martes, 19 de marzo de 2013

¿POR QUÉ TANTO INTERÉS POR LO DEL PAPA?

          Me gustaría mucho que alguien me explicase por qué se ha levantado tanto interés por la renuncia de Benedicto XVI y, sobre todo, por el nombramiento del Papa Francisco.
          La conmoción que se ha provocado no entra dentro de lo normal, desborda los límites más extremos de una noticia. El día del nombramiento de Papa, los periódicos incluían un titular en primera página a cinco columnas, algún artículo editorial, varias comentarios firmados y hasta alguna viñeta humorística, además de un desarrollo informativo inusitado de 30 páginas (ABC), 14 páginas (EL PAÍS), 12 páginas (EL MUNDO), 10-12 páginas los periódicos provinciales (SUR, LA OPINIÓN DE MÁLAGA); los canales de televisión han hecho sus informativos directamente desde Roma; las radios abrían sus informativos hablando del humo negro o blanco... y luego del nuevo Papa. Un comentario he leído comparando el interés de la noticia con el nombramiento de Obama, pero diciendo que en el caso del nuevo Papa ha sido mayor. Creo que no he visto nunca antes semejante interés por una noticia.
            La causa, el por qué, de todo este desmesurado interés es lo que no queda nada claro. Un comentario malévolo he visto, adjudicando el fenómeno a la habilidad de la Iglesia en el dominio de la comunicación, con sentido crítico respecto a cierta manipulación implícita. Lo contrario he visto en otro comentario benévolo, poniendo la raíz de todo esto en el interés que sigue despertando la Iglesia. Personalmente, lo que más me llama la atención no es que los medios confesionalmente católicos dediquen números extraordinarios al tema (ALFA Y OMEGA, VIDA NUEVA), sino el que medios distantes o aún contrarios a la Iglesia hayan tratado la noticia con interés  y extensión semejantes.
          Para mayor inri, hasta que se supo el nombre del nuevo Papa, la materia noticiable era muy escasa, casi inexistente, porque lo que se podía informar sobre el tema era sólo sobre las Congregaciones no abiertas de los Cardenales y sobre los preparativos en la Capilla Sixtina. Tal vez esta carencia de materia informativa era lo que provocaba el aluvión de suposiciones sobre los papables y sobre lo que el nuevo Papa debería hacer en la Iglesia, con alusiones más o menos veladas a pretendidas y ocultas fuentes, habiendo demostrado los hechos posteriores que todo el anterior aluvión había sido más fruto de la imaginación o de las visiones interesadas que de lo que auténticamente iba a ocurrir en el Cónclave.  
          Sólo desde el punto de vista informativo, el comportamiento de los medios en estos días merecería algún estudio serio, tal vez alguna tesis doctoral con recuento exhaustivo de los datos y con aportación de alguna hipótesis interpretativa. Desde el punto de vista religioso, el tema merecería también atención ponderada, analizando y sacando conclusiones sobre las causas -intra y extra eclesiales-  del interés que se ha desplegado sobre toda esta materia. 
           Por todo esto me gustaría recibir más opiniones al respecto, conociendo las posibles claves de interpretación del auténtico vendaval informativo que ha circulado durante el último mes en el interior de la Iglesia católica.        

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