lunes, 23 de septiembre de 2013

FRANCISCO, LANZADO Y REFLEXIVO

         Los últimos días, el Papa Francisco está siendo de constante actualidad. Tras el viaje trepidante a Brasil, tuvo el arrojo de responder a las preguntas del Director ateo del diario La Republica, se embarcó plenamente en defensa de la paz frente a los dirigentes más poderosos de la tierra y, en esta última semana, descubrió sus más hondas intimidades en el largo diálogo con el jesuita Antonio Spaldaro para las revistas culturales de la Compañía de Jesús. Una auténtica carrera de obstáculos, resulta con mucha agilidad y soltura. Y continúa cada día, como en su discurso de ayer sobre el dinero en Cagliari...
         En la larga entrevista ahora concedida -27 páginas, con un auténtico desnudamiento respecto a su persona y en relación a sus proyectos-, habla mucho del "discernimiento", un término plenamente ignaciano que intenta descubrir lo que el Vaticano II describió como los "signos de los tiempos", un camino para descubrir la voluntad de Dios en el contexto diario de la vida: "el discernimiento en el Señor, dice Francisco, me guía en mi modo de gobernar". 
         Lo que más me llama la atención en toda la exposición del Papa es que no habla desde la teoría, desde lo averiguado en el estudio, sino desde la vivencia, desde lo que ha extraído desde su reflexión sobre la vida. Hablando de la Compañía de Jesús, afirma que sólo se puede explicar "de forma narrativa"; esto es, no desde "la explicación filosófica o teológica", en las que dice que siempre "se puede discutir", sino desde la "reflexión sobre el proceso", desde el discernimiento sobre la realidad concreta, que permitirá entrever algún tipo de solución pero no el descubrimiento de la verdad completa. Por esto dice que el jesuita debe ser un "hombre de pensamiento incompleto, de pensamiento siempre abierto". 
         No habla de lo que sabe por el estudio, sino de lo que ha experimentado -discernido- en el transcurso de su historia personal. Esto resulta posible porque es un hombre de profunda oración personal. Lo que alaba del P. Arrupe -ser un hombre de oración- lo tiene él también personalmente. La parte más emotiva y jugosa de su entrevista es la que habla de la forma que tiene él de orar. Dice que tiene una "oración memoriosa, llena de memoria, de recuerdos, de mi historia y de lo que Dios ha hecho en la Iglesia". Principalmente de la oración es lo que da retranca a su vida, la que le permite no ser víctima de los primeros impulsos sino de lo que la reflexión ante Dios y con Dios le ilumina.
         El mejor retrato de conjunto del Papa Francisco, de la personalidad rica que toda la larga entrevista ayuda tanto a desvelar, tal vez esté en los rasgos que él da de la personalidad del Beato Fabro, el santo que él se propone como modelo: "diálogo con todos, incluso con los más lejanos y con los adversarios; la piedad sencilla, incluso con cierta ingenuidad; la disponibilidad inmediata, el atento discernimiento interior; el hecho de ser hombre de grandes y fuertes decisiones y, al mismo tiempo, capaz de ser muy dulce, muy dulce...".
         El Papa Francisco, un hombre del que cada día descubrimos nuevas facetas, un misterio aún no descubierto del todo y que todavía no puede deparar muchas sorpresas.

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