domingo, 15 de julio de 2012

ENFRENTAMIENTOS POLÍTICOS SUPERABLES

         Otra vez se están polarizando las opiniones y, más allá del análisis de los temas, se están exacerbando los pareceres "a favor" y "en contra" de lo que en sí es enormemente discutible.
      La palabra "recortes" está sirviendo de banderín de enganche para oponerse radical e impulsivamente a lo que se considera injusto y catastrófico, o para refugiarse numantinamente en lo que se considera del todo inevitable, sin necesidad siquiera de someterlo al diálogo. Lo que prima no es la consideración tranquila de los problemas económicos existentes, sino el exacerbado ataque a los que se oponen frontalmente a los "recortes", o a los que los estiman como forzosos y obligados. El diálogo no resulta casi ni imaginable, porque lo que domina la situación es una desvaloración de las opiniones contrarias y -¡lo que aún resulta mucho peor!- una incomprensión y hasta desprecio de las personas que defienden las opiniones diferentes.
          A esta polarización de las opiniones ya hemos estados acostumbrados en nuestro entorno, sobre todo en los últimos tiempos del gobierno anterior: unos consideraban inevitable o menos malo lo que estaba haciendo el gobierno socialista, y otros ponían en los socialistas y en su Presidente la causa de todos los males por los que estaba pasando España. Las opiniones, sobre todo en el último tramo de la anterior legislatura, estaban radical, profunda y visceralmente enfrentadas.
      En el momento actual, con todo, quizá la situación sea peor. No sólo existe la consabida desvaloración de las opiniones contrarias. A esto se añade una problemática, una materia de discusión, enormemente complicada, sobre la que resulta muy difícil tener una opinión propia. La economía, en los niveles en los que ahora está atrapando a España, nos resulta a muchos una ciencia ignota, un hueso muy difícil de meterle mano y de roerle algún resultado inteligible.
        Oigo que España necesita ahorrar 64.000 millones de Euros en tres años, y no acierto a responder por qué el ahorro necesario no será de cincuenta, de cuarenta o de veinte mil millones: no llega a estas cifras la imaginación, o no se domina la aplicación de los parámetros de medida. Igual incapacidad de juicio asalta cuando se trata de calibrar si resulta o no indispensable subir el IVA, o cuantos puntos del  IVA es necesario elevar. La "prima de riesgo" ha entrado en el lenguaje de todos, pero muy pocos saben explicar por qué sube o baja, cuáles son los motivos por lo que sube o baja. Salvo las brutales e inmediatas consecuencias del paro, o las consecuencias de los "recortes" que inciden directamente sobre las economías propias y familiares (una disminución del sueldo, la eliminación de una paga extra, una reducción de horas o un despido....), los que mantienen su trabajo y su sueldo no siempre saben conectar el esperpento de la situación económica del país con la disponibilidad de recursos en la propia economía.
          Enjuiciar la situación económica, tener criterios propios para discernir si las medidas que ahora se están adoptando son indispensables o se convertirán en perniciosas, calibrar con detalle y con rigor lo que ahora está saliendo a diario en las portadas de los medios de comunicación, muy pocos expertos pueden hacerlo con solvencia. 
          El resultado de todo esto es que el enfrentamiento político aún se está haciendo más visceral, más dependiente de valoraciones personales previas: a favor o en contra de Rajoy (o de Rubalcaba), no por lo que hacen ni aún por lo que dicen, sino por la valoración que de su persona y de su Partido se tenía antes de tomar la medida discutible o de expresar sus opiniones delante de un micrófono.
          Es lamentable que las opiniones se estén de nuevo encrespando, sin entrar en los contenidos o en las consecuencias de lo que se está discutiendo; a golpes de aprioris y no del análisis de las medidas que requerirían una discusión motivada y ponderada. No sabe uno si las consecuencia de todo eso son aún peores que las de la gravísima situación económica que estamos padeciendo. Y esto sí podría tener alguna solución, podría al menos no enconarse más, con buena voluntad y con espíritu de diálogo.   

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