sábado, 19 de noviembre de 2011

SATISFACCIÓN DE VOTAR

Recuerdo bien cuando en España no se votaba.

Uno de mis primeros recuerdos de infancia -antes de empezar el Bachillerato de entonces a los diez años, cuando aún estaba en el Colegio Público del pueblo en el que nací-, es ver una mañana, tiradas en el patio de la escuela, las papeletas del referendum que se debía haber celebrado el día anterior, todas con el SÍ escrito a mano (el NO sería bien escaso, en aquella ocasión tan lejana y tan especial). Eran los años Cuarenta del anterior siglo, pero mi recuerdo de aquellas papeletas de votos, esparcidas por el suelo en un rincón del patio de la escuela, es bien preciso y nítido.

El siguiente referendum franquista, realizado en los años Setenta del siglo anterior, ya lo recuerdo con total precisión, por haber tomado parte en él de forma adulta y consciente, aunque todavía como estudiante. Aún conservo, en una antigua carpeta, un papel con las razones para el SÍ y para el NO, que entonces barajé y tuve en cuenta para una decisión que ya entonces me tomé muy en serio. 

Ya en la democracia, la primera votación que hubo en España la recuerdo perfectamente, por haberme cogido en Las Palmas de Gran Canaria, reponiéndome en una clínica de una sencilla operación de apendicitis a la que en aquellos días había sido sometido. La clínica estaba muy cerca del Colegio Electoral que me fue asignado, y recuerdo que fui a votar levantándome de la cama, en pijama, como manifestación muy clara de las enormes ganas de votar en libertad que, ya con los treinta años muy sobrepasados, había hecho crecer en mí la anterior ausencia de ocasiones para votar.

Estos lejanos recuerdos, de cuando en España no se votaba y de la primera vez que voté en unas elecciones abiertas, me vienen ahora a la memoria, cuando mañana voy a tener de nuevo ocasión de volver a votar. Cuando ha habido carencia, se valora más el bien disfrutado; los que sufrieron los años del hambre de la postguerra son los que más saborearon el bienestar alimenticio de los años posteriores.

Por todo ello, me causa ahora satisfacción el poder votar libremente, eligiendo en la cabina entre las múltiples papeletas que en ella se me ofrecen. Como los que pasaron hambre valoran mucho el pan posterior, estimo yo muy positivamente la ocasión de votar y formulo el deseo de que todos lo hagamos en paz, sin enfrentamientos viscerales, eligiendo responsablemente lo que en conciencia consideramos lo mejor para el momento actual de nuestro pais. Éste es el deseo que acompañará mañana a la satisfacción de votar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario