sábado, 26 de noviembre de 2016

El perdón, ¿también por y para los políticos?

El sustantivo perdón y el verbo perdonar resultan muy difíciles de conjugar. Nombrar esta palabras resulta fácil. Pero poner en practica la acción de perdonar -remitir una falta o delito, define el DRAE- es algo a lo que la naturaleza humana se resiste mucho a poner en práctica. Al clausurar el Año de la Misericordia, el Papa Francisco ha hablado del don y el mandato de Jesús sobre el perdón. Pero el perdón no debería ser una práctica sólo cristiana. Hay muchos campos en la vida en los que el perdón debería tener también aplicación. El terreno tan inhóspito actualmente de la política podría reverdecer y humanizarse si la conjugación del verbo perdonar se introdujese de alguna manera en el hablar y en el vivir ordinarios. Toda la relación humana se bloquea y se endurece si cada una de las partes no está dispuesta a perdonar lo que considera que es una ofensa que se le ha hecho, una falta que ha tenido el otro o, simplemente, algo que una parte no entiende y lo adjudica malévolamente a la otra parte, lo considera culpa del otro. La vida humana está llena de situaciones, en las que o se esfuerzan las partes hacia el perdón o se precipitan irremediablemente hacia el odio cada vez más creciente. En la familia, en el trabajo y en toda la relación entre personas, o se práctica con generosidad el perdón o se camina progresivamente hacia el enfrentamiento y el odio. La vida política española ha estado bloqueada tan largo periodo de tiempo porque las partes no eran capaces de perdonar lo que consideraban que los otros habían hecho mal. En lugar de buscar los caminos de la comprensión y de intentar los acercamientos, se ahondaba cada vez más en el desenmascaramiento de las actitudes consideradas inaceptables en los demás y se practicaba cada vez con más inquina el lanzamiento de proyectiles verbales contra los comportamientos ajenos. Se llegó a un cierto armisticio, se desbloqueó mínimamente la situación para formar un nuevo gobierno, porque todos llegaron a entender que la alternativa del empecinamiento era más nefasta para todos, que las nuevas elecciones enfangaban más a todos. El ver las orejas al lobo hizo posible por miedo lo que por deseos nobles de comprensión no se había podido antes conseguir. Ahora, en la situación nueva que comienza, si no llega a perdonar algo a los demás, el bloqueo perdurará y las situaciones resultarán invivibles. Aun a una persona muerta le han negado algunos el mínimo de comprensión necesaria para no caer en la falta de respeto. Hace falta atrevimiento para poner en juego el concepto de perdón. Se requiere mirarse a los ojos sin odio y ponerse a hablar, desde el perdón iniciar el camino de la mutua comprensión. Francisco ha recordado, en la carta pastoral que cierra el Año de la Misericordia, que el perdón libera. Siendo aún más explícito, ha hablado de la liberación del rencor, la rabia y la venganza; esto es, de las situaciones que se viven cuando los enfrentamientos no se domeñan y el perdón no se conjuga. La política enrarece mucho, provoca agresividades aun en los que no practican la política, en los que sólo son observadores de lo que está pasando en el foro público. Muchas personas reposadas en otros aspectos se encrespan fieramente cuando hablan de política. El tener comprensión y el saber perdonar los comportamientos que cada cual no entiende de los políticos es algo que falta mucho a los ciudadanos en general y, también, a la población católica en particular. Los hombres y las mujeres aparentemente muy pacíficas, incluso las personas que aparecen como muy religiosas, caen en los términos virulentos al hablar de los sectores de la izquierda que consideran más alejados de sus propios posicionamientos. Las personas de izquierda hablan frecuentemente con odio de los de las derechas. Con mucha frecuencia, por ambos lados, da vergüenza oír hablar de los políticos. Para todos es la conveniencia del perdón, pero los creyentes deberían extremar la sensibilidad hacia esta palabra y hacia esta realidad considerando la actitud misericordiosa del Padre, que acoge y perdona aun a los más alejados. La fe madura conduce al perdón. La humanidad sincera, aun sin fe, debería terminar también en el perdón, al menos para poder convivir humanamente, para no vivir como lobos en la selva.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Se acabó la reunión oficial jesuita

Los acontecimientos relacionados con los jesuitas suelen tener un carácter algo misterioso. El "jesuitismo" es definido por el Casares como "conducta cautelosa, como la que algunos refieren a los jesuitas". En ocasiones, llega incluso a igualarse lo "jesuítico" con lo "falso" o lo "taimado".
Por esto merece un comentario la reunión oficial de los jesuitas que acaba de concluir en Roma, la que en el argot jesuítico se denomina Congregación General. Señalaré algunos rasgos definitorios de esta bastante atípica reunión:

1. Variedad. La composición de los participantes en esta reunión, ya constituye un primer rasgo diferenciador. De los 210 miembros participantes, alrededor de un centenar son Provinciales", esto es, Superiores de los diversos territorios nombrados a dedo por los órganos de gobierno de la Compañía de Jesús; pero esto quiere decir también que los restantes, algo más de la mitad, habían sido elegidos desde abajo para asistir a esta reunión: por lo que en el argot se denominan las Congregaciones Provinciales, reuniones territoriales cuya composición muy mayoritaria es también la de jesuitas no por razón de su cargo, directamente elegidos para la misma por la totalidad de los jesuitas del territorio. Sin pretensiones de un democratismo que no tiene lugar en las instituciones eclesiales, la representación en la Congregación General se puede decir que es bastante representativa de lo que es en realidad la Compañía de Jesús.
El carácter representativo es aún más claro por la procedencia, en esta ocasión inclinado mayoritariamente hacia los Países del Sur (59%), menos desarrollados que los del Norte. La representación, en su detalle, es muy característica de la universalidad real y creciente de la Compañía de Jesús actual: Asia y Oceanía, 33 %; África, 10%; América Latina, 16%; América del Norte, 15%; Europa, sólo 26%, bastante ya menos que el conjunto asiático y africano.

2. Esfuerzo informativo. Para evitar el carácter misterioso, esta Congregación General ha hecho un esfuerzo destacable por ofrecer información concreta y detallada, por cumplir el consejo periodístico de: "se tu quien cuente tu historia", no quejándose después inútilmente de que otros la cuenten mal. De hecho, se ha introducido en la red un boletín diario con información al minuto de lo más principal y con seleccionados apuntes -como posts de un blog- sobre lo que en cada momento se estaba trabajando. El boletín diario tenía 10.000 usuarios y en la web accedían al mismo 175.000 usuarios. La cifra total de visita a la web, llega a 1,25 millones de persona provenientes de 200 países. El boletín diario cesó el 14 de noviembre, pero todavía se puede acceder a él en cg36.org/es/, con la inclusión el último día de la referencia de una cincuentena de lugares informativos de las diversas actividades de conjunto de la Compañía de Jesús.

3. Consenso abrumador. En contraste con la realidad eclesial y jesuítica de otros momentos no tan lejanos, todos los participantes han destacado el consenso unánime, como característica más fundamental de la Congregación General. Siendo de procedencias geográficas tan diversas, lo posesión del mismo espíritu -el de los Ejercicios Espirituales ignacianos- hacía posible usar el mismo lenguaje (en las cuatro lenguas oficiales usadas)y conseguir llegar a acuerdos comunes. El caso más claro de este sentir unánime, el nombramiento del venezolano Arturo Sosa, como nuevo P. General de los jesuitas de todo el mundo.

4. Originalidad. Para llegar al nombramiento del nuevo General, los jesuitas tienen un procedimiento del todo singular. Durante cuatro días completos, practican lo que en palabra latina se llama murmuratio, un término que en castellano implica casi siempre hablar mal de alguien, pero que en este caso se refiere a hablar bajo, en vez queda y de uno en uno. No se permiten las campañas, el que las personas o los grupos propongan y defiendan a unos candidatos, y los cuatro días se consumen en diálogos interpersonales para requerir impresiones sobre posibles representantes de contextos menos conocidos o sobre personas conocidas que uno quiere valorar más a fondo. En este caso, para el nombramiento de Arturo Sosa, los participantes comentan unánimemente que el procedimiento ha funcionado a la perfección.

5. Papa Francisco. El primer Papa jesuita de toda la historia, ha querido hacerse particularmente presente en esta Congregación General. Como jesuita argentino, había asistido personalmente a dos de las anteriores Congregaciones Generales. Esta vez, no se ha contentado con el tradicional discurso a los Congregados en la sede vaticana, sino que ha querido desplazarse a la casa de los jesuitas, al Borgo Sancto Spirito 4 aledaño inmediato de la plaza de San Pedro, para estar toda una mañana completa con los congregados, participando en la media hora de oración que abría las sesiones diarias, teniendo un detenido discurso, sometiéndose después a un interrogatorio abierto con los presentes y saludando incluso al final a todos los participantes. Lo que más se ha valorado del discurso del Papa, que se ha hecho después público, es que no le ha dicho a los jesuitas lo que tienen que hacer, no ha señalado campos concretos de actuación, sino se ha limitado a decirles sean buenos jesuitas, remitiéndoles a las fuentes originarias del pensamiento ignaciano y de la Compañía de Jesús.

6. Gobierno y Decretos. La Congregación General ha durado casi mes y medio porque, además de elegir al General y a sus colaboradores más importantes, se ha ocupado prolongadamente de elaborar directrices para el gobierno interno de la Compañía de Jesús. Los documentos en los que se vierten estas directrices se suelen llamar Decretos, siendo así que no suelen ser normativos sino iluminadores para los comportamientos que las instituciones y los jesuitas deberán después llevar a la práctica.
Todavía no se han hecho públicos estos Documentos, pero ya se ha indicado que se refieren a lo que en el momento actual es más importante para el desarrollo de la vida y de la misión de los jesuitas.

Sin secretismo, a cara descubierta, los jesuitas han cerrado ya la Congregación General llamada a dar la pauta para lo que la Compañía de Jesús va a ser en un próximo futuro. Los 210 reunidos han marcado un ritmo de esperanza y optimismo, sometidos al dinamismo del Espíritu, frente a todas las visiones catastrofistas sobre el futuro más inmediato. Un paso adelante, para la Compañía de Jesús y para la Iglesia.


domingo, 13 de noviembre de 2016

Cambio de imagen del Papa

         Cada Papa cambia la imagen del anterior y proyecta hacia fuera un nuevo estilo de actuación. La llegada de Francisco nos hace particularmente patente esta verdad elemental.
 
Cada Papa es diferente. Lo mismo que los humanos tenemos todos rostros desiguales, todos los Papas tiene también características diferentes en la forma de ejercer su pontificado.

          Los más antiguos recuerdan todavía la imagen estilizada de Pio XII, con su silla gestatoria, con sus atuendos que recuerdo fundamentalmente rojos, con su enseñanza depurada sobre las más variadas cuestiones, con su obligación de encarar la segunda guerra mundial sin poder enfrentarse directamente con los contendientes, con su figura casi mística que escuchaba por las mañanas el cántico un pajarito sobre sus hombros.

          Juan XXIII rompe todos los moldes. Elegido ya muy mayor como un Papa de transición, desconcierta a toda la Iglesia convocando un Concilio, no para condenar errores, no para escuchar los lamentos de los profetas de calamidades -la expresión suya más característica-, sino para abrir las ventanas de la Iglesia, para trasmitir de nuevo esperanza a un mundo desesperanzado. Una figura paternal constituida como un párroco del mundo.

          Pablo VI ofrece una figura casi del todo diferente. Con su anterior trayectoria de gran pastor de la compleja diócesis de Milán, con él llega al pontificado un exquisito estudioso capaz de elaborar un magisterio muy rico y diversificado. En la España de entonces, fue mal recibido por algunos por haber solicitado de Franco la revocación de unas penas de muerte.  Como Papa, le tocó clausurar y desarrollar el Concilio Vaticano II, y lo hizo con la intensidad y las angustias propias de un intelectual, cerrando algunas de las ventanas excesivamente abiertas, con miedo -oí decir una vez en Roma- que se cayese y se rompiese la hermosa maceta de la Iglesia que habían depositado en sus manos.

          Tras el paso efímero de Juan Pablo I -mancillado por los comentarios alevosos sobre su envenenamiento-, llega el vendaval arrollador de Juan Pablo II, el Papa polaco que desconcertó al mundo, con su magnetismo sobre las masas, con sus incansable viajes, con su evidente riqueza personal que intentó proyectar siempre en bien de la Iglesia. Un pontificado largo, muy admirado por amplios sectores de la Iglesia

         Benedicto XVI, el intelectual prestigioso que siempre enriqueció a la Iglesia con sus muy valoradas enseñanzas,  cierra un ciclo de Papas muy diferentes, pero que tienen todos en común una concreta concepción de su elevada misión como Pontífices, obligados a mantenerse distantes, tanto en su vida personal como en sus cuidadas relaciones con los cada vez más influyentes medios de comunicación social.

         Francisco ha aumentado las diferencias con todos los anteriores, ya desde el primer día con los gestos intencionados del acto de su nombramiento: nombre atípico -añadiendo más tarde el ruego de que no se usase la denominación que le correspondería de primero-, solicitar a todos que pidieran por él ante de su primera bendición, exclusión de algunos atuendos tradicionales en los Papas,... Después, decidió abandonar el aislamiento de la anterior residencia papal para vivir en San Dámaso en la compañía de otros curiales y huéspedes. En general, ha comenzado un estilo de vida y de actuación que sorprenden cada día a los experimentados vaticanistas conocedores de la trayectoria de los anteriores Papas y a todo el público seguidor de sus crónicas en los periódicos del mundo. Ha diversificado mucho el tipo de las audiencias -una a pobres, recientemente- y ha cambiado el destino de sus viajes, el último a conmemorar un aniversario de Lutero. La revista española Ecclesia, que publica todas sus intervenciones, inserta ahora más actuaciones coloquiales que escritos eruditos. Creo que se puede afirmar que Francisco tiene desconcertados a los acostumbrados al estilo anterior de los Pontífices, por su improvisación constante de gestos de ruptura con el envaramiento papal anterior y de acercamiento al lenguaje y a las formas de vida de la gente normal y corriente.

          Las reacciones que todo esto provoca son muy diferentes. No cabe duda de que los que antes criticaban constantemente a la Iglesia por el estilo del Vaticano, alaban ahora con mucha frecuencia las actuaciones de Francisco. El Papa concede ahora ocasionales entrevistas directas a los medios de comunicación, sin temor al desvanecimiento de su aura papal, y se deja incluso tocar y aun besar por el público en sus comparecencias públicas. Se extiende la sospecha de que algunos se encuentran ahora contrariados por el qué y por el cómo de la actuación papal, aunque sea mucho más frecuente el silencio respetuoso que las extemporáneas críticas que también ocasionalmente se han producido. No es infrecuente que los antes críticos de las actuaciones eclesiales se hayan vuelto ahora fervientes admiradores de Francisco.

          Sorpresas, admiración, fervientes alabanzas, críticas ocasionales, silencios respetuosos. El cambio de imagen de los Papas, siempre se ha producido. Pero con Francisco este cambio es aún más clamoroso. Las reacciones ante este cambio, también.

domingo, 6 de noviembre de 2016

¿Qué es la democracia?

         


         
         Me sorprendió y me han hecho pensar unas declaraciones que leí hace pocos días de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en las que afirmaba que la democracia representativa está ya pasando, que había que buscar nuevos modelos. Carmena es ex magistrada y buena jurista, y no es de pensar que hable a la ligera. Acaba de tener la conferencia inaugural de una serie dedicada a la vida municipal en Entreparéntesis, un centro de opinión de los jesuitas de Madrid, aunque en otros ambientes sea menos apreciada por sus actuales vinculaciones políticas.

          ¿Qué es la democracia? Por lo pronto, el hecho de que con frecuencia le pongamos una adjetivo manifiesta a las claras que el término democracia no es unívoco, que requiere ulteriores determinaciones, que bajo el mismo nombre se cobijan realidades bien diferentes.

          Estos días pasados me sorprendió que los que quisieron rodear el Congreso por la investidura de Rajoy lo hicieran en nombre de la democracia. Por lo visto, consideraban ellos que, actuando fuera del Congreso y en contra de las decisiones legalmente adoptadas por los representantes del pueblo (¡ha costado muchos meses llegar a adoptar mayoritariamente esta decisión!), eran más demócratas que los demócratamente elegidos para tomar esta decisión.

          Son dos concepciones diferentes de la democracia, una representativa y otra populista: una reconociendo que no todos deben adoptar las decisiones sobre todas las cuestiones técnicas y difíciles y eligiendo por tanto para ello a los que ocupen los puestos representativos de todos en el Congreso, y otros afirmando quiméricamente que todos deben participar en todo y protestando violentamente por lo que (¡el reducido grupo de los que se manifiestan!) consideran  como ilegítimo. Dos concepciones prácticamente irreconciliables, dentro y fuera del sistema.

          Hasta ahora le había concedido el mérito a Podemos de haber metido dentro del sistema a los descontentos antisistema que se manifestaban sine die en la Plaza del Sol de Madrid y en otros muchos lugares de España. Pero ahora Podemos e Izquierda Unida han vuelto a las andadas y pretenden trabajar tanto desde dentro como desde fuera del Congreso, defendiendo al sistema y luchando al mismo tiempo contra el sistema. Vargas Llosa ha dedicado el último de sus lúcidos artículos en El País a lo que, usándola terminología de un periodista alemán denominaba democracia rabiosa, los que luchan desde la rabia para ensanchar los para ellos reducidos márgenes del sistema.

          Los que recordamos la democracia orgánica franquista soñábamos con la nueva era de una única democracia, sin más apelativos y unánimente aceptada por todos. Pero el tiempo ha vuelto a ensuciar los cristales y no todo se ve ya traslúcidamente a su través. Hay quienes se plantean una democracia diferente, en términos todavía peligrosísimamente indefinidos.

         ¿Aporta algo el Evangelio y la fe cristiana a toda esta polémica? En el tema técnicamente político, el Evangelio siempre queda abierto. Pero hay una serie de valores -el respeto a las opiniones ajenas, el no juzgar de los comportamientos de los demás, el buscar lo que más contribuya a la paz y a la justicia, el hacer idealmente posible el amor, etc.-, por los que siempre el Evangelio nos impulsa a luchar. De la actual imprecisión sobre la democracia, el creyente no se puede sentir desentendido. Hay que luchar por que la democracia más plena se abra camino.