domingo, 16 de octubre de 2011

¿POR QUÉ SE MANIFIESTAN?

La celebración de alrededor de 1000 manifestaciones de los indignados por todo el mundo, con carácter global, plantea múltiples interrogantes.

La pregunta, tal como yo la he formulado, ya me sitúa fuera de este movimiento. La pregunta está en tercera persona, hablando de "ellos"; y no en primera persona, preguntando por qué "nos" manifestamos. El colectivo de los que se manifiestan ha demostrado en esta ocasión ser muy amplio, centenares de mil o tal vez millones, por todo el mundo. Pero, obviamente, todavía son, somos, muchos más los que no han, hemos, tomado parte en la manifestación. Esta circunstancia, esta forma de plantear la pregunta, ya plantea una evidente falta de sintonía con los que se han situado en la opción de manifestarse.

Resulta claro que unos hablan con más simpatía que otros respecto a estas manifestaciones. El País dedica varias páginas al tema y habla con connivencia, casi con sublimación, de las opiniones de los manifestados. ABC desplaza la información a páginas interiores, disminuye mucho el espacio dedicado y presenta con fuerza la alternativa violenta que el suceso ha tenido en Roma. Esto respecto a los medios. Las conversaciones particulares también se dividen, con más o menos simpatía de los hechos, en unos y en otros casos. La postura personal frente a estas manifestaciones, las preguntas que cada cual se formula frente a las mismas, ya clasifican de alguna manera a la persona que se interroga.

La pregunta más extendida entre los que no entienden -no entendemos- bien el fenómeno es cómo se llega a una manifestación tan numerosa, quién hay detrás de todos estos acontecimientos. Con esto se está aludiendo a alguna fuerza política o económica que mueva el inmenso cotarro, a algún estamento que con intereses muy concretos dinamice y haga posible el fenómeno. Y está claro que la búsqueda de responsables no se dirige a las llamadas fuerzas de orden, sino a las ordinariamente presentadas de revolución, por no hablar de la denostada clasificación de derechas e izquierdas.

Aún más sorprende el que este movimiento sea no-violento, el que -en su inmensa mayoría y salvo contadas excepciones- las manifestaciones se desarrollen cívicamente y sin expresiones de violencia. En el caso de esta manifestación global el dato adquiere especial relevancia, en contraste con las últimas derivaciones del 15-M español, con recalcitrantes que no respetaban los derechos de los demás en las plazas españolas y con actitudes y personajes más cercanos a la violencia que al pacifismo.

Los interrogantes que el hecho plantea son muchos más. Casi todo el mundo está de acuerdo en que los motivos actuales para el descontento son muy abundantes -paro generalizado, crisis económica no resuelta, dinamismos políticos muy defectuosos, etc., etc.-, pero no todos se explican que estos ciertos motivos puedan conducir a este tipo concreto de manifestaciones.

Interrogarse sinceramente sobre el fenómeno, por ahora, parece más procedente que llegar a conclusiones muy claras -en contra o a favor- sobre el mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario