lunes, 2 de abril de 2018

BALANCE SEMANA SANTA, ¿un fenómeno creciente?


Ha terminado la Semana Santa, y es buen tiempo para realizar un balance sobre su actual impacto. ¿Crece o decrece la importancia social de esta conmemoración? ¿Aumenta o disminuye su sentido religioso?  Para llevar a cabo este análisis, conviene intentar superar aquello de que "cada cual habla de la feria de acuerdo a cómo le  haya ido en ella”. No se trata de formular una impresión subjetiva, una vivencia de lo personalmente vivido, sino de mirar a la sociedad para intentar extraer lo que directamente experimenta durante estos días.

Me impresionó mucho una información  recogida unos  días antes de la Semana Santa: “El número de los nazarenos se ha triplicado en los últimos años” (Vida Nueva, nº 3.076, con la portada aquí reproducida). La noticia, por supuesto,  estaba referida a España, porque el fenómeno cofradiero es en España donde tiene su desarrollo,  aunque no por igual en todas las regiones.  Más allá de la precisión estadística, el informe parecía querer transmitir  la impresión de que la celebración de la Semana Santa es un fenómenos en aumento, no decreciente.


Primer discernimiento
Por lo pronto conviene discernir qué  aspecto de la Semana Santa crece con el aumento de los nazarenos. Es un fenómeno muy amplio la “fiesta” de la Semana Santa, y en ella confluyen, además de lo religioso, lo popular, lo tradicional, lo folclórico, lo emotivo, lo ancestral, lo estético, lo colorista, lo artístico, lo musical, lo gastronómico…, prácticamente  todos los elementos componentes del carácter de un pueblo. Los nazarenos son tal vez la expresión más genuina en el acompañamiento a las imágenes que desfilan, pero la interpretación de su significado no resulta tan fácil concluirla.  He estado cerca este año de la Semana Santa de Gandía, y en todas las paredes callejeras he visto reproducido el cartel anunciador de la Semana Santa, con una bella hilera en curva de 18 nazarenos, cada uno con los variados colores de las respectivas 18 cofradías que procesionan  en esta localidad valenciana. Los nazarenos han sido aquí elegidos por el artista del cartel como lo más característico de la variedad de elementos de esta fiesta.

Un sector de la sociedad española, desde luego, se empeña en destacar el carácter menos religioso de la Semana Santa. Uno de los días de la Semana Santa, un reportaje de El País,  con inclusión en la primera página de un largo titular, ya era de por sí suficientemente elocuente: Tres costaleros ateos te cuentan sus motivaciones para que te ahorres la pregunta de `¿y por qué lo haces,  si no eres creyente´?. La pregunta, desde luego, no es ociosa, porque muchos de los costaleros y nazarenos no son evidentemente cercanos a las prácticas religiosas; pero la intencionalidad clara de esta información era destacar que muchos de los intervinientes en la Semana Santa sólo lo hacen por mantener valores tradicionales y populares, sin vinculación expresa con lo religioso. Con la misma intencionalidad cuestionadora a todo lo religioso, otra información del mismo día y del mismo periódico se preguntaba por qué hay tantas días festivos civiles coincidiendo con festividades religiosas, siendo así que España es un país religiosamente aconfesional: para hallar una respuesta a este interrogante, se acudía críticamente a los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, firmados con una democracia -se decía- todavía próxima al franquismo y muy inmadura. Es el intento de ciertos  estamentos de la sociedad española de mostrarse distantes, o incluso atacar, a todo lo relacionado con la Iglesia católica.

La confusión en torno a todo lo relacionado con la Semana Santa la he encontrado, máximamente, en una página –difícil distinguir si era información o publirreportaje-,  aparecida en un semanario dominical. El tema de la información era la Semana Santa de Almería, y los títulos y subtítulos eran los siguientes: SAETAS, TAPAS Y MUCHA PASIÓN – Almería seduce al turista con sol, historia, kilómetros de costa y un sentimiento cofrade alejado de masificaciones. No sólo sectario sino hasta difícil resulta elaborar una información sobre la Semana Santa sin mención alguna a lo religioso, sin usar siquiera este término.

¿Fenómeno creciente?
¿Crece o decrece la Semana Santa? En su conjunto, parece crecer, pues sobre esta fiesta se ha montado un conjunto turístico y/o vacacional, que ciertamente está en aumento en la sociedad española. Las cifras de desplazamientos en estos días crecen cada año descomunalmente, tanto por carretera como en los transportes públicos, sumando los días de la Semana Santa y los de la Semana de Pascua, la vacacional en el Levante español. Y aun intentando deslinda lo turístico y vacacional de lo estrictamente  religioso y procesional, si es que esta diferenciación se puede realizar con rigor, también se podría mantener que lo de alguna manera relacionado con lo religioso también ha aumentado en los últimos años. La cifra del aumento de cofrades resultaría válida, en este sentido.

Si esto conlleva un aumento directo de lo más auténticamente religioso, ya resultaría algo más difícil afirmarlo. Todas las manifestaciones cofradieras giran alrededor de lo religioso, tienen como base inequívoca los elementos evangélicos de la Pasión de Jesucristo y, con toda su carga de belleza y colorido, las imágenes catequizan de manera intensa a la totalidad de la población sobre la vida y la muerte de Jesús y sobre la intervención en ellas de la Virgen María. Lo más notable de la Semana Santa es la cantidad de gente que moviliza -las bullas, que dicen en Sevilla-, y todo el amplísimo personal asistente a las procesiones recibe más o menos intensamente es gigantesca catequesis popular y quién sabe si también formulan una oración al paso de las procesiones. Además, hay mucha gente que todo esto lo vive con pasión y muchos, también, con auténtico sentido cristiano. Sumando en el haber, hay también que tener en cuenta que, en los últimos tiempos, las Cofradías se han depurado mucho, acercándose claramente a lo mejor del cristianismo. El balance general, por tanto, de toda la dinámica de la Semana Santa resulta positivo, como en ocasiones destacan expresamente, con nostalgia y hasta con cierta envidia, los representantes religiosos  de regiones y países con menor o ninguna presencia popular de la Semana Santa.


Valoración final
Lo que ocurre es que, como en todas las manifestaciones de la religiosidad popular, el elemento religioso está muy directamente relacionado con los restantes elementos no religiosos de la cultura popular. Por esta razón, el deslinde de lo estrictamente religioso, en todo lo relacionado con la Semana Santa, ni se puede realizar fácilmente, ni tal se deba intentar llevar a cabo, porque lo mejor de la religiosidad popular es que lo religioso está auténticamente encarnado en lo popular, sin que deslindarlo o separarlo tenga sentido ni probablemente resulte conveniente.

En todo lo relativo a la Semana Santa esta ligazón es aún más estrecha e inseparable, pues las Cofradías son Asociaciones acogidas al derecho eclesiástico, pero están directamente gestionadas por personas laicas y cuentan por tanto con una presencia menos señalada de las personas clericales. El protagonismo directo de la Iglesia es, pues, menor que en otras manifestaciones religiosas.

Por todo esto no resulta fácil concluir si el evidente crecimiento del movimiento semanasantero implica o no un armónico crecimiento de lo mas hondo y auténtico de la religiosidad cristiana. Hay cosas humanas que sólo Dios, con un acercamiento más profundo y hasta total a la realidad, podrá dictaminar. Dejemos a Dios la valoración última de este fenómenos tan complejamente humano y religioso. 


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