miércoles, 26 de diciembre de 2012

UNA FALTA DE EDUCACIÓN

               Recuerdo la anécdota de una señora, más rica que bien educada, que, con ocasión de una cacería ofrecida por su marido en una finca andaluza, tuvo el honor de invitar a una comida al Rey y a otros asistentes a la cacería. No habiendo muchos temas de conversación, el Rey quiso ser amable con la señora e hizo una alabanza de la bajilla en la se estaba sirviendo la comida. Saltó entonces la señora, muy decidida:
              - Pues tengo una bajilla todavía mucho mejor.
              Intervención a la que el Rey, muy finitamente, le comentó:
              - Guárdela, guárdela, señora, para mejor ocasión.
              Me ha venido a la memoria esta anécdota al escuchar al Presidente de la Generalitat Catalana que, por estar muy ocupado, no había podido escuchar en la Nochebuena el discurso del Rey. La falta de educación es semejante a la de la señora del cortijo. Habría que hacer también una advertencia algo jocosa:
              - Emplee bien su tiempo, Señor Presidente: no lo pierda escuchando al Rey.
              Aunque una eventualidad inmediata no le hubiese permitido al Señor Mas escuchar en directo el discurso del Rey, habría resultado de mucho mejor estilo habérselo callado y no cometer la falta de educación de declarar públicamente que había anticipado otras ocupaciones a oír el discurso del Rey.
              Lo peor es que, en este caso, la falta de educación se ha incrementado al establecer un diálogo con el contenido del discurso, dejando mal el sentido en el que el Rey había usado el concepto de nación, vanagloriándose que él “sumaba con Europa” y no en el ámbito anticuado de la nación española.
              No pretendo en este caso hacer un comentario político, ni siquiera realizar una elucubración sobre los nacionalismos y las exigencias de la pertenencia a una nación histórica. Sobre estos temas habría mucho que hablar, aunque siempre con respeto a las opiniones contrarias.
              Lo que quería ahora destacar es sólo la falta de educación cometida por el Señor Presidente de la Generalitat Catalana. Por defender sus propias ideas no resulta legítimo cometer la falta de educación de minusvalorar respecto a otras ocupaciones los nueve minutos necesarios para escuchar el discurso real, con el agravante además de establecer pública discusión con alguno de los contenidos del discurso, dejando en mal lugar lo afirmado por el Rey.
              “Un respetito es muy bonito”, dice la sencilla afirmación popular. No quiero decir que haya que someter las propias conductas a una idolatría del Rey, ni siquiera que haya que estar de acuerdo con todo lo que el Rey afirme. Pero sí me parece que merece más respeto la máxima Autoridad de la sociedad española y que no hay por qué exponer en público que no se ha podido escuchar su discurso o que no se está de acuerdo con algo del dicho en la intervención real. Un poco de más educación favorecería nuestra convivencia.

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