domingo, 8 de diciembre de 2013

HACER LOS ÚLTIMOS VOTOS

           Qué es "hacer los últimos votos" es tan difícil de explicar como qué es "cumplir 100 años", lo que hice la semana pasada en este blog. Ayer asistí a los últimos votos de David, y ahora quiero decir algo sobre ello.
         David Fagundo es el jesuita más joven residente en Málaga, sin que sea por ello un imberbe pues ha sobrepasado ya los cuarenta años. Su actividad está ahora centrada en la pastoral de los Colegios regentados por la Compañía de Jesús en Málaga: San José, San Estanislao y SAFA-ICET.
            Lo primero que resulta difícil de explicar es que David haga AHORA los últimos votos, con más de 40 años, contando ya con 14 años de vida jesuítica y con 5 años ya superados también como sacerdote. ¿Por qué ahora, tan tarde? La formación jesuítica es tradicionalmente larga, y éste es un ejemplo patente de ello, pues antes de ser jesuita ya había terminado la Licenciatura en Derecho y había desarrollado una vida también dilatada en su Canarias natal. San Ignacio de Loyola quiso que los jesuitas, antes que muchos y rápidamente formados, fuesen buenos y estuviesen bien formados. Actualmente, cuando las vocaciones en Espala y en Europa son muchas menos que hace 40 ó 50 años (no así, en los países de África o Asia), no se ha dulcificado esta medida. Esto explica que una celebración como ésta sea tan tardía.
          Lo que tampoco resulta fácil de explicar es qué son y qué significado tienen los "últimos votos". No es tan fácil de explicar cuando se sabe que los jesuitas, al finalizar sus dos primeros años en la Compañía, al terminar el Noviciado, hacen ya unos votos perpetuos, prometiendo de por vida la práctica de la pobreza, la castidad y la obediencia. ¿Qué sentido tiene repetir lo entonces ya prometido a perpetuidad? Hay un detalle muy jesuítico: al hacer sus primeros votos, el nuevo jesuita promete "entrar en la Compañía de Jesús", pero la Orden no lo acepta formal y jurídicamente, pues retrasa su decisión hasta contar con los resultados de sus estudios y sus primeras  tareas apostólicas: esto explica que si la vocación se frustra, por iniciativa del sujeto o de la institución, la Compañía le pueda levantar sus votos y despedirlo sin necesidad de ningún tipo de autorización superior.  En cambio, en los últimos votos y tras los preceptivos informes previos, la Compañía recibe y configura ya oficialmente al aspirante como jesuita, hasta el punto de que si lo tiene que despedir con posterioridad tiene ya que recabar autorización de la Santa Sede.
          Tal vez por su trascendencia jurídica, fue tan emotiva y entrañable la realización de los últimos votos de ayer. La Iglesia del Sagrado Corazón estuvo repleta de público, con representación de todos los estamentos directamente relacionados con David: familiares canarios, jesuitas de todas las edades (muchos jóvenes, procedentes de otros lugares), representantes de todas las actividades apostólicas en las que está metido el votante, amigos y conocidos... El conjunto tan numeroso era clara muestra de las relaciones amplias e intensas establecidas por David, en los dos cortos años que lleva trabajando en Málaga. Más allá del rito, en la misa en la que se pronunciaron los votos (los recibió el Provincial jesuita, con la forma consagrada en las manos, después de comulgar él y antes de hacerlo el votante), hubo emoción y hubo calor. El silencio fue total, intenso, expectante, durante la formulación de los votos. El aplauso largo que cerró las palabras finales de agradecimiento dichas por David fue expresión de lo mucho que los asistentes habían sentido y experimentado durante la ceremonia. ¡Enhorabuena al votante y enhorabuena a la Compañía de Jesús!

         

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