viernes, 28 de noviembre de 2014

50 años de Radio ECCA

Invitación al 50 Aniversario de Radio ECCA
          1965-2015. He asistido estos días en Sevilla a una conmemoración de los Cincuenta Años de Radio ECCA. Esta celebración se llevará a cabo sucesivamente en varios sitios, hasta llegar el 15 de febrero, fecha en la que se celebrará en Las Palmas de Gran Canaria el cincuenta aniversario de la primera clase de esta singular emisora. Que una institución novedosa llegue a las Bodas de Oro no es frecuente, pues lo muy nuevo y singular es frecuentemente flor de muy pocos días.
 
         He dicho que Radio ECCA es una institución singular porque, de entrada, es una emisora de radio privada y sin publicidad comercial. El personal de radio diría que es un coche que anda sin gasolina, pues la publicidad es el combustible que permite andar a los medios de comunicación privados. Pero Radio ECCA lo puede hacer porque, aunque compite exitosamente en audiencia con los restantes medios en su programación abierta, dedica casi todo el tiempo de su antena en los días laborables a ser un centro docente.
 
          Radio y centro docente se apoyan en esta compleja estructura que une simultáneamente: 1) la antena, para emitir todas sus clases; 2) un material impreso, una hoja que sirve de soporte diverso para cada una de las clases que imparte este peculiar centro educativo (impresos siempre incompletos, para crear una actividad constante en el alumno que sigue las orientaciones de su profesor en la clase y completa así los espacios vacío de su esquema); y lo más difícil, 3) una red complicada que permite: a) hacer llegar a cada alumno los impresos correspondientes a su clase; b) posibilitar una orientación y un contacto personal, que guía al alumno en su tarea de aprendizaje y le estimula para no declinar en su empeño educativo. Es lo que en Radio ECCA se ha llamado siempre un sistema tridimensional, en cuya difícil conjunción de los tres elementos radica la eficacia de su acción educativa.
 
          Radie ECCA emitió su primera clase el 15 Febrero 1965 desde la Isla de Gran Canaria, y desde entonces no ha cejado en impartir los cursos más variados, en Canarias, en una decena de otras provincias españolas y en varios países latinoamericanos y africanos. Sus distintos elementos educativos provienen de Canarias o se producen en los distintos emplazamientos, pero siguiendo siempre la tecnología propia de este peculiar sistema educativo tridimensional. La eficacia la demostró Radio ECCA en sus orígenes cuando con su propio método consiguió enseñar a leer y a escribir a personas previamente del todo analfabetas, pues facilitar el aprendizaje en toda la amplísima gama de cursos que después ha impartido -desde la Primaria hasta el Bachillerato, más una cincuentena de cursos varios en su Aula Abierta- es mucho más fácil que enseñar a leer y a escribir a un analfabeto total. En España, son varias decenas de miles de personas en Canarias y unos cuantos millares en la península los que siguen cada año las diversas  clases de Radio ECCA. 
 
          No es cuestión de entrar en más detalles estadísticos o tecnológicos, pero sí me parece oportuno resaltar que ECCA ha aguantado tanto tiempo de forma floreciente porque, en lo humano, ha sabido crear una mística de cercanía y de servicio a su alumnado; y, en lo técnico, ha sabido aprovechar la revolución tecnológica, aprovechando la inmensa versatilidad de la informática para sustituir o apoyar la función del canal radio. Así, con el banco de clases creado en la red, se puede ya seguir una clase de ECCA en cualquier lugar y por cualquier persona que posea un ordenador. En este sentido, las posibilidades que Radio ECCA tiene en el futuro son mucho más amplias que cuando sólo podía llegar al área de cobertura de sus emisiones radiofónicas.
 
        Asistir a un nacimiento es hermoso, pero aún resulta más reconfortante participar en el renacer de una institución en el momento maduro de sus Bodas de Oro.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Brandemburgo, Berlín ¿Hay más muros?

           La vivencia y la reconstrucción de momentos históricos que uno no ha vivido resulta del todo diferente a aquello de lo que se conservan recuerdos directos y familiares. Durante el largo periodo de la Transición siempre pensé que España resultará de verdad diferente cuando ya no vivan personas con imágenes vividas durante la Guerra Civil e, incluso, con recuerdos personales de la época de  Franco.
                                                                                                                                                         
 
         
          La conmemoración de la caída del muro de Berlín -un hecho histórico del que por la distancia no conservo recuerdos personales- me ha coincidido prácticamente con la terminación de la lectura de un apasionante triller inglés llamado Brandenburg. Su autor, Henry Porter, es un veterano redactor del diario The Guardian, que compatibiliza el periodismo con la escritura de obras de ficción enmarcadas en la realidad más o menos actual. Brandenburg recibió el premio al mejor triller inglés de 2005.
 
          El arte de esta novela reside en que sitúa la caída del muro de Berlín, el 8 de noviembre de 1989, en el centro de un intrincado triller, de tal manera que la descripción de las bandadas de personas que saltan hasta la puerta de Branderburgo en la madrugada de esta jornada se convierte en el punto culminante de una novela, en el auténtico climax que desencadena una trama -urdida durante las ocho semanas anteriores-  y en el comienzo de la liberación de unos personajes que han estado en continuo peligro de muerte durante toda la trama de la novela por su trabajo como espías en el mundo opaco de la Alemania Oriental. La rocambolesca pareja de espías, que son los personajes de esta novela, se juntan en la misma puerta de Brandemburgo con el oficial de la Stasi que les persigue, siendo la masa de personas que inunda este lugar en esta noche las que literalmente liberan a los dos espías de las garras ya sin garfios de su enconado perseguidor. Empujados por la masa hasta lo alto del muro, el personaje femenino exclama entre lágrimas: ¿Es esto verdad? Nunca ha habido un momento histórico semejante. ¿Estamos soñando?
 
          El arte de esta novela me ha permitido revivir un hecho que, en los días pasados, han conmemorado extensamente todos los periódicos y publicaciones de nuestro entorno, por cumplirse hace pocos días los 25 años del acontecimiento. Inevitablemente, el recuerdo del Muro de Berlín y de la Puerta de Brandemburgo, me ha hecho preguntarme si existen todavía muros similares, barreras que impiden el paso de personas o de ideas.

          Entristece, desde luego, el recuerdo de la valla de Melilla, para intentar cortar la invasión de los inmigrantes procedentes de África; o la valla de Jerusalén, para impedir que los palestinos invadan las zonas de asiento de los israelitas; o más lejos, los sofisticados sistemas norteamericanos para intentar impedir (o disminuir) la entrada de los latinoamericanos en el Edén USA... El uso de la fuerza, de los medios coactivos, continúa impidiendo el libre trasiego de los diferentes habitantes del planeta. La existencia de pasaportes, y de su control en las aduanas, ya intentaba establecer frenos para el trasiego internacional de las personas, pero, ante la ineficacia de este método, se sigue intentando evitar por la fuerza lo que por medios pacíficos resulta imposible.

           La tardía y casi forzada apertura de la puerta de Brandemburgo me ha hecho pensar también si no existen muros y portones cerrados para el libre ejercicio de las ideas. Una treintena de años después de la desaparición de Mussolini, en un año de estudios en Italia, siempre me pregunté dónde se escondían en ese momento las multitudes que anteriormente lo aclamaban en las plazas. Semejantes preguntas se podrían hacer en los años alemanes posteriores a Hitler. Todavía me sorprende en España el silencio que en general guardan los convencidos del sistema de Franco, que no eran pocos y que no todos están ya muertos.

            Lo políticamente correcto es una barrera que intenta obligar a muchas personas a no expresar con plena libertad sus ideas, a callar pareceres propios o atender e incluso jalear opiniones de las que no se está enteramente de acuerdo. El fenómeno desde luego es complejo, porque existen ideas que sobradamente merecen ser perseguidas; pero el otro lado del problema es que impedir o dificultar la expresión de las ideas propias -políticas, morales, religiosas, de costumbre personales o colectivas- no parece tampoco siempre correcto.

            Esta problemática plantea interrogantes de difícil solución. Es muy fácil caer en la demagogia en estos temas. La caída del muro del Berlín evidencia que la libertad llega un momento que estalla, que vence las barreras que antes le parecían infranqueables. La existencia de tantas zonas protegidas por lo políticamente correcto, con todo, hace surgir la pregunta sobre si no serán estas zonas excesivas, si no hace falta también que caigan ciertas vallas actuales que impiden la libertad de las personas y de las ideas. El cuándo y el cómo no será fácil establecerlo, pero en algunos momentos es ya necesario y resultará a la larga inevitable.

 

         

domingo, 16 de noviembre de 2014

Mártires de la UCA, 25 años


          16 Noviembre 2014, hoy se cumplen 25 años del martirio en El Salvador de 6 jesuitas que, junto con una empleada y su hija, amanecieron violentamente asesinados en el patio de la reducida vivienda en la que vivían junto a la Universidad de Centro América (UCA) de San Salvador. El pueblo los tiene ya por santos -como a Monseñor Romero, el obispo de esta ciudad, al que también asesinaron  en fechas anteriores, en el altar en el que estaba diciendo la misa-, aunque la Iglesia todavía no los haya oficialmente santificado. Un aniversario que merece un mínimo de atención.
 
          De los seis jesuitas muertos, cinco eran españoles, aunque residentes en El Salvador desde hacía muchos años. En este sencillo recuerdo, merecen ser destacadas sus referencias personales. El que centraba la principal atención de los asesinos era el Rector de la UCA, Ignacio Ellacuría, 59 años al morir, nacido en Portugalete, Vizcaya. Los otros cuatro españoles eran Segundo Montes, 56 años, de Valladolid; Ignacio Martín-Baró, 41 años, de Valladolid; Amando López, 53 años, de Cuvo de Bureba, Burgos; y Juan Ramón Moreno, 56 años, de Vallatuerta, Navarra. El sexto jesuita, Joaquín López, tenía 71 años y había nacido en Chalchuapa. en El Salvador. La empleada de los jesuitas se llamaba Julia Elba y su hija Celina, ambas fueron también asesinadas para que no quedasen testigos de lo que habían presenciado. Todos fueron despertados y sacados de la casa durante la noche para ser ametrallados en el pequeño patio de su casa con sus ropas de dormir. La fotografía que se hizo a la mañana siguiente de todos tirados en el suelo del patio de la casa, todavía resulta literalmente patética.
 
          Estos jesuitas se habían tomado en serio la parábola de los talentos de Jesús, ocasionalmente recordada por la Iglesia católica en las misas del XXV Aniversario de su muerte. No habían enterrado sus cualidades personales. Su tarea universitaria y sus demás trabajos apostólicos los habían puesto al servicio de la justicia, de desentrañar las causas de la guerra civil que estaba destruyendo al pueblo salvadoreño -80.000 personas es el cálculo de los muertos en este enfrentamiento-,  y los militares que estaban protagonizando esta guerra quisieron callar para siempre estas voces interpelantes. Hubiese sido más cómodo para ellos enterrar el talento recibido, callar e interpretar cómodamente la docencia universitaria y el ministerio pastoral, vivir con los ojos tapados hacia las injusticias que estaban presenciando. Hablaron, tomaron partido a favor de los más pobres que en esta guerra estaban interviniendo, y los más poderosos militares de la otra parte de esta guerra los asesinaron. La Asamblea internacional jesuítica que había unido indisolublemente el seguimiento del la fe y la práctica de la justicia ya había anunciado proféticamente: No trabajaremos en la promoción de la justicia sin que paguemos un precio (CG 32, D 4, n 46).  En este caso, el precio fue el martirio.
 
         Con ocasión de este XXV Aniversario, las Universidades jesuíticas españolas han hecho una Declaración en la que reconocen claramente que el ejemplo de los mártires de la UCA nos interpela, admitiendo además que el recuerdo de este hecho implica un exigente reto de mejora. Concretan que la función de la universidad consiste en analizar la realidad histórica y en contribuir a su transformación, y que esto hay que hacerlo universitariamente, no cayendo en fáciles eslóganes, en planteamientos simplistas, o en derivas ideológicas. La Declaración especifica, además, los comportamientos que resultarían coherentes con la interpelación de los Mártires de la UCA, pero los reproduzco a continuación porque los rasgos de esta coherencia no sólo deben afectar al mundo universitario:
          - Analizar las raíces profundas de las injusticias estructurales que nos rodean
          - Tener valor para comprometer la vida en la transformación del mundo injusto 
          - Sentirse responsables del e3stado actual de la humanidad
          - Ser agentes de cambio social
          - Contribuir a crear un sistema que sea respetuoso  de la dignidad de la persona human, de todas las personas sin excepción, y respetuoso también de su hogar, que es la Tierra
 
          El recuerdo del 25 aniversario de los Mártires de la UCA no debe ser una simple concesión a la nostalgia. Su testimonio implica una seria interpelación a los que consideramos su memoria.
        

domingo, 9 de noviembre de 2014

Humanidad y Espiritualidad, unidas: SANTA TERESA

          La celebración del Año Teresiano, el quinto centenario del nacimiento de la Santa (1515-2015), es una invitación para volver a su figura y admirarse constantemente de la novedad y frescura que irradian sus escritos.

           Santa Teresa es un personaje que une contrarios. Es mística, sin dejar de ser profundamente humana. Las ricas cualidades que Dios le concedió como persona, no se vieron  agostadas por su vida religiosa, sino que las conservó frescas y lozanas hasta su muerte. Teresa siempre fue Teresa, fue el título de un trabajo sobre la Santa preparado en mis lejanos tiempos de estudiante.

          Ahora, me ha sorprendido mucho un texto redescubierto en el Camino de Perfección. En un capítulo en el que recomienda a sus hermanas buscar a Dios huyendo de todo lo que se acerque al pecado, aterriza en un terreno cercanamente práctico describiendo una consecuencia que ha de tener la virtud en el modo humano de proceder: A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas. No extrae de la santidad el rezar más o el relacionarse con Dios de determinadas maneras, sino que se fija en el comportamiento que la religiosa santa debe tener en el comportamiento humano con las restantes miembros de su comunidad.

          Una línea antes, desmenuza aún más concretamente qué entiende por conversable, este término tan arcaico. Le aconseja a sus monjas: procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren (quiere decir, tratad de comportaros con todas) que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar y no se atemoricen y amedranten de la virtud.
La virtud no debe amedrentar, generar miedo en el que convive con ella, sino que por el contrario debe resultar agradable para las personas que conviven con ella y la contemplan. Ser conversable es resultar agradable en la conversación y en el trato.
 
         Más claro aún, en la frase que cierra el párrafo: Que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables , y agradar y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas. No se va por las ramas, sino que refiere a las personas que se encuentran inmediatas en la comunidad la conveniencia de ser afables. Todo esto, en el Camino de perfección, capítulo 41, número 7.
 
          En el mismo capítulo,unos párrafos antes, Santa Teresa lanza un principio general, que es manifestativo de todo su talante espiritual y humano: Así que no os apretéis, porque si el alma se comienza  a encoger, es muy mala cosa   (Camino de Perfección, 41, 5). Su concepción de la virtud y de la santidad no conduce a apreturas o a encogimientos, sino a vivir con naturalidad el intento de resultar agradables para los demás.
 
          Para muestra, vale un botón. Esta llamada para resultar conversable a la que quiera ser santa descubre una forma de entender la santidad que no aleja de la humanidad, sino que manifiesta la unión indisoluble que para ella tenía el buscar a Dios y el mantener la espontaneidad humana. Teresa siempre fue Teresa, no dejó de ser rabiosamente humana por ser místicamente santa. Para convencernos de ello, este año -en su centenario- hay que volver a su obra, hay que releerla... o enfrentarse por primera vez con su lectura. Siempre, ganaremos en santidad y en humanidad.