viernes, 11 de enero de 2013

SALIR DEL PROPIO MUNDO

          Dentro de la gran complejidad del mundo actual, resulta enormemente difícil salir del propio ámbito para tomar conciencia e interesarse por los mundos ajenos. Cada cual vive encerrado en su propio círculo, sin que le lleguen las voces provenientes del exterior.
          Los que leen el periódico a diario no parece que lleguen al 20 por ciento de la población española. Los que "ven" los telediarios puede que sean más, pero el que está delante del televisor no siempre se entera del contenido de las informaciones que le están dando. Más allá de las estadísticas, la gente que se ve por la calle, en el autobús o en el metro, va cada uno preocupado por lo suyo, sin dejar intersticios por donde entren las noticias o las preocupaciones de los demás.
          Me pregunto cuánta gente sabrá ahora en España qué es la "prima de riesgo", el lugar más común de las actuales informaciones diarias. Incluso en los deportes, el tema informativo seguramente más seguido en España, mucha gente no sabrá cada semana los resultados obtenidos por los principales equipos de fútbol, y mucha menos gente aún conocerá lo que han hecho los representantes de los diversos "deportes menores". Estar al día de lo ajeno, cuesta mucho para los que sólo andan preocupados por su propio mundo.
          Siempre me ha preocupado si, cuando estalla una guerra, todos los habitantes del país se enteran de lo que está ocurriendo, esto es, si tienen conciencia de que la guerra ha comenzado y afecta a sus propias vidas. No viví conscientemente el comienzo de la guerra civil española y no tengo tampoco memoria del inicio de la Segunda Guerra mundial europea, pero me pregunto si en aquellos momentos de guerra la gente seguía yendo a su trabajo, saliendo los domingos, celebrando bodas o bautizos, siguiendo las rutinas establecidas en su vida diaria. La novela muy larga de Antonio Muñoz Molina sobre la Guerra Civil española, "La noche de los tiempos" (859 páginas), ofrece una idea -supongo que bien aproximada- de la complejidad de la vida de las personas en estos momentos cruciales.
           La leyes sociales actúan también. El que un niño muera aplastado por una carroza de la Cabalgata de Reyes, conmociona hasta el paroxismo a los que lo presencian personalmente, se propaga boca a boca entre los muchos miles de asistentes a la Cabalgata, interesa y es objeto de comentarios para toda la población de Málaga; pero interesa ya menos cuando hay kilómetros por medio, en Granada o en Sevilla; interesa todavía menos cuando la distancia se agranda, en La Coruña, San Sebastián o Reus; y ni siquiera se habla del caso en contextos muy lejanos, en París, Londres, Moscú o Tokio. La distancia disminuye el valor de la noticia y sólo muy pocos temas logran impactar mundialmente, a pesar de la globalidad creciente actual.
          Salir del propio mundo. Superar el propio"amor, querer e interés", usando una expresión de San Ignacio de Loyola. Conectar con las preocupaciones de las personas que uno no conoce. Entrar en los contextos más amplios de la vida ajena: política, económica, social, deportiva, cultural, religiosa, científica o musical. Establecer contactos con los demás para salir de los círculos reducidos personales. Una dimensión cultural y espiritual, a la que no todo el mundo llega. Una aspiración para todos. Una difícil meta social para nuestros reducidos mundos personales.  

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