viernes, 5 de diciembre de 2014

El TORCAL, un microcosmo insólito


Monumentos de piedra
     Desde siempre había oído hablar del Torcal de Antequera, pero hasta hace muy pocos días no he podido comprobar personalmente lo insólito que resulta este paraje. La visita directa al Torcal me ha resultado muy digna de ser destacada.
 
         El Torcal se encuentra a algo menos de una hora de Málaga, dentro del término municipal de Antequera aunque con ciertas partes también pertenecientes a una población mucho más reducida, Villanueva de la Concepción. Es un espacio cerrado, en lo alto de unas montañas, uniendo en su paisaje de forma intensa la piedra y el verde de la vegetación. De la carretera que une Villanueva de la Concepción con Antequera nace una sucursal que conduce directamente al recinto estricto del Torcal. El aparcamiento allí existente es amplio, pero resulta muchas veces insuficiente, por lo que en ocasiones los automóviles tienen que quedarse en un gran espacio habilitado en el origen de la carretera sucursal, desde el que unos autobuses conducen a los visitantes hasta lo alto de la montaña. Hay allí en lo alto un Centro del Visitante, con restaurante y tienda de regalos, que facilitan mucho los tiempos anteriores y posteriores a la visita.
         
Entre piedras y árboles
          Para visitar el recinto hay dos itinerarios -verde y amarillo- , siendo el más largo una prolongación mucho más ampliada y completa del circuito más corto, que sólo penetra en una primera parte del territorio. Todo el recorrido, en la primera y en la segunda parte, no es por una carretera, ni siquiera por un camino bien trazado y de firme continuo, sino por unos senderos abruptos, muy bien definidos y hasta rupestremente señalizados pero que discurren entre rocas y árboles, en contacto muy directo con la estructura enteramente original del paraje.
 
          Lo que más domina es la roca, en el panorama cambiante que se va presentando ante la mirada a lo largo del camino y en los bordes mismos del sendero, en momentos circundando y abrazando del todo al caminante. Las rocas sirven también para apoyarse, para salir adelante al trepar de unos lados para otros, estando las más cercanas brillantes y pulidas por todas las manos que los continuos visitantes han posado sobre ellas.
 
         Dicen las guías y el wikipedia que se trata de un "paisaje kárstico", un tecnicismo geológico que se refiere a la modalidad de las rocas que circundan el camino y dominan todo el paisaje. Son "dolinas o torcas" -de ahí el nombre de Torcal-, que, según las guías, son rocas calizas "con más de 150 millones de años, formadas por sedimentos marinos muy sensibles a la erosión, a las que la acción lenta pero continuada de la lluvia, la nieve y el viento han azotado continuamente hasta moldear este característico paisaje". Más allá de los tecnicismos, son rocas de todos los tamaños, formando figuras sencillas en unos casos pero en otros casos gigantes y fantasmales, auténticos monumentos en ocasiones y barreras lejanas y ciclópeas  en otros casos. Camina uno como por una ciudad de ensueño, rodeado de figuras rocosas que desbordan realmente todas las capacidades que el más imaginativo pueda soñar.
 

           La fauna y la flora del paisaje son también del todo singulares. Sorprende mucho divisar, saltando de roca en roca, cabras monteses, que son animales muy ariscos y salvajes en otros contextos pero  que en este lugar se mantienen incluso muy cercanas a los paseantes. Se pueden encontrar además otros animales salvajes, como el buitre leonardo, el búho real, el zorro o la comadreja. La flora es también muy variada -encinas, arces, quejigos, serbales, plantas muy diversas-, salpicando frecuentemente de verde el paisaje grisáceo de las rocas.   



Cabras monteses


          El conjunto del Torcal es, en un espacio no excesivamente grande - 2180.0  ha. -, un auténtico microcosmo, en el que uno se zambulle en un paisaje del todo original, dominando por las rocas y por el verde, que despierta la imaginación hasta concebir todos los sueños. La visita al Torcal merece sobradamente la pena.





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