jueves, 19 de julio de 2012

POLÍTICA: ¿SOMOS LIBRES?, ¿NOS CLASIFICAN?

          Me pregunta un amigo "si las personas podemos ser independientes, neutrales, justos, sin ser catalogados como `progresistas´ o `conservadores´, ni nada por el estilo". La pregunta tiene miga, y no es tan fácil de contestar. Sólo, algunas consideraciones.
          La pregunta se reduce, me parece, a si podemos en la práctica ser LIBRES, cuestión nada baladí ni de respuesta obvia. 
          Del tiempo lejano de mis estudios de Filosofía, recuerdo un largo artículo sobre "Cuarenta -la cifra, creo recordar, era ésta de cuarenta- maneras de determinar la libertad". El artículo no estaba escrito por un filósofo especulativo, sino por un psicólogo experimental, Alejandro Roldán, ya por supuesto fallecido. Exponía el artículo cuarenta factores, que influyen de tal manera en la propia libertad que "determinan" de hecho el sentido del comportamiento. El hecho de haber nacido en España y en Andalucía "influye" mucho en lo que uno piense, por ejemplo, sobre los ingleses o sobre los catalanes: no es que a la fuerza se tenga que pensar de una determinada manera, pero en la práctica el pensamiento de los españoles sobre los ingleses, o de los andaluces sobre los catalanes, coincide enormemente, hasta un práctico "pensamiento único". No es que una persona gorda o flaca tenga que pensar siempre de la misma forma, pero de hecho el "agapetónico" y el "cerebrotónico" -por usar las categorías psicológicas, creadas entonces por autor de aquel artículo- configuran formas de pensar de hecho muy similares. Muchos elementos y factores influyen de hecho en nuestra libertad, hasta determinar de hecho nuestros comportamientos.
          ¿Podemos, por tanto, ser libres, sin ser tachados de "progresistas" o "conservadores", sin ser clasificados como de "izquierdas" o de "derechas"?
           Usando todavía otro concepto filosófico, recuerdo también que había dos diferentes maneras de concebir la libertad: el más cercano a Aristóteles, que la entendía como la posibilidad de elegir una opción o su contraria, comer un helado o renunciar a la satisfacción de este alimento refrescante, elegir ser hincha del Madrid o del BarÇa, resaltando el aspecto de que tengo real "independencia" para elegir una opción o su contraria; el otro concepto, más cercano a San Agustín, consideraba más libre el que más quería lo que elegía, el que escogía algo porque entendía que era lo mejor para él, aunque este camino excluía de hecho la opción a escoger el camino contrario. Estos filósofos antiguos formulaban sus reflexiones pensando en lo trascendente: Dios, de esta forma, elige siempre "lo bueno", imposibilitando de hecho la opción por "lo malo".
          Me he subido a la parra, pero quizás no tanto. Cada uno puede elegir una opción, en el campo de la política o en terrenos aún más efímeros e instrascendentes, pero dentro de las coordenadas geográficas/temperamentales/ideológicas/de formación recibida, que "determinan" tanto de hecho la propia elección y, en la práctica, eligiendo siempre lo que cada cual estima como mejor, teniendo en cuenta aquellos determinantes que tanto influyen sobre la propia vida.
          En resumen, somos libres e independientes, pero los demás -¿también nosotros?- pueden aplicarnos las etiquetas de "progresistas/conservadores" o "izquierdas/derechas", según el concepto que de estas adscripciones tiene cada cual en su mente, de acuerdo con lo que en la práctica están hoy configuradas estas categorías. 
          Hay mucho más que hablar sobre esta materia. Pero lo dejo para otro día, posbilitando así además a que otros se posicionen y participen en el diálogo.
          

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