viernes, 21 de septiembre de 2012

ESTEREOTIPOS DE IZQUIERDAS Y DE DERECHAS


      Recojo todavía algún hilo suelto de mis dos últimas "entregas" sobre las calificaciones de "izquierdas" o de "derechas" que nuestros comportamientos provocan casi inevitablemente: "nos clasifican", solemos afirmar. Los calores y las ausencias veraniegas han dejado el tema un poco en remojo, y ahora lo contemplo con un poco más de distancia...
           He ido recogiendo algún recorte de prensa y  algunos testimonios sobre el particular de algún amigo.. 
          "La moda, ¿es de izquierdas o de derechas?", titulaba estos días sensacionalísticamente uno de los semanarios dominicales. Apenas profundizaba el artículo en tema, bajo la simpleza de que "la moda es de izquierdas y el shopping de derechas", y sólo se detenía en si los trajes de las primeras damas de la política manifiestan "progresismo o conservadurismo". 
       Sobre la intervención del conocido actor Clint Eastwood en favor del voto al derechista Romney, informaba el cronista de ABC en Washington que "no es ninguna sorpresa la deriva más o menos izquierdistas de muchos talentos de Hollywood", como tampoco lo es "la orientación republicana de otros quizás más escasos, pero no menos grandes nombres del cine norteamericano". Clint Eastwood se define a sí mismo "como un libertario" y, dentro del más puro estilo de la derecha, dice no estar ni con unos ni con los otros, "porque soy demasiado individualista para ser de izquierdas o de derechas", pero, a pesar de esta declaración, pide el voto para el político de la más rigurosa derecha.
           A pocos les gusta aparecer como de derechas, mientras que casi todos los de la izquierda se ufanan de serlo. Un amigo insertó un "comentario" en mi "entrada" anterior y recordaba cómo hace años había roto su carnet de un partido oficialmente de izquierdas, pero cómo mantenía claramente su tendencia hacia esta actitud vital, porque opinaba -de acuerdo con el ya desaparecido Juan María Bandrés- que "la igualdad social no es una cuestión de "caridad" sino de "justicia". Muchos cercanos a la izquierda están del todo convencidos que esta ideología defiende mejor a los desfavorecidos por la sociedad, pero la mayoría de los de la derecha no aceptan de ninguna manera esta afirmación.
         La cuestión está más en la visceralidad que en la razón. Por esto otro amigo me aseguraba que el secreto está en mantenerse entre las opciones de "centro izquierda" o de "centro derecha", porque sólo superando o dominando los extremismos resulta posible atenerse el juicio propio y ejercer cuando proceda la difícil alternancia.
         La visceralidad y la pasión suelen ganar la partida a la capacidad de enjuiciar personalmente y de elegir con libertad sobre los temas en liza. En el campo futbolístico, aún resulta más contundente la victoria de la pasión. Pero en  temas más serios y trascendentes resulta muy necesario, superando los determinismos históricos y psicológicos que en tantas ocasiones condicionan nuestra libertad, mantener la capacidad de enjuiciar con criterios propios y, superando lo pasional y visceral, elegir lo que en cada caso se estima más procedente. Esto no es nada fácil, pero es deseable. Ojalá que así sea. 

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