sábado, 13 de abril de 2013

Séptimo día: INTERROGATORIO DEL AMOR

         Diagnosticar el amor de una persona a otra no es tarea nada fácil. El tema más tocado en la historia por los autores y poetas, el amor, se escurre de las manos cuando se le quiere apresar. 
          Las palabras bonitas no constituyen el amor. Hay mucho engaño en las expresiones amorosas. "El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras", sentenció San Ignacio de Loyola para introducir su "Contemplación para alcanzar amor". A las palabras, con todo, tienen que acudir recurrentemente todos los que necesitan expresar a otra persona los sentimientos amorosos que le embargan. Por todo esto, si diagnosticar el amor es difícil, expresarlo con palabras es aún más difícil todavía.
          No es frecuente una interrogatorio del amor, como el que cuenta el Evangelio de Juan que Jesús le realizó a Pedro, después de resucitado y junto al mar de Tiberíades. "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?, tres veces repetido, con la evocación inevitable a las tres veces que Pedro renegó de Jesús durante los momentos iniciales de su apresamiento por los judíos. La escena resulta patética, por la insistencia en la pregunta y por la emoción contenida en la triple respuesta de Pedro. 
          No se trataba de un amor fácil, el típico de una pareja de enamorados. Se interrogaba sobre la adhesión personal a alguien, como paso previo para el seguimiento del estilo de vida. Para seguir a una persona como líder y para convertirse en representante o continuador de su misión hace falta una previa corriente de amor profundo. No hay identificación en la tarea, ni entrega apasionada a la continuidad de la misión, sin admiración y amor de la persona a la que se quiere seguir e imitar. 
          La práctica del cristianismo no está tanto en el cumplimiento de unas normas, en la realización meticulosa de lo exigido en el Decálogo de Moisés, ni siquiera en la práctica de una ética rigurosa. Menos aún en la sola participación de unas ideas, en la pertenencia a un movimiento activo o filosófico. El Papa Francisco ya lo ha anunciado en estos días, de forma muy clara: "Ser cristiano no se reduce a cumplir los Mandamientos".
          El severo interrogatorio de Jesús a Pedro pone de manifiesto que el amor es el requisito previo a cualquier iniciativa de acción. Sin amor, no hay dedicación plena a cualquier misión o pasión humana. Sin estar bien captado por la persona de Jesús, no habrá seguimiento de su persona ni práctica honda de un cristianismo auténtico. El interrogatorio a Pedro resalta la importancia del amor en el seguimiento que actualmente podemos hacer del Jesús de Nazaret, del Jesús resucitado.

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