domingo, 14 de enero de 2018

Caso insólito de atrevimiento y osadía

     Domingo, 14 enero 2018
"Un romance de san Juan de la Cruz y unos inocentes encarcelados"

 
 
Me ha llegado esta comunicación enviada a los jesuitas -no sé si a todos o sólo a algunos-, que supone una muestra tal de atrevimiento y osadía que merece al menos un mínimo comentario.

El envío está realizado desde dos correos electrónicos individuales y diferentes, y está hecho para adjuntar una carta a los jesuitas -"Estimado jesuita en el Señor", es el saludo de la carta-, firmada por una tal María Aurora Melleur, que en Google aparece como "nacida en Barcelona, laica, doctora en Teología" y "autor, editor y responsable" de un blog acogido en el sectario Religión en libertad y titulado "Orar por la paz y los cristianos perseguidos", del que están extraídos los principales contenidos de la carta. Como todos estos mensajes no son anónimos, se puede y hasta se debe responder al envío de esta comunicación.


Tono y contenido de la carta
La carta tiene un tono melifluo espiritualizante, que contrasta enormemente con su contenido. Arranca del recuerdo de los políticos catalanes "presos o en el exilio", que en Navidad "no pueden compartir la vida en familia", y ofrece a los jesuitas -"quiero obsequiar", es el término que emplea- "unas reflexiones que le permitan una mayor unión con el Señor".

La reflexión que "obsequia" es una recriminación a la Compañía de Jesús, como accionista que fue de la COPE, por unos programas y campañas de Jiménez Losantos en 2003(¡hace quince años!), que presenta ahora como el hecho que "abrió los ojos a muchos catalanes y les convenció de que el encaje con España era imposible".

Plantear aquellas lejanas -y ciertamente discutibles- actuaciones de Jiménez Losantos como origen de todo lo que se ha desencadenado desde entonces en Cataluña y culpar además ahora de ello a la Compañía de Jesús, que en parte por aquellas lejanas actuaciones dejó de ser accionista de COPE, supone ya un atrevimiento notable, que hace desconfiar incluso de todo lo que además se añade.
Pero todo,  repito, está expresado con un tono espiritualizante, que hace brotar toda su reflexión del Oficio Litúrgico: "Estaba yo rezando Laudes el día de san Juan de la Cruz", comienza- y la reflexión la finaliza afirmando que "solo cabe pedir a Dios perdón de estos pecados de omisión, ofrecer la Eucaristía en reparación y suplicar a Dios para que los presos sean excarcelados y los que están en el exilio puedan regresar y en España se pueda recuperar la normalidad democrática". Sorprende ya enormemente la mescolanza tan inaudita de lo sagrado y lo profano.


Comparaciónes osadas
Lo que más sorprende de la carta, y del post del blog en el que se apoya (titulado "Un romance de San Juan de la Cruz y unos presos encarcelados"), es la auténtica osadía de comparar la prisión actual de los políticos catalanes, decretada por un juez civil de un moderno estado de derecho, con el encarcelamiento de San Juan de la Cruz en el siglo XVI, sólo conventual y fruto unas forma de actuación del todo inexistentes en la actualidad.

La base para diagnosticar con total rotundidad la "injusticia" de mantener en "prisión" o en el "exilio" a los políticos catalanes es el escrito de "110 catedráticos y profesores Derecho Penal de varias Universidades españolas" que el blog afirma que condenan esta actuación, sin reproducirlo entero y sin citar para nada otros escritos también colectivos que apoyan el curso actual de los hechos en Cataluña y, sobre todo, sin aludir siquiera a toda la extensa y minuciosa justificación de los procedimientos que se han seguido en los Autos de los jueces que las han decidido.

Para apoyar esta demencial comparación, la autora de este blog hace una extensísima cita del poema que dice que San Juan de la Cruz escribió en su cárcel de Toledo "In principio erat Verbum", que nada tiene que ver con el asunto tratado. El poema, con una larga introducción copiada de las Obras de San Juan de la Cruz, es presentado como si fuese una apodíctica demostración de la injusticia cometida con la prisión de los políticos catalanes: "San Juan de la Cruz se solidariza con todos los que inocentemente están encarcelados como él lo estuvo durante ocho meses en la prisión conventual de Toledo".

Antes de la comparación con el poema del gran santo y poeta, la que dice ser doctora en teología se atreve también a establecer una comparación con la Biblia. Ante todo esto, "¿qué dice la Biblia"?, se pregunta, y aporta varias simples citas profética para demostrar que "Dios no soporta la injusticia institucionalizada", y, sin una exegesis mínimamente seria, se apropia sin más el sentido de las frases proféticas y, con una brevísima cita, se apropia también del exahustivo comentario de dos tomos de Schökel y Sicre sobre los Profetas, concluyendo que Dios no escucha tampoco las súplicas de los que "con falta de mesura y desproporción han ejecutado ahora la prisión preventiva" y los que han ocasionado que los que están "exilados" en Bélgica "no hayan podido pasar las Navidades junto a su familia". ¡Cuesta pensar un uso más facilitón de la Biblia!.


Reflexión sobre Cataluña
Pensé inicialmente poner en el título de este sencillo comentario que el "atrevimiento y osadía" se ejecutan "en Cataluña", pero no he querido hacerlo por no extender a todos los catalanes estos comportamientos tan insólitos. Este es sólo el modo de actuar de una persona, la que firma estos comentarios, y no hay que pensar que su parecer sea extensamente participado. Me lo hizo esto además ver un único comentario obtenido por el post de este blog: "Que pena que Religión Digital se preste a este juego. Además, comparar a San Juan de la Cruz con el ejecutivo del gobierno de la Generalitat es simplemente de locos. Así nos va".

Sí cabe reflexionar, con todo, que, aunque sea un sola persona la que vierte estas ideas, estos comentarios los formula desde un humus que los hace posibles. Lo hará incluso con buena voluntad, pues su contexto sociológico y cultural le hace ver con tanta evidencia que la situación de estos políticos es tan claramente injusta que no duda en sentir que su opinión está claramente apoyada por la Biblia y por San Juan de la Cruz. ¡Cosas veredes!, que comentaba el antiguo adagio.

martes, 2 de enero de 2018

Una novela de vidrieras

 




Por estar situado este blog "tras mi vidriera" -sin saber antes nada sobre su autor- comencé a leer este libro, "Las ventanas del cielo", sólo porque en la información que llegó hasta mis manos decía que en él se trataba sobre las vidrieras. He leído de prisa y completas las 731 páginas del libro, y he constatado que se trata de una buena novela. Explicaré por qué.


La novela

La información previa sobre el libro decía que se trata de "una novela épica y de aventuras". Me sorprendió, de entrada, que el tema de las vidrieras no aparecía para nada en los primeros centenares de páginas del libro.

El libro está situado en la segunda mitad del siglo XV, en plena efervescencia del gótico mas puro. Pero arranca sólo como un trepidante relato, situado primero en Burgos y luego en los ambientes pesqueros de Bermeo y de la lejanísima Terranova, sin que tenga que ver nada con las vidrieras el argumento que se empieza a desarrollar.

Sólo en la segunda parte del libro, en la página 220, ya en Flandes, en una ocasional visita a la catedral Amberes, es invitado el protagonista, Hugo de Covarrubias, a visitar el taller de un famoso "artesano de vidrieras" -un personaje histórico-, Hendrik van Diependaal, que está construyendo una para esta catedral. La visita le impresiona mucho al personaje, pero luego prosigue el relato trepidante con una larga estancia suya en Africa, arrancando sal en las cercanías de la ciudad de Quastiliya (en la final "Nota del Autor", se informa que se trata de Túnez) y, sólo tras la dificultosa vuelta de África, ya en la página 453 del libro, se sitúa al personaje en el taller del vidrierista para aprender el oficio de vidriero.

La primera parte de la novela, desarrollada hasta que el personaje toma contacto profesional con las vidrieras muy avanzada la tercera de las cuatro partes del libro, está muy bien trabada y está contada con un arte narrativo poco común. Sucesivamente situada en los ambientes de los diversos personajes, la narración fluye muy espontáneamente, sin perder el ritmo del interés, siempre atada a referentes muy concretos.

Los personajes están tratados con mucho verismo, con rasgos definitorios muy acusados, resultando muy fácil imaginarlos, acompañarlos e interesarse por ellos. El protagonista, Hugo, se relaciona primero con su padre, un gran comerciante de la lana, don Fernando de Covarrubias, con su falaz administrador Policarpo, con la que será el final amor de su vida, Berenguela, y luego, ya metido en la aventura marinera, con el capitán vasco del barco, Obeko, "pura bondad revestida de rudeza", se le define en la Nota del Autor; Azerwan, un esclavo al servicio del barco, que será posteriormente rescatado por Hugo para coprotoganizar toda la aventura africana; Ubayda, el gran amor de Azerwan, a su muerte acompañante de Hugo en la vuelta a Flandes para comenzar el trabajo de las vidrieras.

No pretendo esbozar siquiera el argumento de la novela. Sólo insistir en que está muy bien contado y en que capta así muy bien el interés del lector. Con técnicas cercanas a las de los "best seller", logra un relato muy vivo. Sólo se le podría tachar que introduce varias muertes  para sacar adelante el argumento -se ven incluso venir desde mucho antes de que ocurran-, aunque lo hace de forma muy trabajada y casi connatural con el mismo argumento.

El alargar tanto la historia antes de llegar al momento de las vidrieras intenta justificarlo la Nota final del Autor exponiendo que la vinculación entre Flandes y Castilla, que establece el maestro de vidrieras que llega a ser el protagonista Hugo, se puede comprender mejor conociendo la relación entre Castilla y Flandes existente en el siglo XV en los mercados de la lana, de los que arranca la novela. La justificación puede no ser muy válida, pero la trama completa de la novela es muy compacta y, por el propio desarrollo del argumento, podría hasta autojustificarse. Buscando una unidad a las muy heterogéneas partes del libro, la Nota del Autor afirma que "el amor está urdiéndolo todo".



Catedrales y vidrieras

La inspiración primera del libro, con todo, parece estar en las vidrieras. "Esta novela -le tutea al lector, en la Nota del Autornació con la única pretensión de hacerte disfrutar y ayudarte a entender en qué consiste el maravilloso mundo de las vidrieras durante el gótico tardío". Todo comenzó, confiesa el autor, coincidiendo con mi primer viaje a París, casi de casualidad entré en la Sainte-Chapelle..., el impacto que recibí fue tan formidable que nunca se ha podido borrar de mi recuerdo"; en la  novela, intenta trasmitir su recuerdo de esta fortísima impresión a través de lo que al personaje Hugo le hace sentir una visita dentro de su época medieval a esta capilla privilegiada de París.

Las catedrales, además de por su arquitectura espectacular, son para el autor el lugar de asiento de las vidrieras, "ciudades bajadas del cielo", "auténticos sagrarios de luz y color al abrir sus ventanas al cielo". Porque para el autor, y de ahí el título de la novela, las vidrieras son "ventanas del cielo", que permiten "vivir la mística de la luz y de color", que posibilitan "la comunicación entre la divinidad y el hombre".

En el "happening" final de la novela, la Reina Isabel la Católica inaugura las vidrieras de la Cartuja de Santa María de Miraflores de Burgos, realizadas por Hugo de Covarrubias y el histórico vidrierista flamenco  Niclaes Rombouts. Al llegar a la de la Santísima Trinidad, confeccionada por el protagonista Hugo, con la luz fuerte del sol, la vidriera se llena de vida: "de repente, cada uno de los vidrios que formaban parte de aquel vitral parecieron cobrar vida, y la luz se aprovechó de ello para empezar a bailar con los cuatro ángeles que acompañaban a la Virgen, recorriendo sus vestidos, besándola en la mejilla".

En su Nota final al libro, el autor confiesa que con su novela sólo ha pretendido introducir en el conocimiento y el amor hacia las vidrieras: "Esta novela nació con la única pretensión de darte a conocer, hacerte disfrutar y ayudarte a entender en qué consistió el maravilloso mundo de las vidrieras durante el gótico tardío, una disciplina escasamente tratada en la novela histórica y un tema que, a mí, lo confieso, me ha enamorado". Algo alambicada, con todo, parece la reflexión aportada sobre los cuatro elementos, dando cohesión tanto al arte de las vidrieras como a la vida de Hugo: "Tierra, fuego, agua y aire son los elementos básicos para la creación de una vidriera. Y serán, también, los elementos que Hugo va a necesitar para construirse a sí mismo. Del particular equilibrio que en un momento dado se establece entre ellos, surgirá su capacidad artística".

Las vidrieras, efectivamente, están en el origen y en todo el largo final de novela. Como fruto de mucho trabajo previo de documentación, la información que se facilita sobre todos los procesos de producción de las vidrieras es abundantísima, casi exhaustiva. Una cita del afirmado como  "reconocido especialista en historia del vidrierismo español, Victor Nieto Alcaide", explicita el por qué de la importancias concedida a las vidrieras: "Colores y piedras hacen patente una compleja síntesis de dogmas, de historias bíblicas y humanas, de lírica, de genios creadores, de luz natural y contenido sacro, en ese modelo de templo gótico donde ser cruzan los caminos de peregrinos y las rutas de la trascendencia, al compás de una belleza imitadora de Dios que tenía que conducir a Él".



El autor
 Me llevó a este libro el tema de las vidrieras, que da nombre a este blog y que resulta ser la pretensión última de esta extensa novela. He descubierto así al autor del libro, Gonzalo Giner, nacido en Madrid en 1962, y autor ya de otras seis novelas, todas situadas en periodos históricos pasados. Lo que caracteriza más al autor es su carrera y profesión de veterinario, no frecuentemente relacionada con la literatura. Su novela de más éxito es sobre los caballos, "El domador de caballos", y, en este mismo libro sobre las vidrieras, su afición a los animales convierte a un halcón, Aylal, en un personaje más de la novela.

El deseo manifestado por el autor sobre su libro se convierte también en la intención de este modesto comentario: "Espero que después de haber leído esta novela, cada vez que entres en una catedral gótica o en un temple revestido con vidrio, te detengas un momento para contemplar sus vidrieras. No es necesario saber mucho de ellas para poder vivirlas. Ojalá las puedas ver cuando la luz del día las esté atravesando: relájate entonces, siéntate quizá en un banco y experimenta las sensaciones que producen. Si eres religioso, sin duda alguna te ayudarán a comunicarte con Dios durante unos minutos; para eso se hicieron. Y si no lo eres, déjate trasportar por ellas. Quizás inicies un viaje al interior de ti mismo que llene tu corazón de paz, o quizás te conduzcan a un mundo que no hayas pisado todavía: el de la trascendencia". Es el final del libro y de esta sencilla Nota.