir en letras cursivas para dar a entender su diferencia. Dentro de su variedad, el Rocío es probablemente la manifestación más completa de todos los elementos de Andalucía, de su tierra y de sus gentes, de su cultura, de su gastronomía, de su formad e ser y también de su religiosidad, todo fundido en un conjunto inseparable, en el que no resulta fácil deslindar y valorar la importancia aislada de cada aspecto.

Reflexión final sobre las Hermandades
La articulación más fuerte de todos las variadas manifestaciones de lo rociero son las Hermandades, el tema de este sencillo comentario. Actualmente existe la discusión sobre hasta dónde puede llegar el crecimiento del Rocío. Las Hermandades oficialmente admitidas como afiliadas son ya 121, y varias decenas más son las Asociaciones en la lista de espera para ser igualmente reconocidas, pero el Rocío es un fenómeno mucho más amplio coomplejo. Algunos dicen que las costuras se rompen, que ni la aldea ni los actos oficiales de culto admiten más ampliaciones. La discusión no es fácil de resolver.
El actual responsable más directo del Rocío, el Presidente de la Hermandad Matriz de Almonte, Juan Ignacio Reales, en entrevistas de prensa de este año, a la pregunta "¿Tiene límites el Rocío?", deja una cosa clara: "Sinceramente, no lo sé", responde inicialmente. "Pero tengo claro que esos límites no los podemos poner nosotros, desde el pueblo de Almonte o desde la Hermandad Matriz. Para nosotros es un honor y es un orgullo que la imagen de nuestra Patrona sea venerada en todo el mundo, y eso es algo que nos tiene que llenar de alegría y de satisfacción; y, al mismo tiempo, es una responsabilidad muy importante: saber reconducir y reorientar ese crecimiento de forma que no altere la esencia y la autenticidad del Roció. Per no podemos ser nosotros los que pongamos vallas a esa devoción".

En otra entrevista también de este año, con una confianza puede que excesivamente generosa, deposita precisamente en las hermandades la posibilidad de una crecimiento ordenado del fenómeno rociero: "El crecimiento del Rocío, si viene de la mano de las hermandades, no es peligroso, porque son éstas las que mejor pueden garantizar que ese crecimiento no sea sólo cuantitativo, sino que también sea cualitativo; es decir, que vengan al Rocío personas que están debidamente preparadas, que llevan todo un año de preparación, que participan en sus cultos, que hacen obras de cariad, que se preocupan de la formación de los hermanos... Mientras sean las hermandades las que articulen la devoción rociera de la mano de la Hermandad Matriz, todo está bajo control. Lo contrario sería limitar el crecimiento, ponerle puertas al campo, tirarnos piedras contra nuestro propio tejado. Si es una devoción que crece tenemos que favorecer eso, pero reconduciéndolo. Que no sea un crecimiento desorbitado o descontrolado, ni que venga la gente por libre, sino siempre dentro de la Iglesia y del cauce de las hermandades. El crecimiento está siendo de una o dos hermandades por año, y eso permite asumirlo y organizarlo bien".

El tema es arduo. La respuesta no es fácil. Tal vez del sistema de evolución darwiniano provea a la larga algún tipo de autorecorte, algún punto máximo de saturación. Este apunte sobre las Hermandades puede focalizar la mirada en el principal punto del que puede provenir la solución mejor del problema del crecimiento del Rocío. Las hermandades, desde luego, son un hermoso elemento dignificador de la mejor esencia del Rocío.

Otras páginas sobre El Rocío, en este blog:
09/06/2017     Un detalle sobre el pasado Rocio
16/05/2016     El acto más hondo del Rocío
26/05/2015     Romería del Rocío, honda religiosidad en una manifestación global de Andalucía

martes, 15 de mayo de 2018

Fanatismo y humor

 

Vi un titular, y me entusiasmé: "No he visto nunca un fanático con sentido del humor". No recordaba conocer al autor que dijo esta frase, pero al verla pensé que merecía un comentario. Con el recurrente e invasivo tema catalán como trasfondo, la frase ofrecía una opinión muy sugerente: seguramente el humor podría ofrecer un resquicio de salida al fanatismo, que tanto distancia a unos de otros.

Autor muy conocido
El entrevistado (Babelia, 12 Mayo 2018) que dijo la frase "Nunca he visto in fanático con sentido del humor" resulta que es un escritor famoso, Amos Oz, tal vez el autor más conocido de la literatura hebrea israelí actual, con más de una veintena de libros publicados y casi todos traducidos al castellano. Este autor ha recibido importantes premios en diversos países, entre ellos el español Principe de Asturias de las Letras, en 2007.

Ha cultivado casi todos los géneros, pero nacido en 1939, ahora con 79 años, reconoce humildemente que ya no tiene edad para escribir más novelas: "Mi salud ya no me permite viajar con la imaginación". De su propia biografía arranca la preocupación que actualmente más le preocupa. Su último libro, Mis queridos fanáticos, lo publica casi como un legado o testamento: "He concentrado lo que he aprendido en la vida, pero no de una manera abstracta, sino como un cuento. Se lo he dedicado a mis nietos". Habrá que intentar leer este libro.

Llegar a la condena del fanatismo no es tarea fácil en Israel. La entrevista (bien realizada por J.C. Sanz) resalta bien su trayectoria. Nació en un barrio ultraortodoxo de Jerusalén: Se recuerda como "un pequeño extremista, educado en la convicción del nacionalismo; nuestros enemigos están equivocados, somos los buenos de la película y los otros son los malos". Tuvo que distanciarse mucho del "gen fanático" tan arraigado en todos, de "la tendencia del ser humano de querer cambiar a los demás", hasta poder arribar a la condena del simplismo manejado por el fanatismo: "Cuanto más complejos se van haciendo los problemas, más y más gente está hambrienta de respuestas muy simples, de respuestas que lo cubran todo".

El peligro está en los extremos. En un país en el que todos -"cristianos, musulmanes, judíos, pacifistas, ateos, racistas"- creen poseer la "formula personal para la salvación o la redención" de los demás, donde "una parada del autobús se puede convertir en un seminario académico" ("completos desconocidos discuten de política, moralidad, religión, historia o sobre cuales son las verdaderas intenciones de Dios, pero nadie quiere escuchar al otro, todos creen tener la razón"), resulta sorprendente que este autor aventure que "mi problema no es la religión, sino el fanatismo religioso; no es el cristianismo, sino la Inquisición; no es el islam, sino el yihadismo; no es el judaísmo, sino los judíos fundamentalistas; no es Jesucristo, sino los cruzados". Para Amos Oz, el extremismo es el principal problema.

Problema incandescente
El dedo de este autor señala resueltamente a un problema que abrasa: "Lo más peligroso de siglo XXI es el fanatismo. En todas sus formas: religioso, ideológico, económico... incluso feminista. Es importante entender por qué regresa ahora: en el islam, en ciertas formas del cristianismo, en el judaísmo...".

El fanatismo es una "idea común", que se hace presente en todo el mundo. Apunta en concreto a Estados Unidos, a Rusia y al Este europeo, a la Europa occidental. El problema más acuciante radica en el simplismo: "la mayor parte del mundo se está moviendo rápido desde una perspectiva compleja a otra muy simplista". El afán de soluciones seguras resbala hacia el fanatismo, el que ofrece los argumentos más simples y penetrantes.

Al aplicar a los casos concretos toda esta carga de ideas, las soluciones no resultan obviamente tan evidentes. En el problema israelí-palestino, Amos Oz se inclina claramente por la solución de los dos estados. Opina que, "cuando un maldito y cruel conflicto dura más de cien años", surgen "imágenes oscuras del otro" y las terapias de grupo y otras soluciones blandas no surgen entonces efecto, hay que acudir a la separación -dos pisos por separado, dos estados-, desde la que muy lentamente se podrá ir reconstruyendo un camino hacia la mutua comprensión y la posibilidad de actividades comunes. Y siguiendo con las concreciones siempre más discutibles, para la consecución de esta solución separadora, opina que "el corazón del conflicto está en la falta de liderazgo", en la ausencia de impulsos que conduzcan a estas soluciones más extremas. Por ser tan simple en la solución apuntada, el entrevistador le recuerda al autor que "en Israel hay quien le cree un fanático de la fórmula de los dos Estados".

El problema israelí-palestino nos queda más lejos, pero la entrevista conduce al final el análisis de este autor del tema catalán, y en él, por más concreto e inmediato, todavía nos puede chocar algo más su parecer. Reconoce que "una nueva fragmentación de Europa no me hace feliz", pero, "sin entender por qué", estima inevitable que "si una mayoría del pueblo en Cataluña quiere vivir por su cuenta, lo hará. Puede que sea una gran equivocación, una tragedia para Cataluña y para el resto del país. No se puede obligar a dos personas a compartir la cama si una de ellas no quiere". Al hablar en concreto, puede fácilmente ser tachado de desconocer suficientemente la situación.

Elevación al humor
El humor no es que aporte la solución a todos los problemas. Cuando éstos se enconan, se suele decir que "no está la cosa para bromas". Pero la ausencia del humor sí denota que los problemas pueden estar enconados, que no resulta posible una mirada desde otro lado, más ingenua y más distante. Por esto resulta tan descriptiva la frase de Amos Oz. Que en el momento presente resulte tan inviable el humor parece claramente indicar que hay fanatismo en Cataluña.

sábado, 5 de mayo de 2018

Liberta de Prensa, ¿cúanta y hasta dónde?

 


Estos días pasados, se ha celebrado un Día Mundial de la Libertad de Prensa. No encuentro este Día en un "Calendario de Jornadas para la Paz y la Solidaridad" en el que hay bastantes decenas de estas conmemoraciones, lo que me hace suponer que es una convocatoria reciente. El tema merece reflexión, precisamente por la ambigüedad que puede llegar a sugerir.

MANIFIESTO DE LA AMI
En España existe una Asociación de Medios de Información, que agrupa -según su página web- "más de 80 medios de información nacionales y regionales, generalistas y deportivos, que a diario realizan en España la actividad de investigación, cobertura y divulgación de la actualidad informativa nacional e internacional en el soporte digital y en papel". La AMI agrupa a la práctica totalidad de los existentes "impresos y digitales", ya que no se incluyen a los que no se publican a diario y a los que sólo actúan por las ondas, las radios y televisiones.

Con ocasión del "Día Mundial", la AMI ha hecho publico en todos los medios asociados un "Manifiesto en defensa de la Libertad de Prensa" -una página completa de los periódicos-, que merece atención y algún comentario.

Lo que reclama, aunque esté expresado en un tono algo grandilocuente, merece todo ser considerado positivamente: "apoyo y respeto a la Libertad de Prensa (LP, en adelante), pilar de una sociedad democrática, trasparente y comprometida con el progreso"; "derecho de los ciudadanos a una información libre, veraz e independiente"; "excelencia informativa"; "poner en valor (¡moda, por valorar!) el trabajo de los periodistas"; "respetar los principios propios de la ética y de la deontología periodística", "luchar contra la proliferación de `falsas noticias´" (moda ésta triste, las `fake news´); "fomentar las buenas prácticas"; "defender la verdad como valor supremo"... Todos son objetivos dignos de ser considerados y respetados.

Hay algunas frases que describen de alguna manera lo que es la LP, que explicitan a qué campos se extiende: "proteger a los periodistas", "preservar la seguridad y la vida de los periodistas", "investigar hasta el final los casos a resolver"... Y todo esto porque la LP es "aval del control eficaz de la gestión pública", "expresión de convivencia democrática", con la LP se defienden los "principios básicos e irrenunciables del Estado de Derecho".

Al expresar todos estos deseos positivos, es lógico que el Manifiesto reclame también evitar "toda forma de presión, coacción, censura o injerencia legal, política e económica", tanto sobre los medios como sobre os periodistas; hay que "blindar a la sociedad de la corrupción, la demagogia, la propaganda y, en último término, la corrupción"...

Para justificar toda esta carga de buenos deseos del Manifiesto, el Presidente de la AMI y de los diarios de Prensa Ibérica, Javier Moll de Miguel, en un brevísimo video de presentación, alude a los alrededor de 900 periodista asesinados en los últimos años, los 33 encarcelados y los 50 secuestrados y se atreve a afirmar que sólo un 12 por ciento de la población mundial goza de una adecuada LP. Las cifras son escalofriantes, y justifican sobradamente la lucha por mejorar en el mundo circundante la Libertad de Prensa.

VERDAD, ¿valor absoluto?
El empleo de los términos "supremo" o "absoluto" resulta muy peligroso, porque en lo humano no existen valores absolutos ni supremos, al tener todos que conjugarse o conciliarse con otros valores también muy importantes. La verdad participada por los humanos nunca es absoluta, porque nunca es captada en plenitud.

Cualquier periodista con años de ejercicio sabe experimentalmente que hay ocasiones en las que no resulta fácil discernir a qué carta hay que quedarse, porque la defensa de ciertos valores o verdades atenta contra otros valores u otras verdades. El derecho a conocer la verdad se contrapone al derecho a reservar otras verdades. La libertad que cada cual defiende debe siempre respetar la legítima libertad de los demás. La filosofía sobre la libertad proclama su carácter no absoluto y su obligación a atenerse a normas y principios reguladores.

La LP no lo justifica todo. Cualquiera puede recordar excesos de LP, en imágenes o en intimidades de personas o situaciones. Ante las extralimitaciones no infrecuentes de la LP, conviene preguntarse cuánta es la LP legítima, hasta dónde puede o no debe llegar la LP.

Probablemente teniendo en cuenta también estas consideraciones y a pesar de tener que ser aprobado por la gran variedad de los miembros asociados, el comentado "Manifiesto en defensa de la Libertad de Prensa" incluye también muy acertadamente una alusión a la necesidad de "respetar los principios propios de la ética y la deontología profesional" o a la conveniencia de "luchar contra la proliferación de `noticias falsas´". La libertad de prensa, como la libertad para votar o la libertad para hacer lo que me dé la gana, nunca son del todo absolutas, no son omnímodas, siempre han de atenerse otros principios o situaciones que también requieren el respeto de todos. El discernimiento en cada situación no resulta tarea fácil y en ocasiones extremas se convierte en un cometido complicadísimo.

Por todo lo expuesto, afirmar el carácter limitado de la libertad de prensa resulta tan oportuno y necesario como proclamar enfáticamente sus exigencias. Dicho sea, con la debida modestia.