domingo, 1 de febrero de 2015

Adela Cortina, un referente

         Adela Cortina  Nunca he conocido personalmente a Adela Cortina, pero su figura y sus opiniones siempre me han interesado. Esta semana he leído una extensa entrevista que le han hecho en EL PAÍS (29 enero 2015), y me han llamado tanto la atención algunas de sus opiniones que me merecen un sencillo comentario. 

          Por lo pronto destaco que este periódico le haga una entrevista de dos páginas incluida en una serie sobre figuras claves de la cultura, pues sus preocupaciones -interés por la idea de Dios, en su tesis doctoral- y sus propias opiniones intuyo que no son siempre coincidentes con la tónica de este periódico. Este hecho aporta un valor adicional importante a su forma de pensar.

          Destaco y comento sin más algunas de sus opiniones:

       - Coherencia humilde. Le sugiere el periodista (Javier Rodríguez Marcos, para mí desconocido) que la entrevista resultará muy fácil, porque una persona dedicada a la ética no debe mentir. Contesta Adela que, por su profesión de catedrática de ética, las gentes suelen opinar que somos intachables. Separa su  trabajo académico -su docencia- de su vida individual, y sobre este campo estrictamente personal afirma que intento ser consecuente, pero no hay nadie incorruptible. La modestia, un primer valor de su persona.

          - Relativismo histórico. Es también modesta cuando interpreta las variaciones históricas de las ideas. No usa el término "relativismo", pero dice que hay que juzgar las épocas por su contexto, y logra entender de esta forma el hecho de que la esclavitud fuese aceptada en épocas históricas pasadas. Apunta además algo muy útil en el momento actual: cuando la prensa se irrita ante un hecho -la pedofilia o la corrupción, aunque éstos son ejemplos no concretados por ella-, aplica una clave de interpretación: cuando aparece en los periódicos una noticia sobre estos temas es porque ya no los toleramos. 

       - Los insatisfechos. Cuando la insatisfacción o el descontento se ha convertido casi en una moda, ofrece al respecto una valoración clarificadora: El progreso moral viene de la insatisfacción ante el funcionamiento del mundo. Pero encadenado con lo anterior añade algo que aporta una semilla de humildad al posible radicalismo o impaciencia de los descontentos: La gente dice que ahora hay una crisis ética porque ha existido este progreso.

        - Ética de los negocios.  Adela Cortina dirige la Fundación Etnor, que pretende aportar valores éticos a los negocios y las organizaciones. Entiende que debe haber un espacio para la ética incluso en el caso de los negocios, que están sometidos a la obligación implacable del beneficio, porque ninguna actividad humana puede quedar más allá del bien y del mal. Pero deja claro que los problemas se presentan cuando el beneficio, que legítimamente puede ser el motor de la actividad empresarial, se convierte en meta, desplazando como meta a las legítimas expectativas, que siempre hay que atender, de todos los afectados: no sólo los accionistas, sino también los trabajadores, los clientes, el medio ambiente...

          - Auditoria ética. En plena coherencia con lo anterior, la Fundación Etnor que ella dirige ha realizado una auditoría ética de una gran empresa (Mercadona, pero, al ser preguntada expresamente por esta empresa, dice: no hagamos propaganda), y aporta la siguiente concreta justificación a este hecho: La responsabilidad social debería ser un instrumento de gestión, una medida de prudencia y una exigencia de justicia. Después de esta afirmación solemne, añade con humor: Esta frase me salió una vez de corrido, y ha tenido la mar de éxito.  

       - No a la partidización. Extraordinario sentido común tiene que, al constatar que no son frecuentemente escuchadas muchas propuestas que buscan la justicia social en una sociedad civil en ebullición, considera que la causa está en que tendemos a dividirlo todo de antemano entre carcas y progres, y eso hace imposible el diálogo. No habla de derechas e izquierdas, pero el sentido es idéntico. Es lo que llama la partidización de la vida pública, la descalificación radical de la opinión diversa con la excusa política: Eso lo dice el PP o lo mismo dice el PSOE. Antes estas descalificaciones tan en boga, la respuesta de Adela Cortina es tajante: No, perdona, esto lo digo yo. Que nos nos partidicen. Mayor sentido común, imposible. 

         La previamente indiscutible talla moral de Adela Cortina, queda reafirmada en esta entrevista. Dos obras suyas han merecido importantes distinciones: Ética de la Razón, Premio Internacional de Ensayo Jovellanos, en 2007; ¿Para qué sirve realmente la ética?, Premio Nacional de Ensayo, en 2014. Toda su extensa biografía merece la atención, pero estas dos obras constituyen dos invitaciones apremiantes a la lectura.

         


         

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