sábado, 17 de diciembre de 2016

¿Es posible saber lo que pasa en el mundo?

 
          De mal gusto resulta que un médico hable mal de la medicina, un juez de la judicatura o un cura de la Iglesia. Y hasta inverosímil parecería que un miembro de la ETA, de BILDU o de la CUP despotrique contra del independentismo. En tono menor, tampoco se concibe que un sevillano bien pagado de su ciudad critique a Sevilla. Con todo, siendo periodista, voy a hacer hoy una excepción con un comentario crítico contra el periodismo. Con los informes que aparecen en los medios, ¿resulta posible saber lo que ocurre de verdad por el mundo? ¿Nos ofrecen los medios caminos suficientes para conocer la realidad? ¿Es la información siempre operativa?

 
Información sobre Siria
          El caso más fragrante de la insuficiencia de los medios para descubrir la realidad tal vez esté en la información ofrecida sobre lo que ha ocurrido y está ocurriendo en Siria. Hace ya muchos meses, cuando empezaba el conflicto y la virulencia crítica contra Bashar Al Asad era todavía más aguda que ahora, me sorprendió una comunicación del obispo responsable de la Iglesia católica en Siria -publicada en muy pocos medios- que no echaba toda la culpa de la situación al Presidente Al Asad sino a la falta de diálogo y colaboración entre todos. Posteriormente, sobre el desarrollo de la guerra, prácticamente todas las informaciones que aparecían estaban dirigidas contra Al Asad, atribuyendo siempre los horrores de la guerra al gobierno sirio. Se prodigaban además las informaciones de un Observatorio Sirio de Derechos Humanos, todas dirigidas a destacar las muertes y calamidades realizadas por el ejército sirio. Las informaciones desde el interior de Siria y de fuentes cercanas al gobierno sirio, eran prácticamente inexistentes. Una entrevista directa al Presidente Bashar Al Asad que se atrevió a realizar hace meses EL País recibió múltiples críticas, a las que tuvo incluso que responder la Defensora del Lector. Las críticas estaban aplastantemente realizadas desde un sólo sector y furibundamente encaminadas a denigrar al otro sector.
 
         Ante este fenómeno "informativo", la sorpresa aumentaba al ser de sobra conocido que Estados Unidos estaba enrocado en exigir la destitución de Al Basar y que la Unión Europea le secundaba, mientras que Rusia e Irán en cambio respaldaban y apoyaban el gobierno de Siria.
         La confusión ha culminado, al final, con la "información" sobre el armisticio conseguido para la evacuación de "civiles y milicianos de los barrios rebeldes". ¿Quiénes son los que son evacuados de su propio país? ¿No era la guerra principal contra el Estado Yidahista? ¿Quiénes eran entonces los llamados "insurgentes" que ocupaban los "barrios rebeldes"? ¿Quién se defendía de quién: los insurgentes de Al Basar, o Al Basar de los que desde el propio territorio sirio le atacaban?. Las informaciones sobre el armisticio logrado se han hecho con entrecomillados irónicos sobre la "victoria" o la "liberación" de Alepo proclamadas por el Presidente de Siria. Incluso he leído en una crónica de un corresponsal de ABC -ya desde el mismo Alepo- que los que obstaculizaban la evacuación de sirios eran otros sirios, que demandaban no se dejasen salir inmunes a los causantes de las tropelías de la guerra: "Yo no quiero que se marchen así, exijo justicia y que paguen por lo que han hecho. ¡Justicia y venganza, que paguen por la muerte de mi hijo!".

        En medio de esta confusión informativa, llegar a enterarse de lo que ha pasado y está pasando en Siria y  en Alepo resulta muy difícil, prácticamente imposible.
 
Otros puntos oscuros
          El caso de Siria es el más reciente y sangrante, pero hay otros casos sobre los que la insuficiencia informativa resulta también evidente. Todas las "sorpresas" que se han producido últimamente -el Brexit británico, el plebiscito colombiano, el triunfo de Trump, el referendum de Italia- manifiestan que la información que se había dado previamente sobre esta realidades había sido insuficiente, que se había dado sólo desde un solo sector y silenciando lo que opinaban los que después ganaron en las urnas. Los medios -y las agencias de opinión- se han demostrado insuficientes, ineficaces, incapaces de desentrañar lo existente en la realidad.
         Quiero añadir que la información religiosa y eclesial manifiesta una enfermedad semejante. Lo que se ha dicho y lo que se está diciendo sobre los Papas antecesores y sobre Francisco, resulta también peligrosamente confuso. Los que antes alababan indesconsideradamente la figura del Papa, ahora están muy callados; los que ahora se muestran muy satisfechos y encomian las palabras y los hechos de Francisco, antes se manifestaban muy críticos y hablaban mal de la Iglesia y de lo que hacían sus máximos representantes. Tampoco resulta fácil orientarse y llegar a la entraña de la realidad en los temas religiosos y eclesiales.
 
Carencias informativas
          Resulta espinoso hablar de las carencias de las que adolece la información, de los defectos que sin duda tiene la información publicada.
 
         El problema está más en los medios empresariales que en los propios informadores. Un periodista está siempre condicionado por el medio en el que trabaja. Existe una censura, indefinida y no escrita, que le dice a cada periodista lo que puede y lo que no puede decir en el medio en el que trabaja. La elección y la directriz de las informaciones, además, las da la empresa, que es la que decide de qué hablar y cómo orientarlo.
         Existe también la influencia de lo "políticamente correcto", que presiona tanto a las empresas como a los periodistas. Esta presión subliminal e imprecisa se ejerce no sólo en el campo de la política, sino en el terreno religioso -para algunos, no se pueden alabar los comportamientos religiosos y hay siempre que desautorizar o silenciar todo lo confesional-, en el campo de las costumbres, de las modas, de lo que ahora procede hacer y de lo que resulta claro que hay que denigrar. Por todo esto, cuando no resulta posible prestar atención a los medios contrapuestos -en la España actual, simultanear EL País y el ABC, escuchar a la SER y a la COPE, seguir TVE y al Canal 6, por concretar algunos ejemplos-, el llegar a la entraña de la realidad se vuelve muy difícil. Las carencias informativas, cuando no se pueden subsanar, resultan muy peligrosas.
         Al final, cada uno termina acudiendo al medio con el que está personalmente de acuerdo. Pero es necesario, al menos, ser consciente de ello. Es mejor subsanarlo, tomando contacto con medios alternativos y contrapuestos. Y cuando esto no resulta posible, cuando la información que se nos suministra es sólo monocolor, resulta también conveniente ser consciente de ello, al menos para no sacar conclusiones definitivas y apodícticas sobre temas que presumiblemente nos llegan muy manipulados.
 
Conclusión
          ¿Es posible, pues, saber lo que pasa por el mundo? Muchas veces, no. Por eso este humilde y sencillo aviso para navegantes, para no naufragar en el intento de una información completa y objetiva, cuando ésta no resulta posible.

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