jueves, 11 de abril de 2013

VISITA A RONDA

       
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            Un compromiso estable me lleva este año a visitar Ronda una vez al mes. Esta circunstancia me está posibilitando tomar contacto continuado con esta ciudad tan peculiar.  
        Me llama la atención que es una ciudad autónoma, no parece depender de la capital de la provincia. En realidad, está practicamente equidistante, tanto de Málaga, su capital administrativa, como de Sevilla, con la que mantiene lazos de unión muy estables. Pero parece autónoma en su funcionamiento, teniendo instalaciones y establecimientos, que sólo suele uno ver en las capitales de provincia: tipos de tiendas, número y variedad de restaurantes, delegaciones de firmas importantes, talleres singulares, etc. Por otra parte, el estar a más de cien kilómetros tanto de Málaga como de Sevilla, contribuye también a su autonomía funcional.
         No es una ciudad muy extensa, ni de muchos habitantes, manteniendo sólo una población que no llega a las 40.000 personas. Pero es una ciudad privilegiadamente bella.
         Su situación geográfica es el principal elemento de su belleza. La peculiaridad que constituye el "tajo" la diferencia y singulariza de todas las restantes poblaciones. El rió que discurre por el centro de la ciudad, el Guadalevín, constituye en su tránsito urbano un impresionante desfiladero, literalmente abrazado por racimo de casas y palacios que se encaraman a un lado y al otro del barranco, más allá del  "puente romano" y del "puente viejo". Sorprende cómo se han podido ir construyendo, en los dos lados del desfiladero, a lo largo de la extensa historia de la ciudad, las instalaciones que trepan desde abajo hasta arriba del barranco. Y al final, el "puente nuevo", sobre el impresionante tajo, se asoma al valle que se divisa a lo lejos, con el río ahora con agua discurriendo por abajo y con los antepechos que al fondo se disan subir hasta las montañas distantes. 
          Se explica uno bien que la gente acuda en cantidad constante a ver esta ciudad, a admirar las raras circunstancias que en ella ha bordado la naturaleza. No es moda pasajera la que hace atractiva a Ronda, sino una naturaleza privilegiada que la hace del todo singular. 
          Pero el "factor humano" ha añadido a Ronda elementos muy atractivos. Su histórica y bella plaza de toros ocupa una superficie importante del centro mismo de la ciudad, como uno de los hitos más típicos de su vida y de su relación social. Sus palacios y sus Iglesias -la "Real Colegiata de Santa María la Mayor de la Encarnación del Señor", pretendió y consiguió ser un edificio "ad instar catedralis", según el deseo expreso de los Reyes Católicos al mandarla construir-, sus varias construcciones demuestran igualmente un poderío nada común a lo largo de la historia. Actualmente, todavía la ciudad mantiene su vigor cultural: esta semana cuelgan en las calles los anuncios de una inminente función de ópera, hecho nada frecuente en una ciudad no capitalina. 
          Lo que sorprende es que la ciudad no se ha estancado, que ha sabido aprovechar los beneficios que le depara la corriente constante del turismo, pues se ven importantes obras realizadas en la segunda mitad del siglo XX y en lo que va transcurrido del siglo XXI  -la ultimación del "puente nuevo", la remodelación de los jardines y edificios que rodean al barranco, el teatro Vicente Espinel y el reciente e inigualable paseo que bordea toda la vista sobre el valle situado frente al tajo-, que ponen de manifiesto que la ciudad no se ha estancado, no se ha dormido en los laureles, sino que mantiene una activa vigilancia y un deseo de continuar el acompañamiento de sus bellezas naturales. 
          RONDA, UNA CIUDAD SINGULAR, QUE MERECE UNA VISITA.  

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