domingo, 17 de septiembre de 2017

Fanatismo, una tentación

 


Un recuerdo muy lejano, del País Vasco. Cuando la ETA estaba en todo su esplendor, con actividades y presencia en la prensa casi todos los días, le oí una vez a un Hermano Jesuita, puramente vasco, malhablando un castellano lleno de infinitivos y monosílabos:

- ETA, sí tener vocaciones. Nosotros, no.

Se dolía el Hermano de la falta de vocaciones a la Compañía de Jesús, en un tiempo en que el entusiasmo por la ETA prendía fuerte en los jóvenes.

Muchos años después, la Compañía de Jesús ha persistido, sin que le falte un pespunte anual de vocaciones, y la ETA ha desaparecido.

El fanatismo es tentador y seductor. Prende fácilmente en los jóvenes y en el pueblo, todos atraídos por su radicalismo, por sus ideas extremas presentadas sin matices.


El yihadismo, también entusiasma
He recordado mucho la anécdota del Hermano vasco, al comprobar el entusiasmo que el yihadismo ha logrado provocar en los jóvenes musulmanes catalanes. Javier Cercás ha intentado acercarse a la mentalidad de estos jóvenes: "adecuadamente envenenados por una ideología, las mejores personas pueden cometer las peores maldades", es el resumen de su artículo (Carta robada en Ripoll, El País Semanal, 10 Septiembre 2017).

Las ideas radicales prenden en los jóvenes, provocan vocaciones . Ha causado general sorpresa el conocer que un imán logre convencer y radicalizar a unos jóvenes, estimados casi como modélicos por sus compañeros de clase españoles. El fenómeno, con todo, está ahí, se ha producido de hecho. Las fanáticas ideas extremadamente radicales se han hecho carne en estos jóvenes y les han dinamizado a realizar lo que para los demás parecen atrocidades.


Difíciles límites del fanatismo
El problema está en que las fronteras del fanatismo no están bien delimitadas. No están bien definidos los límites entre el extremismo -más o menos radical- y el fanatismo.

Al fanático le da el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) dos acepciones: 2. El preocupado o entusiasmado ciegamente por una cosa. 1. El que defiende con tenacidad desmedida y apasionadamente, creencias u opiniones religiosas.

¿Cuándo se dan estas condiciones extremas? Actualmente, es un hecho que las instituciones religiosas más severas y extremas (mantenimiento del hábito o la sotana, literalismo en la interpretación de las reglas y constituciones, acortamiento de las relaciones con la familia, rigor en la moralidad, etc.)provocan más seguidores y vocaciones que las que han suavizado toda la normativa para intentar acercarse más a la modernidad. Así, las Hermanitas de la Cruz, las Religiosas que estaban en Lerma y han constituido ya su propia Congregación, los mismos Neocatecumenales o el Opus Dei. Es claro, con todo, que todas estas instituciones, siendo ortodoxas dentro de la Iglesia y no cayendo por tanto en el fanatismo, se inclinan más por la severidad y el extremismo que por la acomodación y la suavidad, aunque algunos casos extremos de fanatismo sí ha habido que han caído en la total descalificación.

La no definición clara de fronteras entre el fanatismo y el extremismo dificulta los diagnósticos, pero la tensión entre estos dos extremos ofrece pistas para la interpretación y valoración de las realidades concretas.


Realidad catalana actual
¿Es el fanatismo la clave para interpretar la actual situación de Cataluña? Ciertamente, la interpretación de la legalidad que ahora están aplicando los gobernantes de Cataluña se ha convertido en extrema, creando una normativa al margen y en contra de la que ha sido hasta ahora legalidad de todos los españoles (aunque ellos digan que los fanáticos son los que no aceptan sus extremas líneas de actuación). Dice el DRAE que "fanatizador" es "el que fanatiza" y que "fanatizar" es "provocar o sugerir el fanatismo". ¿Es esto lo que está ocurriendo ahora en Cataluña? ¿Es el fanatismo la clave para entender lo que allí está ocurriendo?

El tiempo dirá la última palabra. La ETA, la que generaba más vocaciones, ha dejado ya prácticamente de existir. Los jóvenes yihadistas extremos han muerto o están en la cárcel. El fanatismo, a la larga, no sigue adelante, no triunfa. El tiempo dirá rotundamente dónde está ahora el fanatismo.

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