domingo, 19 de enero de 2014

INCOHERENCIAS EN LA POLÍTICA

           La política es una tarea difícil de realizar, y aún más difícil de ser valorada por los demás. Recientemente, he visto de nuevo una encuesta indicativa del mínimo aprecio que la sociedad tiene del ejercicio de la política. Acompañaba a esta encuesta un comentario, queriendo demostrar que el menor aprecio era de "los políticos", pero no de "la política"; comentario difícil de entender, pues la política no es más que la tarea ejercida por los políticos...
         Estos días estamos contemplando una actuación política que contribuye poco a que esta tarea sea mejor apreciada. Se trata de un caso fragante de incoherencia pública, sobre el que no he visto ni oído todavía ningún comentario. Lo apunto brevemente, a continuación.
          El Partido Socialista de Cataluña se ha tenido que tragar el sapo de que tres de sus miembros han votado contra la política que el Partido había establecido en torno a solicitar del Parlamento español la realización de un sondeo independentista (dos miembros más habían evitado votar, mediante algún tipo de huida). Se ha hablado en este caso de infidelidad a lo que el Partido había decidido democráticamente.
         La incoherencia frente a este hecho está en que, simultáneamente, el Partido Socialista está reivindicando el que se conceda libertad de voto a los parlamentarios del Partido Popular en la próxima discusión de la ley del aborto. No resulta nada coherente quejarse del ejercicio de la libertad de voto en Cataluña y reivindicar la práctica de esta misma libertad de voto en el Parlamento de Madrid. ¡La contradicción resulta palmaria!      
          Las ideas se desvirtúan cuando se enfrentan con los intereses. Lo que resulta muy claro cuando ayuda a mis puntos de vista, se convierte en intragable cuando daña a lo que uno quiere y desea. Surge entonces la incoherencia que estamos constatando en estos días: defender en un caso lo que se ataca en el otro, o atacar en Barcelona lo que se defiende en Madrid. 
         Lo que ocurre, en este caso, es que, con independencia de la materia a la que ahora se aplica, el tema en sí es bien discutible, pues no resulta del todo claro que no se pueda permitir la libertad de voto -ocasional o permanente- de los parlamentarios. En este sentido, los que tal vez estarían actuando menos correctamente serían los que solicitaban la fidelidad inevitable  de voto al parecer del Partido: esto es, los del Partido Socialista en Cataluña y los del Partido Popular en Madrid.
         Pero esto sería materia de otro comentario, bastante más difícil: si se puede y se debe dejar libertad de voto, o si se debe siempre exigir la fidelidad a lo que decida el Partido. Hoy sólo quería destacar la incoherencia de defender en Barcelona lo contrario de lo que solicita en Madrid. La discusión más general, la dejo ahora abierta.  

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