domingo, 18 de mayo de 2014

SEÑORA DE LOS PÍCAROS

         "Señora de los Pícaros". He visto esta apelación mariana en las últimas páginas del gran libro del cardenal Walter KASPER, La misericordia. El título lo explica así: "María es concebida como aquella que se pone de lado de los fracasados y pecadores, de ladrones y adúlteros, como auténtico cómplice de estos" (página 206). Esta apelación y esta explicación dan qué pensar.
 
         He visto muchas veces entrar en santuarios marianos (lo recuerdo sobre todo ante el altar de la Virgen del Rocío, pero también en otros muchos lugares) a personas que no se suelen ver entrar en las Iglesias. El público que acostumbra acudir a las Iglesias es del todo esperable, es casi el mismo en todos sitios: gente ordinariamente mayor, vestida con cierta contención, más mujeres que hombres, casi siempre recatadas en su comportamiento externo, silenciosamente silabeantes cuando se instalan en el banco, externamente uniformadas en sus actitudes externas... No es esto el resultado científico de un estudio sociológico, sino el simple (¿discutible?) recuerdo de lo personalmente observado en múltiples iglesias.
 
          Por esto contrasta el público que se suele ver entrar en los santuarios marianos más frecuentados, en las grandes festividades e incluso en los días ordinarios: gente mucho más variopinta, con trajes de calle del todo iguales a los que se ven fuera de las Iglesias (en las romerías, con el traje típico, vestido con toda naturalidad, sin aspavientos), sin práctica del recato eclesial más frecuente, muchas veces mirando solo a la Virgen y sin saber formular oraciones, con claros indicios de no ser "gente de Iglesia"...
 
           Sin embargo, esta gente anómala en otros Iglesias se pone a rezar ante sus Vírgenes con plena confianza, no se notan forzadas, se sienten cómodamente como en sus propias casas, no parecen sentir vergüenzas por las posibles irregularidades morales que puedan existir en sus propias vidas, no parecen estar ante alguien que les riña, les exija o les incomode, sino más bien ante quien les acoge benévolamente...
 
          ¿Exagero?  ¿Interpreto demasiado, en las anteriores descripciones? ¿Traigo el agua a un molino inexistente? ... Cada cual puede moderar estas descripciones, alterarlas según su personal experiencia, negarlas o reformularlas de formas diferentes... Personalmente, estoy convencido de que por ahí van las cosas. Si lo he dicho ahora es por el punto de partida que me ha sugerido la acepción de "Señora de los Pícaros", traída por el cardenal Kasper.  
 
          La Virgen actúa, de hecho, como intercesora benévola en el seno actual de la Iglesia. Parece como si, con miedo ante Dios, la gente se sintiese con más confianza en la presencia de la Virgen María. "El manto de misericordia de la Virgen -sugiere también Kasper- ocasionalmente parece que se extendiera quizá en exceso". Sobre esta realidad se puede elaborar una reflexión teológica, pero se puede realizar un simple análisis desde la observación de la gente que entra en las Iglesias y la que acude ante las imágenes marianas. Kasper añade que el nombre de ciertas advocaciones marianas apunta también en el mismo sentido: María Auxiliadora, Madre del Consuelo, Virgen del Perpetuo Socorro... Todo esto destaca la función de generosa y extremada intercesora ejercido en el imaginario popular por la Virgen María.
 
         El tema se podría alargar, con análisis y discusión sobre lo sugerido. Pero lo ofrezco sólo como una reflexión muy elemental, como una sencilla flor en este mes mariano. 

        

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